Las cartas de su padre le decían que lo recogería en el puerto principal de las islas niponas. Aquel exotismo desprendido por las tierras más cercanas al mundo de la seda no se comparaba en nada con las estepas rusas en las que él habitaba. Su padre se dedicaba al negocio y tenía muchos amigos en muchas partes, no por ello él también tenía aquellas conexiones, pero como varón e hijo único, tenía la obligación de aprender del honorable oficio de su padre para retomarlo una vez su padre tuviera que descansar. Y las relaciones mercantiles eran algo que, no podía negarlo, le interesaban... pues sentía una gran curiosidad por las culturas que se extendían en los diferentes mundos en los que estaba. La cultura del archipiélago nipón, desde luego, era una figura que le parecía tan erótica y expresiva que no podía evitar quedar maravillado con cada detalle en que sus ojos se posaban conforme bajaba del barco y se dirigía hacia su padre.
Una cigala recorrió su visión y momentáneamente perdió de vista a su padre, y se despistó en una maravilloso puerto mercantil con los más exóticos y bellos objetos.
Regresó la vista a su padre y este mismo emprendió la marcha hacia donde la reunión con el alto cargo nipón tendría lugar. Tenía que admitir que sentía curiosidad por cómo la casa de un nipón tradicional de alto cargo sería... Quería conocer cómo era la jerarquía, la forma de gobernar la casa, el sistema de la propia casa, y si la noble casa tenía trabajadores a su servicio o no. A partir de aquellos detalles, Emir aprendía mucho sobre el mundo. Por ello, las pocas veces que iba con su padre, solía anotar todo tipo de cosas en pequeñas libretas que después almacenaba y releía cuando llegaba a casa, era su fuente principal de conocimiento.
Todo lo que observaba quedaba recopilado como si fuera una especie de diario personal en el que redactaba en primera persona sus sentimientos más íntimos, después de todo, aquello que veía y aquello que sucedía a su alrededor, además de todo lo que escribía, no sería leído por nadie más que él. Su padre no tenía interés en lo que escribía y su madre nunca tocaba sus cosas. Pero si lo hicieran, tal vez se sintieran decepcionados por la forma tan "romántica" de hacer sus anotaciones.
- Fue un buen viaje.- murmuró por lo bajo mientras inclinaba ligeramente como si fuera un saludo, aunque su padre estaba de espaldas y ese gesto no sería correspondido o visto.
No hubo respuesta. Torció su labio, tal vez fue algo inapropiado hasta cierto punto el haber intentado irrumpir el silencio en el que su padre estaba sumido, pensando las palabras necesarias para la futura e inminente conversación japonesa que tendría con el alto cargo.
- Haz lo que digan, los nipones pueden ser peligrosos.- las palabras de su padre hicieron que su cuerpo se estremeciera.- No tomes apuntes en la libreta, tal vez crean que eres un espía.
Emir bajó los ojos inconsciente hacia la libreta de mano en su bolsillo, y subió la vista hacia su padre, apenado por no poder tomar apuntes durante la conversación de todo lo que veía, oía y sentía, a pesar de que él no iba a decir una sola palabra en aquella conversación, solo era un mero acompañante de su padre. Tampoco conocía la lengua, así que sus notas serían un mar de confusión puramente estilístico y sentimental.
- Bien.- aceptó.
Llegaron a las afueras de aquella ciudad costera y una puerta majestuosa de un tono rojo impresionante se alzaba ante ellos con una placa en la parte superior en la que podía leerse: "Familia Blue" en japonés, y aunque no sabía nada del idioma, solo las cosas que su padre le había dicho, como por ejemplo, el nombre de la familia o el nombre de los integrantes de esa familia, Emir sentía interés por dicho idioma y estaba dispuesto a entregarse en cuerpo y alma por tal de aprenderlo. Ante ellos, una masiva y escandalosa subida de escaleras de piedra que no parecía ir a finalizar nunca dado a lo escarpadas que eran daba inicio en lo que parecía ser una subida al cielo. Dos hombres custodiaban aquella puerta torii.
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52.- Belleza nipona (Gay / Homosexual)
RomanceEmir Kozlow es el hijo de un gran negociante con amigos por todas partes, y él, como hijo único y varón, tenía la obligación de aprender el honorable oficio de su padre para reformarlo una vez él tuviera que descansar... Las relaciones mercantiles e...