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— minah's pov:

Caminé hasta que la oscuridad se hizo mi compañera, no sabía exactamente a dónde iba, no sabía exactamente qué buscaba, pero definitivamente sabía que no quería estar con ellos un rato más.

¿Había sido mala idea venirme sola? Mis vellos de punta me decían que sí, y el sudor frío de mi frente lo recalcaban también. Me di la vuelta al escuchar una rama moverse, pero no había nadie, ni nada más que la vasta oscuridad.

Vi una pequeña luz flotar hacia mí, luego otra, luego otra...y otras más. Eran luciérnagas. Sentí mi corazón asentarse con tranquilidad.

Parecían saber lo que buscaba y me guiaron hasta un río, en el cual caía una catarata. Sonreí observando el agua fluir con la corriente, hacia el mar y sin pensarlo dos veces, me despojé de la ropa pesada que llevaba sobre mí, quedando únicamente con la camiseta de delgados tirantes y una especie de short ajustado que no iba más abajo de la mitad de mi muslo.

Metí primero mi pie, retrocediendo de inmediato por la temperatura casi congelante. Superé con rapidez mi miedo al agua fría y entré de un chapuzón, riendo mientras sentía cada extremidad de mi cuerpo hacerse una con el agua y su temperatura.

Suspiré relajada y me puse a flotar boca arriba, viendo la luna iluminar tenuemente la noche. En mi soledad los pensamientos encontraron lugar, y comenzaron a recorrer todo lo que había sido mi vida hasta hoy. Sentí una presión en mi pecho, el tiempo aun no me alcanzaba para asimilarlo. Y aunque ya era un hecho, no me sentía preparada para decirle adiós para siempre a mis padres.

No pude identificar el momento en el que una única lágrima había descendido por el rabillo de mi ojo, hasta desaparecer para siempre entre el agua dulce.

Tal vez Niki tiene razón, y sí soy una niña inmadura y egoísta.

El sonido anormal del agua generó un estado de alerta en mi cuerpo, logrando que con inmediatez mis pies tocaran de nuevo el suelo, observé el lugar del que provino el ruido y mis ojos se conectaron con los de Riki, quien ya tenía la mitad de su cuerpo metida en el agua, aun con su ropa puesta.

— ¿Qué haces aquí? — susurré dejando caer mis hombros y observando cómo movía sus manos en círculos, jugando con el agua.

— ¿Por qué? ¿Vas a huir de nuevo? — se fue acercando a mí con lentitud, y retrocedí lo suficiente hasta chocar con el borde rocoso del río.

— Aléjate, no sabes si estoy desnuda.

Sonrió ladinamente: — No lo estás.

— ¿Cómo podrías saberlo? — fruncí mi ceño.

Él, aún guardando distancia, levantó su mano en mi dirección y la dirigió a mi hombro, lugar donde con su dedo índice enganchó el tirante de mi blusa: — De todos modos, aunque estuvieses desnuda, el agua seguiría estando a tu favor, y te cubriría.

Vi su mano juguetear con mi tirante y por los nervios sentí que lo que no había comido se me subía a la garganta: — ¿Estás diciendo que si lo estuviese aún te acercarías?

Él mantenía su vista fija en su mano rozando el tirante, como acto seguido observó mi clavícula con lentitud y antes de que yo reprochara por la ausencia de respuesta, miró mis ojos: — ¿Tú dejarías que me acerque?

Mi corazón latía a mil por hora, estoy segura de que sería capaz de salirse de mi pecho y hundirse hasta quedarse atascado con las piedras del fondo. Él pareció notar o escuchar mis latidos, así que tuvo la increíble osadía de delinear las marcas de mi cuello con la yema de sus dedos.

Tomé valor y alejé su mano de mi cuerpo, por fin: — ¿Disfrutas verme nerviosa? — fruncí mi ceño.

— ¿Te pongo nerviosa? — relamió sus labios con lentitud, acercándose un poco más.

blue blood | enhypenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora