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Rodolfo sabía el tipo de amigo que tenía, se conocían desde hacía bastante tiempo y no cabía duda que había escuchado decir de miles bocas que era un tipo mujeriego, que se acostaba con chicas y al día siguiente las dejaba, hacia unas semanas Alejandro no estuvo con nadie ya que según había escuchado estaba conociendo a alguien formalmente pero como todas las veces había visto Rodolfo, había dejado esa chica tirada.
Con tu vestido empapado, tu bolso en el suelo, tu cabello tapando tu rostro y tu maquillaje corrido escuchabas como aquel hombre te gritaba cosas sin detenerse aún sin tener el pudor de respetar a su amigo que estaba ahí.
—Oh vamos, ya sabías lo que decían y aún así tuviste el duro descaro de meterte conmigo, deja de llorar y límpiate, te ves horrible.
Alejandro cerró la ventanilla dispuesto a marcharse pero la voz de Rodolfo lo detuvo.
—Nunca habías dejado a una chica así, menos a alguien tan buena como ___.—negó con su cabeza mirando por la ventanilla como tomabas las cosas del suelo aún cuando el cielo parecía romperse.
—Tan buena?—rió y miró a su amigo.—No me digas que te estaba gustando o algo así.
Rodolfo bajo su mirada, cuando Alejandro te había presentando un cierto tipo de interés se formentó en aquel chico, pensabas que era agradable ya que te daba saludos, sonrisas o hasta halagos, pero para Rodolfo eras alguien preciosa y casi perfecta, eras amable, atenta y cariñosa.
—Es distinta Alejandro.
—Es igual que asquerosa.
Rodolfo iba a decir algo pero el sonido de un rayo lo hizo tensarse, guardó sus comentarios y tomó la chaqueta del asiento trasero y negó con la cabeza.
—Te desconozco.
Pequeños sollozos salían de tus labios mientras temblaba del frío, apretaste el bolso pequeño entre tu pecho caminando debajo de la lluvia hacia algún lugar, no conocías ese sitio en lo mínimo, aparte de que la neblina cubría cierta parte del sitio.
—___!—escuchaste gritar.
Giraste tu cabeza hacia el chico que venía corriendo debajo de la lluvia con una sombrilla en una mano y en la otra un abrigo, este se acercó hasta ti mirándote.
—Perdóname, enserio lamento por como es él.
Otro sollozo salió de tus labios antes de abrazar a Rudy, sentiste de manera inmediata el calor en tu cuerpo, pensabas que le molestaría el haberlo mojado pero cuando notaste que te cubrió con la chaqueta y te abrazó con fuerza sentiste tranquilidad.
