Capítulo 20.

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Hay momentos de la vida en donde es inevitable que no pases arrecheras y yo de pana, pero de verdaita que estaba comenzando a pensar que en mi vida no eran momentos sino todo el tiempo, porque verga, eso no era normal que yo pasara arrecheras a lo maldita sea por culpa de los demás, de paso. Y es marico, yo no podía creer que había gente tan guebona estudiando conmigo como para dejarse agarrar el día antes de un examen para estudiar y de paso, andar pretendiendo que uno le pase las respuestas.

Como si estuviésemos en el colegio, ve tú.

Pero dejando de lado que casi que se me explota la vena de la frente porque casi que me raspan mi examen por culpa de un cabeza de guebo sin oficio, hoy era el día que iba a salir con Beomgyu y tenía esos nervios como si fuese esa vez que mi mamá me dejó sola en el consultorio médico porque tenía cosas que hacer y yo ya estaba grande como para ir al doctor sola. No le había dicho a nadie que íbamos a salir, pero ni a mi mamá, porque después se despertaba esa mamadera de gallo y no marico, esa gente se pone intensa cuando hay material para meterse con uno, que te digo yo. Pero la vaina era que andaba emocionada, nerviosa y parecía que había inhalado como tres kilos de perico.

Moral que sí.

Realmente no me había salido del cuarto desde que había llegado de clases, primero porque aún tenía la energía desbalanceada por lo del examen y segundo porque estaba como una guebona viendo el closet para ver que era lo que me iba a poner mas tarde. Estaba consciente que andaba mariquísima, con esas hormonas revolucionadas, pero tampoco era como que pudiese meterme tres horas a bañarme mientras se me olvidaba la vaina porque siempre terminaba volviendo a la conversación que habíamos tenido ese día por la noche y a lo marica que me veía sonriéndole a la nada, Beomgyu causaba en mi tanto que hasta el lado que no se prestaba para las cursilerías andaba bailando vale la pena con una escoba con la cara del chamo, échale bolas.

Pegué madre brinco cuando la puerta del cuarto se abrió de coñazo dejando ver a mi papá con los lentes resbalándole por la nariz y la ropa del trabajo, lo mas probable es que fuese a pirar de nuevo después de comer y descansar un rato.

──Ajá, que andarás haciendo carajita, que te asustaste toda. ──se rió, quedándose parado en la puerta mientras yo tenía media bota puesta, pendiente de ver si el outfit estaba chiquiluqui o no. Mi apá se me quedó viendo con la ceja enarcada── ¿Pa' donde vas tu y con permiso de quien, Alexandra?

──De Dios y el espíritu santo. ──respondí, tratando a duras penas que se hombre no se diera cuenta de la vaina── Voy a salir más tarde.

Me echó una mirada, mirándome de arriba abajo antes de asentir, señalándome con el dedo momentos después.

──Me voy a llevar la Merú porque la camioneta tuve que dejarla en el taller por una falla que tiene y ni modo que me vaya a pie con este sol tan hijo e' puta. ──me informó, sabiendo que quien usaba más ese carro en la casa era yo, porque si dependía de mi señora madre, ella se iba a pie a donde fuese── Le dices al carajito ese que te venga a buscar y no te traiga tarde. Tu crees que uno es bolsa y que no se da cuenta que vas a salir con Francisco.

Aló, ¿CSI? Por favor pa' que le firmen un contrato a mi papá.

──Coño, pero papi. ──me quejé, pataleando un con la bota mal puesta── No le vayas a decir a...

── ¡Anabel a que no sabes con quien va a salir la niña! ──ni siquiera me dejó terminar de hablar, simplemente se giró como si no existiese a hablarle a mi mamá que seguramente estaba viendo la novela turca en el cuarto── ¡Yo creo que al fin le va a pedir que se empaten! Me debes diez dólares, bájese de la mula.

Se fue marico, se fue dejándome con la media bota puesta y la boca abierta porque ya sabía que a partir de ese momento no tendría un solo segundo de tranquilidad hasta que le dijera a alguno de los dos que sí, que por fin me había hecho novia de Beomgyu Francisco y eso si es que me lo pedía. Casi al mismo tiempo que mi papá salió del cuarto la puerta se volvió a abrir y Daesun pasó como perro por su casa, dejando caer el madre bolso que tenía en la espalda en la cama y ella misma se acostó, mirándome con una sonrisa grande en los labios y las manos entrelazadas en su estómago.

𝐃𝐄𝐋 𝐎𝐃𝐈𝐎 𝐀 𝐋𝐎𝐒 𝐂𝐎Ñ𝐀𝐙𝐎𝐒. ━ Beomgyu. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora