019, epílogo

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Narrador Omnisciente


Sunghoon salió de la cabaña mientras arrastraba desganado sus talones sobre el suelo, no entendía exactamente qué había sucedido o por qué había encontrado en Minah el brillo que adoraba tanto en Cerise.

Justo cuando había comenzado a despojarse de esa culpabilidad y del irremediable dolor de haberla perdido, vuelve a ver sus ojos en los ojos de alguien más. Quizá fue una confusión, o quizá había algo más detrás de la similitud que acababa de notar.

Sentía una fuerte presión en el pecho, y caminaba como en automático, sin brújula ni dirección, tal y como lo había hecho la noche que la perdió.

— Te necesito aquí conmigo. — susurró al aire dejándose caer de rodillas en el pasto, siendo iluminado apenas por la tenue luz de la luna, aquella que lo tenía condenado al sufrimiento eterno. — No soporto el extrañarte en cada paso que doy.

Sus manos aprisionaron su pecho intentando cesar el dolor que sentía en este debido al duelo y a la culpa.

— No puedo disfrutar las cosas hermosas porque te veo en ellas, te encuentro en cada atardecer y en cada estrella que resplandece al anochecer. Todo lo bello que hay y había en este mundo perdió valor porque ya no estás tú para admirarlo, de qué sirve vivir una vida en la que ya no puedo tomar tu mano... — su voz se entrecortaba por las lágrimas, gruesas gotas que se deslizaban por sus mejillas, aumentando cada vez más su cantidad. — Vuelve a mí, mariposita, por favor.

Enterró sus manos en el pasto, sintiendo la tierra abrazar sus falanges. No podía dejar de llorar, hacía mucho tiempo que no lo hacía, todos esos sentimientos y dolor que había estado escondiendo ahora salían en forma de agonizantes lágrimas y audibles lamentos.

Había perdido su vida, y tiempo después, perdió a quien le hacía desear continuar vivo.

El pasto que lo cobijaba se había prendido en fuego, dejar salir sus sentimientos hacía que sus habilidades se desataran también. Se levantó tambaleante, respiró profundamente y agitó su brazo por encima del fuego, apagándolo casi de inmediato.

Escuchó unas pisadas tras de sí, de forma instintiva movió su mano con rapidez, y las ramas secas del suelo volaron como cuchillas en dirección al dueño de las pisadas.

— ¡Maldita sea, Sunghoon! — Riki había detenido en el aire aquellas ramas que amenazaban con traspasarlo. — ¡No puedes hacer eso! ¡Menos aquí! — caminó furioso en dirección a su atacante. — Pudiste haber lastimado a un ser humano, ¿sabes el problema que desataría eso? Incluso si no lo hubieses lastimado, el solo hacer uso de tus habilidades ya generaría un problema. — esperó respuesta, pero su amigo no parecía estar dentro de sus cabales. — ¿Sunghoon? ¿Estás bien?

El mencionado levantó su mirada: — Lo lamento, insoportable. Claro que estoy bien. — de pronto una sonrisa algo...perturbadora se asomó en su rostro. — Me asustaste, ¿y los demás? ¿andas solo? — se asomó tras el menor, colocando amigablemente su mano en su hombro. — Vamos.

— Pero..tú... ¿en serio estás bien?

— Shh, disfruta el silencio de la noche, Niki.

Pronto se encontraron con los demás, los mayores invitaron a los menores a su cabaña, lugar donde encontraron a aquellos dos dentro del baño.

Lee Heeseung sin su camisa y con un aspecto entre asustado y aliviado.

Moon Minah con un terror adornando sus suaves facciones.

Quién diría que, Park Sunghoon en su corazón sentiría la necesidad de protegerla.

Ahora había un nuevo jugador en el juego.

blue blood | enhypenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora