Matemáticas otra vez.

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—Entonces, si todo triángulo rectángulo está compuesto por dos áreas de catetos y la hipotenusa...

—¿Quiere decir que la suma de la raíz cuadrada del área de los cuadrados de los lados llamados catetos son iguales al de la hipotunesa que está ubicada al lado opuesto del ángulo? — continuó Rebecca en forma de pregunta.

Freen aplaudió contenta.

—Exactamente eso, Becc. — dijo sonriendo. —. Ya que tienes claro el concepto pasaremos a las formulas para saber las longitudes de cada uno y así saber cuál es el de la hipotenusa que es lo que realmente nos interesa.

Rebecca intentaba poner su máxima atención en su cuñada para que esta no le explicara más de la cuenta a sabiendas de que a la otra no le importaba en lo absoluto si era necesario repetirle una y otra, y otra vez.

Miraba la habilidosa mano de Freen hacer un triángulo en la blanca hoja con unas formulas para lo que suponía era calcular el valor de la hipotenusa, consistiendo en que la "a" y la "b" formaban parte de los lados del triángulo rectángulo denominados catetos, o así le explicó Freen.

—Este es nuestro triángulo rectángulo, ¿Vale? — Rebecca asintió observando lo que le indicaban las manos de Freen en la hoja. —. Este es el lado al que es igual a la raíz cuadrada de c que en este caso, c es el valor de la hipotenusa.

Freen continuó explicando con calma y de la manera más clara posible con tal de hacerle entender a Rebecca, quién a duras penas hablaba porque Freen conseguía notar la confusión en su rostro debido a unas cosas.

Fueron avanzando de a poco hasta que Rebecca consiguió retener el procedimiento correctamente luego de varios intentos y que la más baja quisiera que la tierra se la tragara cuando cometía algún error.

Durante la práctica estuvieron lo más concentradas y atentas a lo que hacían, tanto así, que a Freen se le olvidó o pareció no sentir los ligeros roces de sus manos cuando tenían que señalar algo del ejercicio matemático, pero eso no duró mucho.

—Creí que sería más fácil que los términos algebraicos. — dijo en un leve susurro que hizo reír a la más alta.

—No puedes ponerte negativa, Becc. Si lo haces, realmente se te va a dificultar aprender el tema. — Freen se detuvo al sentir la intensa mirada de su cuñada.

Giró su rostro en dirección a Rebecca, quien la miraba sonriente y aquella gentileza que la caracterizaba, que formaba parte de la ayuda del pequeño e intenso revoleteo de sentimientos sin nombre que causaba en ella.

La más alta deseaba con todo su ser saber por qué la miraba de esa manera y meterse en su cabeza para saber que pasaba por su mente en esos momentos.

—¿Sabías que las clases de matemáticas no son tan buenas? — preguntó la castaña haciendo que Freen frunciera su ceño.

—¿Por qué no?

—Porque tú no eres quien me da las clases. Sería mucho más fácil y útil, contigo es fácil aprender.

El corazón de Freen dió un vuelco ante esas palabras que parecían un simple cumplido, aún así eso no evitó que una creciente y deslumbrante sonrisa adornara sus labios. Bajó un poco su cabeza para ocultar el leve sonrojo de sus mejillas.

—Es lo mismo a que lo haga un profesor. — Rebecca negó frenéticamente, atreviéndose a tomar con suavidad el mentón de Freen para alzar su vista y ver esos ojos que comenzaban a despertar cierto interés en ella.

—Lo que un profesor tiene que explicar en dos clases para yo poder entenderle, tu lo has hecho en menos de media hora. — la más baja pudo notar el leve sonrojamiento de su cuñada, haciéndola ver tierna.

La última carta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora