29. Keegan

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SEGUNDA PARTE.

El clima posiblemente estaba a favor de ambos, aunque el auto estuviera lleno de vapor corporal y calor, fuera de este había empezado a llover de tal manera que no se podía ver nada fuera del auto aún cuando las ventanas estaban polarizadas

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El clima posiblemente estaba a favor de ambos, aunque el auto estuviera lleno de vapor corporal y calor, fuera de este había empezado a llover de tal manera que no se podía ver nada fuera del auto aún cuando las ventanas estaban polarizadas.

La sensación de las manos fuertes de Keegan sosteniendo tu cintura era la única que te mantenía al flote de la realidad, el perfume de él te tenía tan enganchada que no había dejado de plantar besos y morder la piel de su cuello mientras soltaba pequeños jadeos.

—___.—su voz saboreó tu nombre antes de tomarte por las mejillas y apretarlas fuerte para acercar su rostro al tuyo con un cierto enojo en sus ojos.—Deja de jugar con fuego.

Una sonrisa salió de tus labios apachurrados antes de empujar tu cuerpo más hacia él haciéndolo quejarse.

—Recuerdo la vez que me hablaste a las doce de la noche.—hablaste.—Dijiste estar ebrio y que solo pasaba una cosa por tu mente.—bramaste mirándolo a los ojos, la mirada de este se puso levemente encendida.—El como se me verían los muslos cuando saltaba sobre él, porqué lo decías?

Keegan tomó aire para soltar tus mejillas colocando ahora sus manos en tus muslos levantando aquel vestido de cereza que tenías puesto casi por la cintura.

—Porque moría por imaginarme él como te veías con ese bastardo, pero no quería que fuera él, quería ser él para poder saborear tu cuerpo.

Tu piel se erizo de tal manera que hiciste tu cabeza hacia atrás colocando tus brazos en ambos asientos delanteros, no supiste en qué momento Keegan había arrebatado tu vestido con furia dejándote ver solamente con tus bragas ya que no traías brasier.

No se tomó la molestia en tan siquiera procurar tener un poco de delicadeza cuando ahora eras tú la que estaba sentada en el asiento y Keegan estaba ligeramente inclinado hacia ti.

—Te daré un regalo de cumpleaños, solo déjate llevar.—sonrió encantado antes de quitarte las bragas y posar su mano en tu clitoris.

Keegan levanto su mirada hacia a ti viendo como tu rostro pedía suplicas para que él moviera su mano, estabas necesitada, hacía más de dos meses que no tenías encuentros de esa manera ya que tu ex pareja no parecía interesado en ti.

—A ver bonita, abre la boca.—pidió llevando su mano metiendo dos dedos en tu boca en donde chupaste haciéndolo tragar grueso.—Jodida perra encantadora.—fue lo ultimo que te dijo antes de meter sus dos dedos en ti haciéndote gemir con fuerza.

Tú cabeza estaba ahora en el asiento mientras apretabas con ambas manos la mano de Keegan que movía sus dedos rápidamente, sus labios estaban en tu cuello dejándote con seguridad de que posiblemente dejaría marcas en este.

Sentías con perfección como su boca bajaba hasta tus pechos donde mordió ambos haciéndote gemir, no sabias en que momento fue que te acostó en el asiento de tal manera que ahora estabas con tus piernas abiertas ante él.

—Keeg yo...—tu boca no pudo musitar nada más puesto que sentiste su lengua en tus labios mayores haciéndote casi gritar.

Agarrabas con fuerza su cabello acercándolo más a ti en busca de su aliento en aquella zona, definitivamente creías que no aguantarías, después de mucho tiempo sin poder tener encuentros así con tu ex pareja, el que llegara alguien que sí podía manejarte como quisiera te volvía loca.

Keegan te miraba desde abajo pasando su lengua en cualquier rincón tuyo, tu rostro fruncido, tus labios entreabiertos y tus ojos cerrados era lo primero que imaginaba cuando te conoció por primera vez, el cómo te veías desde aquella posición.

—Maldición.—soltaste apretando la cabeza de Keegan con tus piernas sintiendo que en cualquier momento te vendrías.

Aquella acción la tomó con felicidad el chico colocando ambos muslos en sus hombros acercándose más, no se detuvo en lo más mínimo, siguió rápido ignorando tus quejas y gemidos hasta que sintió aquel líquido salir de ti junto un grupo tuyo haciéndolo gruñir.

—Keeg.—su nombre salió de tus labios en un susurro, al mirarte soltaste un jadeo, su cabello estaba revuelto, su rostro ligeramente rojo y sus labios mojados, en donde pasó su lengua gustosamente.

—Eres malditamente deliciosa.

•••

Habías empezado una relación con aquel chico después de aquel encuentro, primero se conocieron un poco más hasta que finalmente pudieron darse a cabo las cosas, sus salidas eran románticas, y sus llegadas a tu departamento eran llenas de compañía donde él solía verte cocinar con fascinación.

En cambio las visitas hasta la base eran distintas, eran para él, como en ese momento.

No sabias donde estabas, si estabas en un almacén, un ático o que, lo único que te importaba era hacer bien las cosas en ese momento donde no te detenías.

Sentías la dura mano de tu chico apretando tu cabello mientras este estaba sentado en la silla gimiendo hasta más no poder, sonreiste para levantarte.

—Qué haces?—gimoteó necesitado del calor de tu boca.—Devuélveme esa bonita boca.

Negaste con tu cabeza quitando tu falda dejándote ver en ropa interior ya que esté se había tomado el tiempo de arrebatarte la parte de arriba de tu vestuario.

—Creí que querrías algo mejor.

Te acercaste hasta él sintiendo como te quitaba las bragas, sonreiste antes de sentarte arriba de él con tus piernas a cada lado sintiendo su ereccion en tu zona.

—Muñeca.—se quejó.

No habían tenido ese tipo de contacto de piel con piel, Keegan se había tomado el tiempo para poder probarte a su gusto las veces que quisiera dejándote las piernas chorreadas al igual que sus labios.

—Cállate.—Dijiste antes de introducir su pene en tu haciéndote gemir con fuerza, tu chico gruño con fuerza sintiendo aquella deliciosa parte que lo apretaba.—Soy toda tuya mi amor.

Posiblemente decirle eso fue pésima idea ya que no estabas ahora encima de él, estabas de rodilla encima de la silla mientras eras golpeada frenéticamente por él como si hubiera necesitado aquello desde hacía mucho tiempo.

Tu rostro estaba liberado gracias a que el chico de la máscara te tomaba el cabello con fuerza mientras te penetraba con necesidad.

—Jodido culo precioso.—murmuró en tu oído apretando tu glúteo derecho con su mano desocupada de tu cabello haciéndote gemir.—Mierda, donde quieres que me venga?

—Adentro.—gemiste.—Todo controlado.—murmuraste.

Aquella fue la perfecta respuesta que necesitada el chico antes de venirse dentro de ti con un gemido avisado de que había sido genial.

Aún en cuatro en aquella silla, sentiste el aliento de Keegan en aquella zona haciéndote jadear.

Keegan miraba el producto de su eyaculacion saliendo de tu vagina obligándose a una sola cosa, tomarlo con el dedo y volverlo a meter.

—Quedaste bien bonita.—sonrió besando uno de sus glúteos.—Mi bonita.

One shots| Call of DutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora