|Capítulo uno|

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2:00 am.

Siempre me despertaba a la misma hora para nunca más volver a dormir hasta la 12am, tenía cien problemas pero solucionar mi horario de sueño me quitaría noventa y nueve de ellos. El problema es que es casi imposible solucionar algo con lo que llevas desde los trece, y considerando mis diecinueve años recién cumplidos, es demasiado.

¿Más de lo que puedo soportar? Nunca.

Estiré las piernas hacia afuera y conté hasta diez mientras daba inhalaciones fuertes, mis músculos dolían pero sabía lo que necesitaba. Por lo que no dudé en hacerlo, me coloqué los guantes y me encaminé hacia una habitación que antes solía tener a alguien habitándola.

Sombras y dolor me recibieron con felicidad y yo les abrí los abrazos en respuesta.

Si no puedes con el enemigo, únete.

🏐🏐🏐

Matemáticas está bien, ciencias por igual, biología...

Todas con una A que me ayudarían a entrar a la universidad que quiero. Oxford había sido mi sueño desde que me enteré que mamá estudió allá por un largo tiempo, cada vez que quería dejar todo solo tenía que pensar en ella.

Caminé de manera lenta y sin desespero, mi corazón late normal y no me gusta. Esta tranquilidad es rara.

¿Me olvido de algo? Siento que es así.

¿Por qué no estoy preocupada?

—Hey, nerd.

No detuve mis pasos, podía fingir tranquilamente que no lo escucho gracias a los audífonos en mis oídos. No obstante, sé de buena fuente que Downey nunca se rinde cuando quiere conseguir algo.

Estaba doblando la esquina para caminar toda la cera abajo cuando tiraron de mí como si fuera una muñeca, mis manos se hicieron puños y me controlé para no lanzar el primer golpe.

—¿No escuchas cuando te llaman? —quitó mis audífonos de su lugar.

Me fijé en su nariz y en que podría verse mejor con un golpe en ella, suspiré cansada y hambrienta. Mi apetito era igual de volátil que el clima, en mi sistema lo único que había era la enorme taza de café que me tomé antes de salir de casa, y seguramente ya no está en mi sistema.

—¿Qué quieres?

—Hablar.

—Lo siento, la psicóloga se encuentra en la oficina, no dentro de mí.

Rodó los ojos echándose hacia atrás, como si se hubiera dado cuenta lo cerca que estaba. Hizo una mueca al verme de arriba hacia abajo.

Sí, el uniforme no me quedaba como me gustaría además de que usaba un gran abrigo como acompañamiento.

Cagaban ropa más grande que mi size normal, y no usaba la falda que estipulaba el reglamento del uniforme, supongo que ser buena estudiante y dar la cara por la preparatoria cuando a competencias con otras se trata da buenos beneficios.

—No puedo creer que haga esto —murmura en su locura.

Retomé mis pasos dejando hablar solo, no necesitaba más mierdas ajenas en mi vida. Empero, volvió a jalonearme con más fuerza y está vez no controlé nada.

El golpe fue limpio y directo a su mejilla, en cuanto lo tuve lejos de mí acomodé mi abrigo y mochila para luego decirle solo una cosa.

—No vuelvas a tocarme.

Y me fui.

🏐🏐🏐

Tenía el departamento completamente limpio, a excepción de la habitación a solo unos pasos de la mía. Eran las tres de la tarde, mi estómago pedía más comida que el café amargo de esta mañana.

Si pudiera vivir solo de líquido, lo haría.

Pero ahí estaba, obligándome a comer cuando mi estómago estaba cerrado ante la idea. Piqué vegetales e hice arroz para luego cuando todo esté listo, ligarlo. Comí de espacio, completamente sola. Se podía escuchar la carcajadas de alguno de mis vecinos y el cantar de algunas aves, exhalé en cuanto terminé y con los dedos temblorosos limpié nuevamente.

Se podía respirar el olor a limón del limpiador junto con el ambientador detrás de la puerta colgando.

Relamo mis labios, chequeo la hora nuevamente. 3:40.

40 minutos desperdiciados en comer.

Las próximas tres horas las dediqué a terminar mis tareas, hasta que el mensaje del banco avisando que me han transferido me provoca dejar todo tirado. A las 6pm salía a correr solo para volver a casa a las 8pm.

Tenía un horario que yo misma me encargué de crear con tal de no estar sola aquí dentro y lo cumplía al pie de la letra.

Antes de salir tomé una larga respiración y comencé a trotar, a una distancia considerada de mi apartamento calenté antes de verdaderamente hacerlo. Empecé a ejercitarme como un modo de escape, a pesar que desde niña me atraían los deportes y era buena en la mayoría de ellos, nunca los hacía tan activamente.

Entonces la oscuridad llegó a mí y luché para no dejarme vencer.

Controlé mi respiración y la manera en la que respiraba, mis piernas dolían pero mantenía el ritmo. Tenía una playlist para ejercitarme sonando en mis oídos, dándome la motivación que a veces me faltaba.

En cuanto el reloj en mi muñeca vibró supe que ya eran las ocho y debía retroceder, los kilómetros habían sido corridos sin ningún contratiempo.

Estaba lejos de casa, pese a eso, no me sentí insegura.

Pesé por locales que me sabía de memoria, esta vez en un paso lento. Mientras caminaba repasaba todas los deberes que debía hacer, estaba tan ensimismada en eso que no noté la persona detrás de mí, ni pude hacer mucho cuando me tomó con fuerza tapando mi boca.

Sentí miedo al notar cómo me arrastraba al callejón más cercano, el vértigo se apoderó de mí obligándome a negar con la cabeza millones de veces.

Sentí el deja vu tomar mi cuerpo arrastrándome a una cadenas de recuerdos que se sintieron como latigazos. En cuanto mi espalda fue empujada bruscamente hacia la pared, comencé a hiperventilar.

—Maldición, cálmate. Soy Downey.

Entonces supe que moriría esa noche, y sin hacer mis deberes.



Note:

Está es una historia de solo 16 capítulo, es decir, una historia corta.

No es un romance lento de adolescente, en realidad, los protagonistas por más que se hieren con palabras sienten algo.

Atracción, podría decirse.

La escribo por diversión, tenía la idea en mente y debía sacarla antes de que terminara obsesionándome, hahahahaha.

Serán actualizaciones constantes ya que la historia está terminada (la terminé en tres o dos semanas), solo hay que editar ciertos detalles.

Los invito a leer, al menos para despejarse de todo el ruido allá afuera.

🖤

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