|Capítulo seis|

107 15 0
                                    


Downey May.

Dejo mi mochila caer en el que se supone es mi puesto por hoy, la clase del señor Little comenzaría en poco tiempo.

Viernes, es viernes y ella no se ha dignado a hablar conmigo.

Quisiera saber si planeaba no ir a verme en la práctica también.

Lo único que quitaba mi mal humor, era la reacción que recibí de la foto de Raisy. Ella le había dado me gusta.

Jodida mierda, una reacción tan vaga que no me decía nada, ¿qué carajo le gustaba? ¿Qué estuviera con alguien más?

Mierda y más mierda.

Resoplo, aburrido, saco mi celular de mis pantalones para desbloquearlo e ir a WhatsApp. El visto seguía presente luego de ese mensaje.

Gran juego.

¿Qué carajo estaba pensando para escribirle eso, Dios?

Aprieto la mandíbula, mi mente no deja de atormentarte con la pelinegra y su mal carácter.

Y sin lugar a dudas, no deja de atormentarte con ese momento en la cafetería.

Inhalo, llevando mi cabeza a mis manos. ¿Cómo es posible que alguien tan ácida huela tan dulce?

Porque Jade Matthews es un jodido limón de lo ácida que es, y pese a eso, olía a panecillos recién horneados.

Cómo almendras y coco.

Trago en seco, ella no tenía el derecho de estar metida en algo tan sucio como mi mente. Mucho menos ser la protagonista.

Pero ahí estaba, siendo la chica que encuentro semi desnuda en su departamento, la misma que observo jugar voleibol y no puedo apartar la mirada, la misma que me reta y es capaz de insultarme como si estuviera diciendo "por favor y gracias."

Solo Jade Matthews siendo Jade Matthews.

Estúpida nerd.

No me había dado cuenta de lo jodido que estaban hasta que la escuché llorar, no tuvo que haberme importado y por supuesto no tuve que haber sentido algo.

Pero lo sentí, sentí como si me golpearan mucho más fuerte que una tacleada en el campo.

Y de solo recordar el pequeño sollozo que escapó de sus labios, mismo labios que me perseguían en sueños, me hacía sentir como un idiota.

Podía decirle mierdas hirientes cada tanto, pero hacerla llorar nunca estaría en mis planes.

Así que, ¿debía disculparme?

¿Yo la hice llorar?

Probablemente no debí llegar de imprevisto a su casa, probablemente no debí presionarla tanto, probablemente no debí invadirla de esa manera.

Trago en seco, tal vez yo solo fui ese empujón que necesitaba para descargarse un poco, porque Jade era lo suficientemente orgullosa como para no llorar por imbéciles.

Y yo soy uno grande.

—Muy bien, chicos, celulares en silencio y guardados. Vamos a comenzar la clase.

Antes de hacerlo, mis ojos visualizaron su nombre de contacto. Hago puño mi palma libre para terminar guardando el objeto.

El lunes había escuchado a las amigas de Raisy mientras entrenábamos que irían a ver una película en la tarde al cine, quise ir aunque eso significaba estar en otra sala.

Pero ella sabría que sigo existiendo, porque increíblemente, luego de terminar conmigo ha estado actuando como si nunca hubiera pasado nada entre nosotros.

Sense Off |Español|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora