TODO Y NADA

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Capítulo 21

Los labios de Michaell estaban sobre Amelia, cálidos, dulces y emocionados, haciéndole cosquillas en el rostro cuando juguetonamente olvidaba su boca para depositar besos fugases sobre su nariz y mejillas.

<<< Era un buen besador >>> pensaba Amelia sonriente al mismo tiempo que las manos de Michaell en su cintura la acercaban a su cuerpo.

Llevaban así ya un tiempo, tirando y cediendo, aquí y allá, pero nada lo suficientemente comprometedor como para decir que tenían algo serio.

Después de que el grupo de Cassiel derrotara al Cesar hace dos meses y expulsaran junto con él a sus seguidores y recolectores, las cosas se habían vuelto bastante tranquilas.

Con la nueva dirección bajo la que operaba el Coliseo, tuvieron que reponer la perdida de varios puestos que eran manejados por gente del Cesar, por fortuna Cassiel había estado haciendo sus alianzas con grupos cercanos lejos de los oídos de Efrain y con los nuevos acuerdos, incluida la hacienda, todos saldrían beneficiados no solo por la comida, lo que los llevo a una temporada de aparente calma para gran parte de la frontera entre Texas y Chihuahua.

Samantha como única Doctora en un radio de 3000 Km a la redonda del Coliseo, se ocupó de enseñar a quien estuviera dispuesto a aprender, para suerte de sus acompañantes eso significaba pasar una semana disfrutando de lo que el Coliseo tenía para ofrecerles. Eso y el intercambio de personas entre los distintos grupos les estaba permitiendo llegar a conocerse y desarrollar una especie de comunidad, lo que también resulto muy beneficioso para la hacienda pues les permitió expandir los terrenos de cultivo, y tener un mayor número de vigilantes en todas las áreas.

Michaell abandono los labios de Amelia un segundo, sonriendo cuando aquellos ojos dorados se abrieron para mirarlo.

—¿Qué? —preguntó Amelia con una sonrisa curiosa en sus labios.

Amelia tenía muchos limites, a la mala Michaell había aprendido que no debía intentar sobrepasarlos y por concejo de otros tomo nota en que debía dejar que ella diera el primer paso, pero se estaba impacientando. Sentía que estaba esperando algo que nunca llegaría y no sabía cómo abordar el tema sin asustarla, porque ¿Qué pasaría si ella no estaba en la misma sintonía que él?

—No es nada, solo estoy cansado del viaje —verdad a medias, no creía necesario preocuparla diciéndole que casi era mordido en la última salida de exploración.

—Ve y descansa un poco, podemos vernos después de la cena, de todos modos, si no aparezco pronto Taylor no me dejara en paz por horas —rodó los ojos alejándose de la pared contra la que estaba.

—¿Quieres que te acompañe? — Michaell sonrió reteniendo sus manos.

Amelia rechazo la oferta con un encantador movimiento de cabeza.

—Me perdí las veces suficientes para saber cómo llegar al área médica —le guiño un ojo para recordarle que muchas de esas veces él la había encontrado.

—De acuerdo —río inclinándose para depositar un beso rápido en sus labios antes de dejarla ir.

A Amelia siempre le había gustado pasear en lugares desconocidos. Solía meterse en muchos problemas con sus padres por eso, pero lo encontraba relajante, casi aburrido también y aunque muchas veces intentaron controlar los lugares a los que iban para evitar que se metiera en problemas, no había mucho que pudieran hacer si las cosas comenzaban a pesar demasiado en su cabeza.

Todos tenían su forma de afrontar las cosas. Su padre tenía el campo de tiro, su madre la lectura y, pese a que le era reconfortante, ella prefería explorar, conocer su entorno y controlarlo tanto como pudiera, de esa manera nada inesperado sucedería. Por otra parte, D...

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