XVI

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Y aunque todo eso había pasado en apenas dos, ¿Tres? Segundos, que fue lo poco que duró aquel paraíso, realmente sintió que fueron varios minutos, largos minutos de deleite insano que le habían hecho perder la cordura y la percepción del tiempo.

- ¿Estás bien?- Emir miró a Nico desorientado, no sabía dónde estaba, no sabía lo que estaba escuchando, su rostro estaba pálido, le faltaba el aire, ¿Solo tres segundos bastaban para dejarle sin aire?

- No lo sé...- admitió.

Nicolás dibujó una sonrisa y retiró sus brazos del cuello del azabache degradado a blanco y este torció su labio, pero rápidamente envolvió su cuerpo por debajo de las axilas, volviendo a dejar toda la planta del pie en el suelo. Emir se enderezó y se encontró rodeando su cuerpo con los dos brazos, pegándolo a su cuerpo de forma inconsciente.

- Yo creo que ahora estás algo más feliz... Tus ojos brillan...- Emir levantó los ojos hacia el espejo, notando la diferencia que tenía varios minutos anterior, donde su rostro no tenía ninguna diferencia con la de un muerto en vida, y ahora estaba lleno de color y brillo.- Y estás sonriendo...

- Confundido...- admitió.

- ¿Por qué?

- Porque no es lo que esperaba...

- ¿En el buen o en el mal sentido?

- En el mejor de ellos.

Nicolás sonrió con calma en su cuerpo y una sonrisa recorrió sus labios.

- Acabaré de prepararte...- susurró retirándose un paso, notando el gélido tacto del espejo en su espalda momentáneamente.

- ¿Podemos repetirlo después?

Nicolás se lo quedó mirando durante varios segundos y la sonrisa creció en sus labios de una forma que el azabache no pudo entender, ni interpretar.

- Vas a tener que ser más rápido que Héctor sí quieres que se repita...

Emir entendió el mensaje de la sonrisa en ese momento y sus ojos pasaron a verse desafiantes.

- Me parece bien...

Nicolás sonrió un poco más.

- Necesito un momento antes de salir a la ceremonia...- Nicolás entendió todo cuando vio el rápido vistazo que el azabache degradado le había echado a la libreta.

- ¿Puedo leerlo después?

- No.- Nicolás soltó una carcajada por la respuesta inmediata.

Después de acabar de prepararlo lo guio a través de varios pasillos de la casa, hacia un sector posterior al jardín interior de la casa, un terreno que Emir no había pisado, pues era la zona de rezo y era territorio privado y sagrado. Héctor se sentía humillado llevando un kimono azul y blanco, predominantemente blanco, pero al ver a Emir en un contraste de color negro, azul y blanco su expresión se torció con fastidio al ver que ya no había vuelta atrás y la ceremonia estaba dando inicio.

La ceremonia fue tan tradicional que Emir quería, deseaba y anhelaba tener su libreta con él en ese momento para poder anotar absolutamente todo, porque no tendría otra oportunidad de ver, asistir y participar en un evento de aquellas magnitudes, muy a pesar de que parecía ignorar que literalmente estaba en su propia boda, pero se sentía todo tan desconectado y tan poco romántico que no podía evitar pensar en otras cosas completamente diferentes y dejarse llevar por aquel impulso tan grande que había en su cuerpo por apuntar todo lo que estaba sintiendo. La gran mayoría disconformidad con lo que estaba pasando, pero también la fascinación de la ceremonia en sí.

Había sido rápido y poco simbólico a pesar de toda la lentitud con la que se había producido el evento, parecía que intentaban alargar el sufrimiento y la agonía de los dos miembros de la unión. Héctor estaba impaciente porque todo terminase y su poca paciencia estaba marcada por acciones casi impulsivas y deliberadas. Emir intentaba ceñirse a lo que le habían exigido, pero igual sus ganas de que terminase todo también se marcaban inconscientemente. Además de eso, Emir tenía entendido que en una celebración así se debía sellar con un beso y ser algo súper dulce y romántico, o al menos en occidente así era... La frialdad y la falta de tacto de labios había sido algo bastante aliviador para el azabache, pues quería conservar el sabor de los labios de Nicolás tanto como pudiera permitirse, y ni siquiera la bebida tradicional que los unía en matrimonio a través de tres sorbos lentos le había quitado el sabor de sus labios, en todo caso lo había intensificado, y fue agradable y satisfactorio revivir el contacto de los labios de Nico en su boca. Tuvo incluso la tentación de lamer sus labios, pero se contuvo y giró los ojos hacia Héctor como si se disculpara mentalmente por tener aquel profundo deseo de revivir las acciones que hacía tal vez diez minutos atrás lo habían alterado íntegramente.

Por primera vez Héctor y él compartieron la misma mesa para cenar, lo cual fue algo extraordinario y poco común, y ninguno de los dos varones adultos parecían estar satisfechos ni complacidos por la presencia de Héctor en la misma mesa que ellos. Pero lo hicieron porque eso era lo que marcaba la tradición, a la cual debían ser fieles hasta el final. Héctor levantaba la mirada hacia Emir, pues estaba en frente suyo, y sus ojos se desviaban con penetrantes miradas fugaces hacia su padre y después volvía a su plato. Ninguno de los dos pudo retirarse de la mesa hasta que los adultos les dieron la orden de que era momento de dormir y que les habían preparado la habitación.

Ahora bien, tenían un par de problemas, o más bien serían inconvenientes en lo que concierne a "esa habitación" que se había preparado para ellos: ¿Iban a dormir juntos realmente o uno de los dos acabaría expulsado de la habitación porque obviamente el otro tenía intenciones de meter a Nicolás? o... ¿Iban a dormir cada uno en su habitación dejando que la habitación que había sido preparada especialmente para ambos se quedara vacía?

El problema de eso es que la segunda opción no podría ser cumplida porque ambos jóvenes fueron guiados directa y estrictamente a la habitación. Los dos se miraron de reojo con un temor indescriptible cuando la puerta corrediza se cerró a sus espaldas, marcando el punto definitivo de que alguien se aseguraría de que al día siguiente los dos permanecieran en aquella habitación y que el coito se hubiera cumplido.

"¿Y ahora quién de los dos se va a por Nin Las?"

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Un cambio en la tradición, pero es porque después del matrimonio, Emir y Héctor deben compartir mesa y posteriormente deben compartir cama... Imagino que ustedes ya saben de qué tipo de "compartir cama" estamos hablando...

Me gustó la conversación de la libreta posteriormente al beso, concretamente el detalle de:

Nico: ¿Puedo leerlo? 👉👈✨

Emir: No.

Nico: 😔😔😔

Jsjsjsjsj no sé, yo me lo imaginé así ✨

Aquí las opiniones del capítulo ------------------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1153 Palabras]

52.- Belleza nipona (Gay / Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora