Capítulo 26

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Llegaron a Little Rock poco antes del atardecer. Cuando las casas de la periferia comenzaron a verse en el horizonte, Amelia no pudo evitar pensar que aquel viaje no había sido tan buena idea después de todo. Quizás se había apresurado, no se sentía lista para lo que encontraría ahí. Aun podía dar la vuelta y regresar, o solo seguir de largo y no detenerse.

—Oye —la voz de Allison la sacó de sus pensamientos. Se veía preocupada y fue hasta que una mano cubrió la suya, que se percató de lo tensa que estaba y la velocidad a la que iban.—Estoy aquí.

Amelia esbozo una pequeña sonrisa de agradecimiento y disculpa mientras comenzaba a reducir la velocidad. Media hora después, aun a las afueras del centro de la ciudad, Amelia detuvo la camioneta frente a una casa completamente oscura y silenciosa con las ventanas bloqueadas por tablones de madera cruzados en forma de X. Tenía un par de buenos recuerdos en ese lugar, Amelia lo reconocía, pero no era lo suficiente para evitar que quisiera dar la vuelta y alejarse. 

Allison espero en silencio a que tomara una decisión, mientras observaba intranquila los alrededores. Las calles le habían parecido extrañamente libres de infectados, en especial cuando comenzaron a aparecer cuerpos en descomposición, todos acomodados en las laterales para no interferir con el paso de los vehículos. Alguien se había tomado la molestia de colocarlos de esa manera, lo que significaba que tal vez aquella ciudad no estaba tan abandonada como a simple vista parecía. Allison no estaba completamente segura de sí Amelia se había dado cuenta de ese detalle, pero evitaría comentarlo al menos hasta terminar lo fueron a hacer.

Amelia finalmente se movió dejando escapar un suspiro tembloroso, soltando el volante que había estado sosteniendo con fuerza y descendiendo de la camioneta. Caminaron en silencio hasta el pórtico de la casa, deteniéndose solo el tiempo que Amelia tardo en girar la cerradura. Allison escucho la profunda respiración que tomo antes de empujar la puerta y entrar. El interior estaba en completa oscuridad, despidiendo un olor a humedad y encierro que invadió sus fosas nasales en cuanto puso un pie dentro. Con la pequeña lámpara que había tenido la previsión de echar a su mochila, Allison ilumino su camino mientras su otra mano se mantenía cerca del arma colgante en el cinturón en caso de que la necesitara .No se escuchaban ruidos que alertaran la presencia de algún infectado y solo sus pasos hacían eco en el silencio al aproximarse a la puerta que conducía, al sótano.

—Ese día —Amelia habló sobresaltando a Allison—. Salimos a buscar comida y gasolina para el viaje cuando nos topamos con un par de infectados en el supermercado. No Valía la pena el riesgo, calcule que con lo que teníamos alcanzaría para llegar a Coahuila y de ahí nos las arreglaríamos hasta el rancho, así que decidí dar la vuelta —Amelia trago saliva con fuerza—. Entonces los vimos, decenas de guardias de Ouroboros. No había forma de escapar, no sin pelear y creí que el camino más seguro seria a través de los infectados hacia la puerta trasera. Mi único pensamiento en ese momento era salir de ahí, no regresar y por un momento me olvide de Diego. Para cuando me di cuenta era demasiado tarde —Amelia miro a Allison por sobre su hombro antes de continuar—. Esta es la razón por la que no puedo dormir por las noches, por la que me aterra pensar en un futuro —bajo la mirada hacia la puerta llevando su mano temblorosa a la perilla oxidada—. Porque debí haber sido yo.

Amelia giro la perilla, revelando unas escaleras de madera que descendían a la habitación sumida en la penumbra. Donde el olor a humedad y muerte era asfixiante y los gemidos escalofriantes comenzaron a alzarse en su interior. Amelia cuadro los hombros y tomo una profunda respiración agarrando valor para comenzar a descender por las escaleras. Mantuvo la vista fija en el suelo, el pasamanos, sus pies, cualquier lugar que evitara hacer contacto directo con su hermano, pero todo aquello termino en cuanto el haz de luz ilumino el cuerpo y los pasos de Allison se detuvieron. Supo que había llegado el momento de mirar. No había esperado que la imagen frente a ella la hiciera tropezarse con sus propios pies registrando el temblor de su mano cuando sus ojos se encontraron con el cuerpo en descomposición, delgado y apenas reconocible de Diego. Amelia se paralizo en su lugar, sintiendo como aquel espacio comenzaba a cerrarse sobre ella, aislándola en ese pequeño cuarto junto a él. Regreso a ese momento, cuando volvió de la casa de al lado con lo necesario para tratar la herida de bala en el abdomen de su hermano, solo para encontrarlo muerto. La soga permanecía en su lugar alrededor de su cintura. Había sido listo, sabía que ella no regresaría antes de que se convirtiera y el solo pensar en lo asustado que debió estar...Nunca debió haberlo dejado solo. 

AMELIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora