blue blood | enhypen

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— minah's pov:

Con dificultad subí la cremallera tras mi espalda, quería ser autosuficiente y ponerme el vestido yo sola, pero en este intento de independencia me estaba contorsionando y quebrando los brazos.

Celebré en cuanto sentí que lo había logrado, brinqué de felicidad, al menos este dolor de brazos no había sido en vano. Me dirigí al espejo y sonreí satisfecha, mirándome.

— Oh, me veo bonita. — tomé mi vestido y me moví de lado a lado, feliz. — Ojalá ellos también piensen que me veo linda.

Me senté sobre la cama, recordando las palabras de mi reflejo dentro de mi cabeza: "Mátalos" "Sálvanos"

¿Matar a quién? ¿Salvarnos de qué?

Me cuestioné mi realidad y mis pensamientos. Después de lo que pasó en el bosque, desperté en mi cama, y la única prueba que tenía de ese recuerdo, era mi pijama sucio y mi cabello húmedo, también el insoportable dolor de pies, pero fuera de eso... ¿De verdad dentro de mí había poder sobrehumano?

Me asomé en la ventana de mi habitación, había un árbol cuyas ramas estaban relativamente cerca de mi cuarto. Tragué grueso y estiré mi brazo fuera de la ventana, como si llamara a las hojas hacia mí. Cerré mis ojos pensando en que tal vez estaba loca, y de un susto los abrí de nuevo, al sentir como en mi brazo se enredaba una de las ramas y por poco se metía a mi habitación.

— ¡Mierda! — sacudí mi brazo con dificultad ya que estaba atrapado por la rama que me comenzaba a generar picazón. — Así que es cierto... — respiré profundo y cerré mis ojos, concentrándome. La rama se quebró por sobre mi brazo, como si hubiese explotado, y los pedazos de hoja y madera cayeron sobre el piso de mi habitación. — Si le cuento esto a mis padres, me dirán que veo mucho las Winx... — metí la basura bajo mi cama, dejando la nota mental de limpiarlo después.

Quería aferrarme a esta pizca de normalidad que este día y actividad del instituto me brindaban, y estaba posponiendo e ignorando la sensación de que pronto todo se arruinaría. Mi vida se sentía como esos días en los que ves el cielo oscuro, y sabes que va a llover, pero te aferras al pequeño rayo de sol que calienta tu cuerpo.

Terminé mi maquillaje mirándome al espejo con satisfacción, a pesar de que nunca lo hacía por flojera, me había quedado muy bien y me sentía orgullosa de mí misma por haber logrado verme bonita por mis propios medios.

Bajé las escaleras, mis padres me esperaban al final de estas, y me miraban de una forma que me hacía sentir lo más valioso en el mundo.

— Hija, te ves increíblemente bella. — mi madre me abrazó por los hombros, de una forma un tanto incómoda, tratando de no arrugar el vestido.

— Solo espero no caerme cuando llegue. — reí.

— No lo harás. — mi padre negó y vi sus ojos brillar.

— Pa, ¿vas a llorar? — lo miré con una sonrisa y me acerqué a él.

— Es que mi hija es muy bonita. — comenzó a sollozar, y mi madre riendo golpeó suavemente su hombro.

— Cariño, es solo una fiesta, no se está casando.

— ¿Te imaginas cuando se case? — tapó sus ojos con sus palmas. — Es un placer ser tu papá, mi niña. Podemos presumir que tenemos a la chica más hermosa del mundo como hija, amor. — miró a mi madre, quien asintió con calma. — Salió igual de bella que tú.

Sonreí enternecida viendo cómo mi padre abrazaba a mi madre por la cintura.

— Los amo. — ambos me miraron con una sonrisa y extendieron sus brazos hacia mí. Los abracé con fuerza. Todo estaba bien, mis padres estaban conmigo, me amaban y los amo, estoy bien.