Rueda de la fortuna.

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Culpó a la cantidad inmensa de libros que había leído anteriormente con temáticas un poco similares a su situación y continuó con el resto de los chicos esta vez intentando socializar un poco más para no levantar sospecha alguna, menos para Mind que ya cualquier cosa que ella hiciera le sería poco creíble. Se preguntaba el por qué sus amigas la relacionaban tanto últimamente con su cuñada no siendo capaz de  hacerles entender que solo era eso y quería llevarse bien con ella. ¿Tan raro se les hacía? La respuesta era un sí, completamente, pero ella no era capaz de notar algo fuera de lo normal.

Las parejas discutían entre si ir a la montaña rusa o a la rueda de la fortuna. Freen se negaba en subir a una montaña rusa, y que de subir a algún juego mecánico, prefería algo tranquilo como la rueda de la fortuna.

—Tengo la solución. — dijo Ken interrumpiendo la disputa de todos. —. ¿Por qué mejor no nos dividimos? Como Freen y Becky no quieren subir a la montaña rusa, vamos nosotros y ellas que vayan a la rueda. — explicó. —De todas formas nos encontraremos aquí para irnos juntos.

—Freen nunca ha subido a una montaña rusa. — se quejó Mind.

—Y tampoco pienso hacerlo. — refutó Freen cruzada de brazos.

—Hágamos lo que dijo Ken. — dijo Rebecca soltando el brazo del chico.

—Gobernada, ¿No les digo? — dijo Heng fingiendo decirlo solo para Freen y Mind.

—Haré como que no escuché eso. — dijo Rebecca haciendo reír a Ken.

Se dividieron en dos grupos tal y como quedaron, Mind, Heng y Ken fueron los primeros en ir hacia el lugar donde acordaron subir.

Freen se quedó con Rebecca, ambas clavadas en su puesto sin saber que estaban esperando. La castaña tenía su vista fija en sus zapatos, se sentía intimidada y avergonzada con Rebecca ahí, sintiendo su mirada clavada en ella.

—¿Segura que puedes subir? — Rebecca fue la primera en hablar. —. Podemos quedarnos aquí si quieres, por si aún te sientes mal.

Freen sintió sus mejillas arder.

—Estoy bien, podemos ir. — dijo Freen levantando su vista. —. No hay necesidad de ser aburrida y arruinar la diversión.

—No eres aburrida y tampoco arruinas nada si no quieres ir. — Rebecca se acercó para entralazar su brazo con el de su cuñada. —. Pero ya que insistes.

La más alta se dejó llevar por Rebecca a pasos apresurados que iba bastante entusiasmada por subir al alto juego mecánico. Solo fue cuestión de un par de minutos en conseguir los boletos y luego subir recibiendo las indicaciones, Rebecca repasaba estas en su cabeza siendo que se las sabía de memoria ya que frecuentaba mucho el lugar.

Freen mantenía una pequeña distancia con la más baja, jugaba con sus anillos nerviosamente y no solo porque sabía estaría varios metros lejos del suelo exactamente. Freen miró en dirección a Rebecca que parecía analizarla, tenía su ceño fruncido y su cabeza estaba ligeramente ladeada.

—¿Hay algo raro en mi cara? — preguntó Freen.

—No, eres tú la que está rara. — afirmó explicando.

—Yo estoy normal. — trató de desviar el tema.

—Sí, súper normal. — dijo con ironía. Se acercó un poco más a Freen. —. ¿O no será por la altura? — preguntó con su ceja elevada.

—¿Qué? No, yo no le tengo miedo a las alturas.

—Yo pienso que sí.

—Tu lo piensas, pero yo lo digo. — le dió una sonrisa triunfal que hizo reír a Rebecca.

La última carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora