Emociones de clase.

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—No sé cómo abordar este tema con ella.

—No seas tonto, Ken. — dijo tomando un sorbo de su jugo de fresas. —. La pasó peor de lo que parece.

—Estabas ahí con ella, estoy seguro de que la hiciste sentir un poco mejor. — dijo Ken mirando a su hermana con una débil sonrisa. —. Tienes ese buen desenlace de amistad con ella. — Freen se quedó mirando el vaso que contenía aquel líquido rosado.

—Que yo sea tu hermana y ella mi amiga no quiere decir que siempre estaré dispuesta a ayudarte. — dijo con seriedad. —. Cuando hagas las cosas mal, yo lo aceptaré, y en este momento lo estás haciendo mal.

—¿Qué debería hacer? — preguntó derrotado.

—Primero, ser sincero. — Ken levantó su vista rápidamente hacia su hermana. —. Ambos sabemos que no estás haciendo esto solo porque te vas.

—¿Por qué otra razón sería?

—Tal vez porque ya no la quieres.

—¿De qué hablas? ¡Amo a Becky! — exclamó exaltado.

—Lo tomaré en cuenta. — dijo. —. Pero sé que no estás siendo completamente sincero con ella ni contigo mismo. ¿Qué pasa por tu cabeza? — dijo con más suavidad, Ken suspiró.

—Es... Narong.

—¡¿Ah?! — exclamó Freen con sorpresa.

—No es lo que piensas. — Freen frunció su ceño. —. No de esa forma, no me gusta.

—Por lo que dices no pareciera eso.

—Él simplemente habla de que Rebecca terminará cambiándome por alguien más. — dijo con completa inseguridad.

—Sabes que no sirve de nada hacerle caso a Narong. Es un idiota que no le gusta dejar de joder vidas y ver que los demás sean felices.

—¿Cómo puedes hablar tan mal de él? — preguntó con su ceño fruncido. —. Es un buen amigo.

—Si realmente fuese un buen amigo te aconsejaría lo correcto y trataría de darte ánimos, no meterte absurdas ideas a la cabeza. — explicó con paciencia.

Freen lo único que pudo hacer fue suspirar mentalmente, el problema en que se metía poco a poco era más allá de lo trivial.

—No son tan absurdas. — dijo entre dientes.

—Acaba con eso de una vez entonces.

—¿A qué te refieres?

—No hagas que Rebecca pierda su tiempo. — Ken fue a responder, pero ella no lo dejó. —. Si no sabes qué hacer o como te sientes, no la hagas perder su tiempo. Prefiero que la termines a que la sigas hiriendo de esta manera. — Freen tomó sus cosas para levantarse de la mesa y hacer su camino al colegio.

—¿Por qué te preocupas tanto por ella?

—No solo por ella, también por tí.

Freen dió por terminada esa conversación y salió de su casa lo más pronto posible. Habían quedado en irse juntos al colegio, pero aquello había arruinado completamente su humor.

¿Qué se supone que debería hacer? Si ella solo quería el bien para Rebecca y muy a su pesar, Rebecca solo quería a Ken de tal forma que le hacía bien, pero su hermano estaba encargándose de destruir aquello de a poco.

Estaba tan entregada a sus pensamientos que no se dió cuenta que tras ella venía la menor con toda la energía y entusiasmo del mundo al verla.

—¿Me dirás en qué andas pensando o tendré que adivinar? — habló a su espalda una vez que estuvo cerca.

La última carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora