Una pantalla de amor.

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—Realmente me preocupa que se enoje conmigo por haberle cancelado a última hora.

—No creo que lo esté. — Freen se aplicaba un poco de gloss frente al espejo. —. Con lo poco que he convivido con ella en los últimos días, se ve alguien que entiende todo de forma tranquila.

—Ella realmente es así. — Ken sonrió mientras su hermana notaba aquel gesto por el espejo. —. A veces siento que mi pecho se hincha de tanto amor que le tengo.

—Y te creo. Tus pupilas están apunto de formar corazones.

—Así se siente. —ambos se quedaron en silencio por un momento. —. Me gustaría verte igual de enamorada.

—No creo que sea posible ahora.

—¿Por qué no? — Ken se levantó de la cama de su hermana. —. Eres bastante linda, inteligente, alguien con quien se puede pasar horas hablando y lo suficientemente encantadora como para tener a alguien loco por tí.

Las palabras de Ken fueron tan sinceras que su corazón se calentó y un ligero nudo en su garganta se formó.

—Detente ahí, Ken. El amor te trae mal. — se echó un último vistazo.

—Solo quiero verte igual de feliz y que experimentes al menos una vez en tu vida lo que es enamorarse.

—¿Qué se siente enamorarse? — preguntó sentandose al lado de Ken con curiosidad.

—Es sentir que tu corazón se detiene al ver a esa persona. Te hace sentir nervioso y tonto, relajado y feliz, quieres entregarle la luna en todas sus facetas en sus manos, querer tenerle cerca y sentir como tus sentimientos son frecuentemente incontrolables. Te hace sentir fuerte, seguro e indestructible. — Freen tenía una pequeña sonrisa en sus labios. —. Su mirada, su sonrisa e incluso su voz son suficiente para hacer tu día algo mejor con facilidad. Con ello te harán sentir que no necesitas nada más para sentirte bien.

Ken se sentía profundamente enamorado de Rebecca e intentaba vocalizar para su hermana lo que ella le hacía sentir.

Freen pensaba en las palabras de su hermano y le golpeó de una forma tan fuerte que realmente quiso sentir de ese amor que él sentía.

—Con esa intensidad y pasión me has convencido.

—Es bonito estar enamorado. — respiró hondo. —. Anda que se te hace tarde. —la animó para que saliera de una vez.

Ella asintió despidiéndose de él mientras escuchaba que le pedía que se cuidara.

Decidió irse a pie, le quedaba aún algo de tiempo y su caminata hasta el lugar serían menos de veinte minutos.

Freen solo pensaba en las palabras de su hermano, sintiendo tal curiosidad que la abrumaba. Eran palabras suaves que describían emociones contundentes.

—¿Caminando sola? — Irin le dió una sonrisa. —. Sube, estoy segura que te aburrirás de caminar.

Freen miró a Irin y al lado de ella se encontraba Heng con una sonrisa, haciéndole una ceña para que subiera en la que de igual forma terminó por hacerle caso.

Abrió la puerta trasera, encontrándose con la otra castaña que la miraba con gentileza y una suave sonrisa, ella no pudo evitar sonreír también, sintiendo su corazón latir frenéticamente.

—Hola. — saludó a todos con buen humor.

—¿Lista para no dormir esta noche? — preguntó Heng que conducía.

—No suelen asustarme este tipo de películas.

—Mientras no seas como Becky. — Irin intervino. Freen miró nuevamente a la más baja.

La última carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora