blue blood | enhypen

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Desperté asustada, sudando y con la respiración irregular. No tenía plena consciencia de donde estaba ni cómo había llegado. A mi mente vino el recuerdo de lo que acababa de pasar, de la conversación que había tenido con ellos. ¿Acaso había sido todo falso?

—No fue un sueño —di un respingo al escuchar una voz hacer eco en el lugar. Era Nicholas, apoyando su hombro en una de las paredes y viéndome con sus brazos cruzados.

—¿Cómo sabes? —me levanté y caminé hacia él.

—Porque como por doceava vez tuve que ir a buscarte. ¿Tienen un imán incorporado? ¿O por qué siempre terminan encontrándose? —su voz sonaba irritada.

Lo miré unos segundos ignorando su pregunta retórica.

—Acércate —él frunció su ceño ante mi orden—. ¿Me vas a hacer repetirlo? Dije que te acerques.

Su cara no demostraba más que confusión, sin embargo, se acercó: —¿Qué pasa?

—Quítate la camisa —movió su cabeza hacia el lado y me miró de reojo, abrazando su cuerpo.

—¿Acaso quieres hacerme tu octavo novio? —su tono era sugerente

—No seas idiota. Jamás pondría mis ojos en ti —lo miré con desprecio.

—Pero me besaste —se defendió, sonriendo ladinamente.

—Estaba bajo los efectos del alcohol —contraataqué y sacudí mi cabeza volviendo al tema—. ¿Acaso no te duele esa herida en tu pecho?

—¿Me vas a sanar? —alzó sus cejas— ¿Cómo sabes que puedes hacerlo?

—Confía en mí.

—Suena irónico, ya que fuiste tú quien la causó.

—Es eso, o pelear solo con el 20% de tu capacidad.

—Que mandona. ¿Eres también así con tus novios? —mencionó mientras se quitaba la camisa.

—¿Puedes dejar de decir eso?

—¿Qué cosa? —tiró la tela al suelo y extendió sus brazos, como si estuviese orgulloso de su físico.

—Eso...que son mis novios —el volumen de mi voz descendió.

—¿Entonces? ¿Son tus esposos? —entrecerró sus ojos.

—¡Que no! No somos nada —dije dudosa.

—Uhh, pobres de ellos. No me gustaría que mi novia me niegue.

Rodé mis ojos y me alejé: —Supongo que puedes sobrevivir con esa herida comiendo tu pecho.

—¡No! —tomó mi mano y me acercó a él—. No te atrevas a irte —enarqué mi ceja debido a su tono dominante— ...por favor.

Con mi otra mano solté la suya que aún me sostenía. Me posicioné frente a él y erguí mi espalda, viendo en su herida la combinación de sangre vieja y nueva.

—Puede que te duela un poco —elevé mi vista a sus ojos—. De todas formas, privarte del dolor no es mi mayor ambición.

Él enarcó una de sus cejas y rodó sus ojos: —Muchas gracias —respondió sarcástico.

Puse mi mano en su pecho, sobre su herida, a lo que él dio un respingo. Con mi otra mano tomé una de las suyas y me concentré en sus ojos.

—Si me miras así, yo mismo me postulo como tu octavo novio...

Fruncí mi ceño y apreté su mano: —Esto es serio, no juegues.

—Pero no jugaba... —susurró y al ver mi semblante hizo de su boca una línea.