II

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- No te quedes atrás.- ordenó su padre captando su atención y despertándolo del trance.

- Perdón.- se apresuró a seguirle el ritmo más de cerca.

Dos osos en posición cuadrúpeda se imponían en mármol blanco en la entrada, uno con un pescado en la boca, un salmón, el otro con una rama de bayas, posiblemente moras o frambuesas por la forma... aquellos osos eran la representación de la familia, de alguna forma, no sabía el motivo por el cual se representaban con fieros osos y no como imponentes leones o mortales dragones, lo cual solía ser lo típico en aquellas piezas de mármol que presidian la entrada.

Un pasillo de piedra adornado por los lados por arena moldeada con unas formas esféricas y espirales hipnotizó sus ojos, obligándolo a seguir el recorrido sobre la arena blanca, pura, deslumbrante... había un par de fuentes en el centro de aquel banco de arena blanca. Un porche de madera, ancho y oscuro, con pilares azul marino que sostenían la estructura formaban una U imponente, que se extendía desde la entrada en la que los dos osos se encontraban, hasta el centro al cual se dirigían y en el cual una puerta corrediza de papel (o lo que parecía ser papel) se abrió con un gentil desliz hacia al lado derecho, después, la otra puerta, hacia el lado izquierdo, y un hombre con un yutaka negro y blanco se presentó ante ellos con una postura elegante, extendiendo los brazos como Cristo en la cruz, o al menos aquella fue la incomparable visión que tuvo Emir al verlo saludar a su padre con los brazos extendidos.

- Lo estaba esperando... Parecían haber pasado años desde la última carta.

- Debo admitir que así es la sensación en lo personal para mí también...- la respuesta favorable de su padre indicaba la buena relación que aquellos dos hombres aparentemente tenían.

Subieron un par de escaleras pacimentadas y se adentraron en el porche, en el que se descalzaron elegantemente antes de llegar a la madera y sus pies fueron acomodados por unos calcetines blancos con unas sandalias de bambú iguales a las del hombre, pero con una decoración considerablemente menos ostentosa, principalmente por la ausencia de los decorados con motivos florales en las sandalias que ellos portaban. Se adentraron en una habitación con suelo de madera, sobre el cual, una alfombra azulada, un tono azul melódico, armonioso y acompañado de una decoración de muebles naturales, tonos maderas y calidez en el entorno. Un biombo extendido cubría la puerta de entrada a otra de las habitaciones, pero podía escuchar a la perfección como algo estaba pasando al otro lado de aquel biombo. Posiblemente las damas del hogar estarían trabajando y el biombo había sido colocado para obstaculizar aquella vista tan posiblemente denigrante a consideración del hombre. Emir no podía dejar de mirar de lado a lado y en cada momento veía un detalle nuevo que en la vista anterior no había podido visualizar. Si tan solo pudiera anotar en su libreta...

- ¿Cómo se llama su hijo? Nunca lo mencionó en las cartas.

- Emir Kozlow.- respondió con orgullo, ese detalle provocó que Emir girase la vista hacia él.

- No parece entender la lengua.

- No la conoce, desgraciadamente. No he tenido el suficiente tiempo para enseñársela, pero de todas maneras, quise traerle para que empiece a ver mundo, porque va a heredar mis conocimientos. Y usted sabe lo que acordamos...

- Tengo a mi única hija que puede enseñarle la lengua en el transcurso del tiempo que pase usted aquí. Considerando que nuestros negocios van a ser duraderos y las negociaciones considerablemente extensas, ¿Qué mejor que empezar a practicar el idioma?

- ¿Tal es así? ¿No vamos a alcanzar un acuerdo rápido?

- Lamentablemente eso no va a ser posible.

Emir miraba de lado a lado, intentando entender algunas de las palabras e intentando interpretar la expresión de su padre. Aparentemente se marcaba el nerviosismo o la frustración y no entendía el motivo. Emir hizo una mueca interna con el labio y se rascó la nuca disimuladamente, sintiendo insatisfacción y algo de rabia por no ser capaz de identificar ninguna de las palabras.

- Emir.- se tensó repentinamente, pensando que el hecho de rascarse la nuca disimuladamente hubiera o pudiera haberse visto ofensivo, giró sus ojos azules como el hielo hacia los de su padre.- Las negociaciones serán largas...- que su padre le estuviera diciendo aquello significaba que no serían solo algunas horas hasta el anochecer, tal vez, significaba que tal vez serían días enteros.- Mientras estemos aquí, aprenderás japonés con la hija de la familia Blue.

- Está bien.- asintió con la cabeza.- Suerte...- animó mientras veía de reojo al hombre de cabellos negros cortos hablar entre susurros con uno de sus hombres, el cual se había acercado y arrodillado con suma delicadeza y solemnidad.

- Esfuérzate.- asintió con la cabeza.

- Mi mano segunda guiará a su hijo con mi hija.- el padre del azabache degradado y de ojos azules se giró hacia su hijo y le tradujo las palabras.

Emir asintió con la cabeza y se levantó elegante, lento. El hombre, su guía, hizo una leve reverencia ante Emir y su mano, recta, palma firme, señaló una puerta corrediza oculta por el biombo y se adelantó un par de pasos para moverlo y permitirle pasar.

En efecto, tras el biombo se ocultaba una escena de trabajo. Las gentiles mujeres que trabajaban para la familia Blue se encontraban cosiendo telas, posiblemente un nuevo traje para el patrón y pintando porcelana blanca a mano, con motivos florales, flores rosadas, los famosos Sakura que siempre observaba en sus libros.

Recorrieron la sala, Emir sintió la atenta mirada de las cuatro mujeres que se encontraban tejiendo o pintando, pero no cruzó su mirada con ellas. Su guía lanzó un comentario estricto que no entendió, y las miradas se disiparon, así que Emir asumió que sus palabras tal vez fueron: "vuelvan al trabajo". Recorrieron la sala y se adentraron por un pasillo. A su derecha, una fina pared de papel blanco pintado con delicadeza siguiendo fieles y firmes líneas negras que dibujaban y recitaban gentiles poemarios haiku, dejaba poco a la imaginación de lo que sucedía al exterior. Un sol celestial se adentraba sin problemas por el pasillo. A su izquierda, puertas corredizas con el mismo papel tenían motivos decorativos florales, primaverales tal vez. La importancia que aquella familia le daba a la primavera posiblemente se debía a que los osos finalizaban su hibernación y se dedicaban a buscar comida para recuperar el tiempo que estuvieron durmiendo todo el invierno, casi como si fuera una especie de revivir espiritual en cierto modo.

Su guía se detuvo delante de una de las puertas.

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Emir es un personaje, al menos en esta historia, que es muy observador y tiene en cuenta muchísimos detalles. Por ahora solo hemos conocido la relación que tiene el padre con su amigo o su socio de negocios... (Y sabemos que este, tiene una hija)

En realidad, el tema de los negocios sí es algo importante aunque no se le dé tanta relevancia en un primer momento.

Pero es una conversación privada, o al menos un cúmulo de estas uwu

Me gusta bastante la composición de tonos azules con tonos madera, aunque en lo personal son más de los colores verdes, pero en este caso no podía poner verde, si la familia literalmente se llama azul.

Con las puertas torii del primer capítulo no pude hacer una excepción, porque literalmente esas puertas, sea como sea, pase lo que pase, siempre son rojas... Pero el azul y el rojo hacen un buen contraste, supongo/?

Aquí las opiniones del capítulo ------------------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

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52.- Belleza nipona (Gay / Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora