Exageradamente encantadora.

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—Sarocha, ¡El pollo! — exclamó Kulap sintiendo un ligero olor a quemado.

—Lo siento, lo siento. — se disculpó rápidamente continuas veces.

—No te preocupes, yo lo arreglo. — le dió unas ligeras palmadas en su espalda para intentar calmarla. —. ¿Te encuentras bien? — preguntó un poco preocupada al notar a la castaña tan nerviosa desde el momento en que había llegado a casa.

—Mhm, ¿Por qué no iba a estarlo? — preguntó recostada del mesón de la cocina.

—Te he notado nerviosa desde que llegaste acá. ¿Todo bien con tus amigas? — preguntó esta vez pensando que podría hacer sucedido algo.

—No, no, nada, estamos bien. — negó enseguida Freen. —. Estamos bien.

—Sabes que puedes contarme cualquier cosa. — Kulap se mostraba en calma, pero la verdad era que comenzaba a preocuparse por no saber realmente por lo que pasaba su hija.

En cambio, Freen se mantenía en silencio antes de formular palabra alguna. Sus manos jugaban entre sí, buscando algo más para ayudar en la cocina. Echó un ojo rápidamente hacia la sala dónde se encontraba Ken, su padre y Rebecca.

Suspiró internamente y se dió vuelta para tomar el cuchillo y continuar con la tarea que estaba empleando su madre antes de intentar arreglar el pollo. Picó durante un par de segundos los aliños y se detuvo. Se giró y se encontró con su madre mirándola expectante, como si supiese que hablaría en cualquier momento.

—Solo estoy un poco abrumada. — Kulap asintió.

—¿Se debe a alguien en especial? — Freen negó, pero sus ojos no pudieron evitar ir en dirección a la castaña. —Ah, ya veo. ¿Tiene que ver con la niña?

—No exactamente.

—¿Entonces por qué has estado tan nerviosa? — la mujer mayor se acercó un poco a su hija. —. ¿Han peleado? Ken me ha dicho que se llevan muy bien y han generado una amistad.

—No nos hemos peleado, es solo que... — se cortó en hablar al escuchar la voz de Rebecca avisando su llegada a la cocina.

—¿Puedo ayudarles con algo? — ambas mujeres prestaron atención a la más baja.

—Querida, eres nuestra invitada, deberías estar sentada tranquila con ellos. — dijo refiriéndose a Ken y a su esposo.

—Es más divertido ayudarles que escucharlos hablar de softball. — dijo con timidez.

Freen sonrió un poco y Kulap rió ante ello.

—Ya que insistes. — accedió. —. Ayúdale a Freen con las verduras.

—Por supuesto. — aceptó colocándose junto a Freen. —. Hola de nuevo.

—Hola. — devolvió Freen el saludo con una pequeña sonrisa sin dejar de hacer su trabajo.

—Siento que ha pasado una eternidad desde que no te veo.

—Becc, nos vimos ayer en el colegio.

—Mhm, pero creo que ya me estoy acostumbrando a verte un poco más seguido. — Freen sintió sus mejillas calentarse.

—Eso es porque soy una persona genial. — Freen miró de reojo a Rebecca para encontrarsela riendo mientras negaba.

—Tienes un buen punto, no hay forma de discutir ello. — Rebecca tomó un cuchillo y comenzó a copiar lo que hacía su cuñada.

Kulap estaba atenta a la pequeña conversación entre ambas chicas, era bastante genuina y dulce, en su mente era una idea muy buena que se relacionaran tan bien, al fin y al cabo, convivirán un poco más tanto por Ken como por cuestiones colegiales.

La última carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora