Además de aquel cuenco de arroz blanco que acompañaba el pescado y la ensalada de lechuga, col, apio, puerro, tubérculos y salsa de soja, les sirvieron varias copas de sake, al menos a su padre, a él agua.

A la mañana siguiente, notó como la noche había sido extraña, su cuerpo no estaba del todo acostumbrado al cambio de horario y era evidente que tal vez se encontrara resentido por la intensa sesión de estudio que tuvo el día anterior. Cuando salió de la habitación, el hombre que el día anterior fue su guía hacia la habitación de Hen Tor, gesticuló para acompañarlo al comedor, a la sala de estar principal en la que la mesa estaba servida. Su padre y el señor Blue ya estaban sentados uno enfrente del otro.

- Buenos días, hijo.- saludó su padre fríamente, Emir no supo interpretar la frialdad repentina.- Nos encontrábamos negociando desde el amanecer... Parece que el tiempo que permaneceremos aquí será más extenso, lamento informarte de que tal vez tus clases tengan que ser retrasadas.- Emir tenía un maestro particular en Rusia, dado a que estaba con su padre de viaje en Japón, sus clases tuvieron un parón de una semana, pero no era solo por eso, pues también se daba por la ausencia del maestro por una enfermedad altamente contagiosa y preocupante.

- No hay problema, padre.- murmuró con un tono calmado mientras se sentaba a su lado sobre la moqueta azul, cruzándose de piernas y acercándose a la mesa baja de madera.- Lo primero es tener una negociación fructífera y una conclusión ventajosa para ambos, mis clases no son un problema, de todas maneras me encuentro aprendiendo aquí.- su padre pareció satisfecho por esa respuesta.

- En ese caso, aprende mucho.- Emir asintió.

- Espero que hayas descansado, hoy Hen Tor también te enseñará cultura básica.- asintió con la cabeza girando los ojos hacia el hombre.- Si ella es excesivamente brusca y rebelde, avisame inmediatamente y la reprenderé.- volvió a asentir.

- De acuerdo.

A través del rabillo de su ojo, mientras desayunaban una omelette estilo occidental con judías rojas y arroz (Iba a tener una indigestión de tanto arroz, en serio), pudo observar a Hen Tor desayunando en completa soledad en una habitación a parte, separada por un biombo que no había sido bien colocado por los hombres al servicio de la familia Blue. Aquello confirmó su teoría de la noche anterior. La separación en la costumbre de la alimentación femenina y masculina no era únicamente por la presencia de extranjeros y/o invitados, era algo normativo en aquella familia.

Emir sintió muchas ganas de preguntar tentando sus más profundos sentidos de la curiosidad, pero tuvo que contenerse y apretar un poco los palillos con los que estaba deslizando los pedazos de omelette con arroz y judías a sus labios.

Arroz para desayunar debería ser declarado pecado capital.

Inspiró profundamente cuando salió de aquella sala, permitiendo que las negociaciones entre su padre y Blue fueran a otro nivel. Pues el alcohol fue lo primero que estuvo presente entre ambos, así que no estaba seguro de cómo terminaría eso. Emir rodó los ojos, no sabía qué sería peor, ver una competencia entre su padre y Blue consumiendo alcohol hasta el desmayo o verlos discutir después de emborracharse.

Carraspeó mentalmente para tranquilizar las malas vibras de sus pensamientos, y para calmar su ánimo, definitivamente empezó a escribir en su libreta de mano para poder confirmar las interrogantes que tenía desde la noche anterior.

Llegó a la habitación de Hen Tor y sintió nervios, porque no sabía si picar a la madera que recubría la puerta de papel, si llamarla para que ella deslizara la puerta, si pedirle permiso para deslizar la propia puerta, si entrar directamente arriesgándose a volver a ver una divertida, bizarra y extraña escena con el amante de Hen Tor, o simplemente quedarse ahí hasta que alguien lo viera y lo hiciera entrar, en ese caso, él no sería el que se encontrase con la sorpresa del amante. En caso de haberlo.

"No puedo quedarme como un idiota mirando la puerta hasta que alguien me dé paso para acceder"

Infló el pecho para tranquilizarse y carraspeó para aclarar la garganta.

- ¿Hen Tor?

- La madre que los parió a todos los hombres de la tierra, ¿¡Se puede saber porque no puedo fornicar con tranquilidad!?

Emir quiso salir corriendo en aquellos momentos y encerrarse en su habitación ya que estaba. Hen Tor estaba de muy mal humor, y encima el amante estaba en su habitación, seguramente otra vez en paños menores. ¿Cómo podía tener esa suerte?

- No estábamos...

- ¡Cállate!- exclamó ella en japonés, pudo identificar el "Damare" como parte del vocabulario aprendido el día anterior.

Sus oídos vibraron por el tono de voz del amante de Hen Tor. La puerta se deslizó hacia el lado derecho, a su lado derecho, Hen Tor llevaba un traje cómodo, una especie de kimono ancho, pero con un escote formidable, tal vez excesivo. Carraspeó y desvió la vista por la incomodidad y el morbo. Aquella especie de proto-kimono, por llamarlo de algún modo, era de un color blanco huevo, con finas decoraciones grises que se degradaban según su posición, siendo el epicentro el gris oscuro rozando el negro, y siendo la trayectoria más distante un gris celestial, rozando el blanco nuclear. Tras ella, el muchacho del día anterior, con unos rasgos un tanto menos incómodos y avergonzados, miraba con disconformidad a su amante. Pudo detenerse y observar los detalles de sus rasgos mixtos, como aquella nariz delicada, aquellos ojos almendrados con aquel color chocolate tan dulce y atrayente, sus cabellos rubios naturales ya eran un dato extraordinario en el que perderse, y la exagerada mata de cabello rebelde daba pistas de que tal vez ella lo había despeinado, o tal vez su cabello era simplemente rebelde y abultado. Su piel no era tan nívea como la de Hen Tor, el tono rosado de sus mejillas posiblemente se produjo por la vergüenza que las palabras de la mujer le produjeron.

- Te dije que me llamaras Héctor.

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De acuerdo, tengo que admitir que hasta cierto punto el fuerte carácter de Héctor puede ser gracioso... Sobre todo con los reclamos...

Por cierto, tengan en cuenta la presencia del amante, sobre todo porque seguramente ya se estarán haciendo muy malas ideas de lo que pueda llegar a ocurrir en la historia si ya es la segunda vez que Emir los pilla a los dos en momentos íntimos... O parcialmente íntimos...

En realidad, está vez es porque Héctor tiene tan poca paciencia que decidió dejarle su faena a otro...

Aquí las opiniones del capítulo ------------------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

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52.- Belleza nipona (Gay / Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora