XXII

4 2 0
                                    

- Quiero rememorarlo...- admitió viendo como el rubio oro deslizaba sus dedos con precisión y cuidado en su músculo.

- ¿Por qué quieres rememorar el beso si me tienes aquí para besarte las veces que quieras?- Emir apretó los labios, cerrando la libreta con un golpe seco y posó los ojos sobre el rubio, casi susurrando: "touché", pero no lo dijo, simplemente se lo quedó mirando dándole la razón, y se enderezó con la libreta en su regazo.

Sus labios se unieron, fue inocente y gentil por un momento, y pudo haberlo sido, pudo haber continuado de esa forma, pudieron simplemente haberse quedado en un beso tranquilo y ya; pero ninguno de los dos esperaba que las cosas pudieran descontrolarse tanto con solo un beso. Y no es que tuvieran ese tipo de intimidad, porque si aquello hubiera pasado, seguramente ninguno de los dos sería el mismo.

•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•

No quería salir de la cama, pero debía hacerlo, pues tenía que ir a cumplir sus labores impuestas en la casa de la familia Blue. Los brazos de Emir rodeaban su cuerpo, su cabeza se recostaba en su pecho derecho, parte de su cuerpo se encontraba ligeramente flexionado, haciendo que el rubio tuviera que estar también encogido, pero estaba sumamente cómodo, tenía que admitirlo. Nicolás había rodeado el cuello y los hombros del ruso con un brazo, y esa misma mano se encontraba en los cabellos del chico azabache degradado, quien estaba dormido. Su otra mano pasaba lentamente las páginas de la libreta, leyendo sus finas y delicadas anotaciones. Emir le había dado permiso de leerlas antes de quedarse dormido.

Sentía que leer aquellas anotaciones y aquellos pensamientos íntimos del azabache era una forma de estar mucho más unidos, era como que le había cedido toda su confianza y le había brindado el derecho de poder leer aquellos pensamientos. Le había permitido entrar en su rincón particular. Nicolás estaba agradecido porque Emir hubiera cedido su confianza de esa forma. A pesar de que Nicolás ya había leído la libreta del azabache, pero había sido porque tenía que asegurarse de que nadie supiera nada de que Héctor y él... no... que Héctor lo utilizaba como desquite sexual; aquella vez lo estaba haciendo porque Emir le había dado permiso para hacerlo, y se podía dar el lujo de sentirse enternecido con cada detalle.

"Estoy confundido, tengo que admitirlo, es un sentimiento muy abrumador, mi corazón no deja de latir y mi cuerpo es un caos íntegro, mis manos están temblando al mismo tiempo que escribo, siendo que mi interior es un terremoto desastroso y no puedo concentrarme en los que estoy escribiendo. ¿Cómo dos segundos han podido causarme todo esto? Mi mente es un lío completo. Pero, si soy totalmente honesto, me ha gustado, tengo que ser franco, y no miento, tengo miedo, pero no miento. Aprovecho este momento privado para poder confesarlo... Tengo que examinar esto desde otro ángulo, pero si lo pienso de esa manera, solo me doy cuenta de que estoy a punto de casarme con Héctor, estoy a punto de cumplir con mi papel impuesto con y por mi padre, soy su marioneta, pero antes de cumplir plenamente como el chico bueno que soy y que estoy comprometido a ser por el bien de la familia y el bien de mi madre, tengo que hacer estas confesiones: Nico es alguien espectacular, sus labios han sido una delicia, ha tenido cuidado conmigo, y su forma de besarme ha sido perfecta, y me siento humillado por nuestra diferencia de estatura y como me ha guiado en esto, y cómo ha tomado el control de todo. Su forma de besarme ha sido tan confiada... No sé cómo describirlo. Me siento raro escribiendo 'besarme', pero no me importa en estos momentos, no quiero centrarme en eso, no tengo tiempo que perder. No me tranquiliza que Nico me esté mirando fijamente esperando a que termine de escribir...".

Nicolás sonrió mientras terminaba de leer las palabras de aquella página, sus ojos se posaron sobre Emir, quien apretó un poco más el brazo en su cuerpo y sus ojos se apretaron y se abrieron.

- Buenos días, otra vez...- se rio un poco.

- ¿Sigues leyendo...?- preguntó adormilado.

- Sí...- sonrió.- Me gusta leerlo, es mejor que una novela.

- No soy tan bueno...

- Son tus sentimientos, eres bueno expresándolos... Sabes extraer muy bien tus sentimientos...- susurró besando su frente.

Emir no le contradijo nada, se dio el lujo de ser un poco mimado en ese sentido. Se dio el lujo de creer a Nicolás y que sus palabras acariciaran sus tímpanos y alimentaran su ego, pero no iba a volverse un ególatra, simplemente iba a dejar que su pecho se inflara un poco, porque solo con Nico podía permitirse eso. Porque solo Emir y Nico habían agradecido y hablado bien de su manía o su hábito de evocar los sentimientos en una libreta, y solo Nico había aplaudido sus emociones...

- ¿Qué hora es?- preguntó moviendo los ojos hacia la ventana, esperando e intentando identificar la hora.

- Casi la hora de comer...- respondió.- Solo has dormido una hora y media, tal vez dos...- comunicó sonriente.- Aunque nadie ha venido a buscarte para el desayuno... Y eso me extraña un poco.

- ¿Eso es raro?

Nicolás asintió.

- Todo el mundo siempre es madrugador...- susurró.- El único que duerme mucho es Héctor, sobre todo cuando se embriaga, y no me extrañaría nada que después de que nosotros nos retirásemos él fuese a por sake.

- ¿Debería ir con él?- preguntó Emir.

- Tal vez no explícitamente con él, pero creo que sí deberías salir...- recomendó mientras cerraba la libreta.- Me encantó la parte del beso...

- Te dije que no podías leer esa parte.

- No lo hiciste...

- Lo hice antes de escribirlo...

Nicolás sonrió.

- Esa prohibición ya no cuenta. Me diste permiso de leer, eso significa que puedo leerlo todo...

- ¡Nico!- reclamó.

Nicolás sonrió todavía más enternecido.

Los pómulos del azabache, conjunto con su pálida piel, habían enrojecido de forma exagerada, no sabía si era por vergüenza, si era por la rabia, si era por las circunstancias, o simplemente porque su piel se enrojecía con facilidad, pero no podía evitar sentirse enternecido con aquel enrojecimiento. Pegó sus labios contra los suyos, evitando más réplicas.

- Te escucharán si gritas así...- Emir encarnó las cejas al darse cuenta de ese detalle.

- Lo siento...

____________________________________________________________________________

Soy muy cuquis...

No sé...

Perdón, me dan diabetes... >w<

Y lo de Emir dejando que Nico lea la libreta 👉👈✨

Me encantan 🥺🥺🥺

Aquí las opiniones del capítulo ------------------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

[1107 Palabras]

52.- Belleza nipona (Gay / Homosexual)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora