Capítulo 10

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El sonido de un disparo despertó a todos en la Hacienda.

Antes de que el eco de un segundo desapareciera, Amelia ya estaba fuera de la cama mirando por la ventana. Dejo que sus ojos se acostumbraran a la escasa luz del exterior, mientras se concentraba en despejar la mente del sueño.

—¿Qué sucede? — Allison murmuró adormilada, tallando el sueño lejos de sus ojos.

Era el tercer día en la semana que acababan durmiendo juntas tras una pesadilla. Para entonces Allison ya había aceptado que Amelia no la buscaría por no molestarla, así que opto por mudarse unos días a su habitación.

Amelia observó la oscuridad del otro lado de la ventana, concentrándose en detectar algún movimiento o ruido que pudiera alertarlas del peligro que enfrentaban, pero la noche fría y silenciosa no parecía dispuesta a revelar sus secretos.

—Está muy oscuro —Amelia frunció el ceño a la oscuridad.

La puerta se abrió sobresaltando a ambas, mientras Daniel les lanzaba una mirada irritada por haber sido sacado de la cama tan temprano.

—Un par de infectados rompieron una sección de la cerca en el lado sur, uno cayo dentro del pozo, pero Taylor evito que otros dos lo siguieran.

—¿Vienen más con ellos? —preguntó Allison, ahora más despierta, apartando las sabanas.

—Media docena, quizás el ruido atraiga a otros. Hay que reconstruir la cerca antes de que lleguen —se alejó por el pasillo sin esperar a que lo siguieran.

Allison se movió rápidamente para cambiar el pantalón de dormir por uno de mezclilla y calzarse las botas apresuradamente antes de tomar su chaqueta, olvidada en la mesa junto a su navaja de bolsillo, y su cuchillo de caza. Cuando se dio la vuelta encontró a Amelia completamente vestida e inclinándose junto a su lado de la cama para tomar el hacha recostada en el suelo. Ambas salieron de la habitación corriendo en dirección a la puerta principal siendo golpeadas por el frio de la mañana.

Allison escucho la maldición escapar de los labios de Amelia encogiéndose dentro de su sudadera cuando alcanzaron a los demás.

—No debería haber terminado ya el frio —Amelia se quejó exhalando aire caliente de su boca para calentar sus manos—. Es Texas, se supone que debería hacer calor a todas horas.

—¿No naciste en un lugar con temperaturas bajas?

—Nací en una ciudad de climas templados, para nada comparados con Texas o Washington y aunque he pasado casi la mitad de mi vida viviendo en Washington nunca pude agarrarle gusto al frio —explicó cruzándose de brazos, guardando las manos bajo las axilas para mantenerlas calientes.

Llegaron a donde los demás se encontraban, percatándose de los dos cadáveres de infectados que Taylor abatió de un solo disparo desde un lugar del que a los demás les hubiese tomado minio tres intentos.

—¿Cuál es la probabilidad de que ellos estén aquí después de casi dos meses de ausencia? —pensó Amelia para sí misma con la intención de que los demás escucharan.

—Salieron de algún lado —coincidió Samantha tomando el cuchillo largo que John le entregaba, muy similar al que Allison sostenía en su mano.

—Quizás vienen de la ciudad —sugirió Cassandra llegando junto con Lyvia.

—Pensaremos en eso más tarde —asintió John mirando a la sección destrozada—. Cassy. Lyvia y tu vayan al cuarto de vigilancia, no queremos más sorpresas.

Ambas chicas asintieron antes seguir su orden.

—Sam, Alli ¿Creen que podrán con ellos mientras reparamos el agujero?

AMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora