Capítulo 22

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NARRA OLIVIA

-¿Top rojo o azul? - pregunta Solci mostrándonos las opciones. Tenía puesto un pantalón de cuero negro y unas botas del mismo color.

- Para mí queda más lindo el azul -le respondo yo mientras me estaba terminando de hacer las onditas en el pelo.

- Para mí también -concuerda conmigo Cami.

Solci asiente y se va a poner el top al cuarto.

-¿Qué te vas a poner vos amiga? -me pregunta Cami.

- Un vestido negro al cuerpo que me compré hace unas semanas en Zara -señalo en dirección a la cama, para mostrarle que esta ahí arriba y Cami va y lo agarra.

- ¡Me encanta! -sonríe- definitivamente Zara España es mucho más completo que en Uruguay -asiento y nos reímos.

- La cantidad de cosas que me compré acá que sabía que a Uruguay no llegaban ni ahí -le cuento a mi amiga- aparte es un poco más barato acá que allá.

- Sisi, me acuerdo que me habían contado -dice Cami, terminando de ponerse gloss- igual la tienda que más me gustó de acá fue la que fuimos el primer día que llegué.

- ¿Stradivarius? -pregunto

- Esa -asiente mi amiga- es una de las mejores tiendas del mundo.

- Yo la amo -digo- cuando la encontramos con Solci apenas llegamos nos compramos un montón de cosas, ¿te acordas del haul que te hicimos? -Cami asiente- bueno fue de ahí.

- La campera rosada que te compraste la amé.

- Yo también -respondo, terminando de ponerme el vestido- esa la elegimos con Pedri -digo con nostalgia.

- No no no -dice Cami- nada de ponerse mal- ¡Vamos a disfrutar de la noche de Tenerife! -agarra su celular y pone una canción de Quevedo, que es mi favorita, Vista al mar- la noche recién empieza chicas -nos miramos con Solci, que recién había aparecido en la escena y nos largamos a reír.

Se hicieron las diez de la noche y salimos en busca de algún lugar para cenar. Nos sorprendió la cantidad de gente que había en todos los lugares a los que queríamos entrar, tenían todos fila de espera y la verdad es que teníamos demasiada hambre, así que, no se como, terminamos en frente del restaurante de la familia de Pedri para ver si ahí podíamos cenar.

- ¡Oli! -me saluda Rosy, la mamá de Pedri- ¡que lindo que estés acá! -dice dándome un abrazo rápido.

- Hola Rosy -digo sonriendo- gracias por recibirnos en el restaurante, no conseguimos lugar en ningún lado -río.

- Es que al ser semana festiva y casi verano, Tenerife se llena de gente -comenta- Fer nos comentó que habían llegado esta tarde.

- Así es, vinimos unos días de vacaciones para hacer algo distinto antes de que Cami -la señalo- tenga que volver a Uruguay.

- Eligieron el mejor destino -dice halagando el lugar y con las chicas nos reímos- Pedri no me dijo nada que venías para acá.

Automáticamente mi cara se tensó, claramente Pedri aún no le había dicho a su madre que nosotros no estábamos pasando por un buen momento, y yo no era quién se lo iba a decir tampoco. Así que opté por omitir la verdad, no era mentir, pero no quería preocuparla por nuestros temas de pareja con su hijo.

- Es que fue de la noche a la mañana que sacamos los pasajes para venir -digo- no le pudimos avisar ni a nuestros padres -río, en realidad lo que estaba diciendo era verdad, no le avisamos a nadie que íbamos a venir acá.

- No pasa nada porque se lo vas a poder decir... -antes de que Rosy terminara la frase aparece Fer y nos saluda a las tres, interrumpiendo a su madre.

- ¡Vinieron! -festeja Fer- vengan, les guardamos una mesa al fondo, porque está lleno de gente -ríe y nosotras lo seguimos- es esta mesa.

Mi casualidad más bonita - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora