SEGUNDA PARTE
La satisfacción que sentía en ese momento el hombre era inexplicable, su mirada estaba puesta en la chica que estaba mirándolo mientras estaba amarrada, definitivamente era preciosa, le encantaba aquella escena ante sus ojos, la súplica que tenía sus ojos en busca de que él hiciera algo, ella la estaba pasando mal, quería que la tocará.
—Nunca pensé que mi primer encuentro cercano contigo fuera de esta manera.—Habló la chica como podía.—Me imaginaba algo más romántico, pero no sabía si te gustaba.
El hombre escuchaba lo que la chica decía, camino hasta ella y la tomó del cabello haciéndola mirar hacia arriba mientras le sacaba un jadeo, haciendo que el miembro de Rodolfo se pusiera duro.
—No me gustabas de principio, si me parecías linda, pero conforme te miraba necesitaba más y más de ti, hasta que me di cuenta que me gustabas.—Habló cerca de los labios de ella mientras sus manos pasaban por su cuerpo hasta llegar a los pechos de la chica.—Me gustaba tu cabello en esas dos trenzas, tu cuerpo, y sin duda tu boca.
Red quedaba fascinada ante lo que salía de los labios del mexicano, siempre le había parecido alguien callado y mantenido, no como se veía reflejado, era perfecto.
—A cuantas otras chicas has traído aquí?—susurró ella entre sus labios haciéndolo jadear y sacar una sonrisa.
—No te preocupes preciosa, que desde que te vi por primera vez no estuve con alguien.—respondió.
Rodolfo sabía que el Shibari se hacía de una manera un tanto pensativa, hacía que la otra persona entrada en un tipo de trance, pero en ese momento no añoraba más que agarrar aquellos grandes muslos y hacerlos rebotar mientras se corría dentro de la chica.
—Me está matando no poder tocarte.—Gimió Red haciendo que él se excitará, lo estaba provocando.—Porqué no te acercas a mi boca.—Susurró coqueta haciendo que Rodolfo gruñera intentando evitarlo.
Pero cuando sus manos se dirigieron hasta los pechos de la chica no hizo más que tomar su pantalón y bajarlo, dejando ver a la perfección el miembro abultado del hombre haciendo que la chica jadeará.
—Abre la boca.—Soltó con brusquedad, la chica le hizo caso antes de ver como el hombre que le gustaba sacaba su miembro y lo metía con dureza en su boca haciéndola sentir arcadas.
—Rudy.—Su voz estaba llena de desesperación, quería poder soltarse para tomar al chico como suyo pero eso era una de las cosas que definitivamente él no dejaría, no la dejaría tener el control en nada.
—No preciosa, tú no mandas aquí.—Habló con rudeza tomando su cuello haciéndola meter de nuevo su miembro en la boca.
Aquella boca no boca no se comparaba en su mano todas las noches que se había masturbado pensando en cómo agarraba a la chica de las trenzas y la penetraba con fuerza.
—Oh, mierda, que bien se siente.—Rodolfo cerraba los ojos fuerte al sentir como la chica movía su lengua.
(...)
La mirada de Rodolfo se enfocó en la chica que estaba un tanto lejos de él, su cabello estaba siendo sostenido por un moño de la mitad, se veía un tanto enferma, cada segundo tosía y parecía tener frío, pero claro, ninguno la dejaría irse por ser cadete.
Una vez dada por terminada la reunión, con pasos disimulados Rodolfo camino detrás de la chica, pero justo ante de entrar al área de las habitaciones la chica se desmayó.
La preocupación consumió al mexicano corriendo hasta Red para tomarla en brazos y adentrarla en su habitación, no le importaba quien los veía, le importaba su salud.
Habían pasado tres semanas desde que habían estado juntos por primera vez, conociéndose de una manera un tanto extraña, pero sin duda única para ambos, Red se enamoró más de lo que pensaba de Rodolfo y sin duda Rodolfo estaba obsesionado con aquella chica, por lo que siempre la veía no importaba donde estuviera, siempre cuidaba de ella.
—Me siento enferma.—susurró la chica mirando al hombre que la acostaba como una princesa en la cama.
—Oh mi amor, lo estás, sudas frío y tienes fiebre, acuéstate, hoy cuidaré de ti y le diré a Diego.—Habló el hombre quitándole los zapatos a la chica la cual asintió recostado su cabeza en la almohada.
Una vez que Rodolfo terminó de informarle todo lo sucedido al capitán sin dar ningún tipo de explicación, con rapidez camino hasta su habitación pero se detuvo al ver aquella chica de cabello rubio salir de la habitación quedándose en su sitio.
—Rodolfo.—Su nombre salía con una perfección de sus labios haciéndolo sentirse débil.
—Camila.
Camila Hernández era una chicas que habían caído bajo la tentación del hombre, quedando fascinada a él pero al final se había movido de base, al verlo ahora ahí sin duda estaba más que flechada, había vuelto por él, para encender nuevamente aquella llama.
—Tanto tiempo. He vuelto, Diego me asignó entrenar contigo, crees que pueda ir a tu habitación para practicar un poco?—Se acerco hasta él, la respiración del hombre fallaba conforme ella se acercaba.
—Yo no...
—Qué no recuerdas todo aquello que vivimos? Aquellos lindos fetiches que teníamos?—susurró en su oído posando su mano en el cuello del chico besando su mejilla.
Las manos del chico se colocaron en la cintura de la mujer sin saber bien que hacer, ella había vivido muchas cosas con él, habían estado más de un año juntos, cuando se fue lo dejó herido, no era nada comparado con Red, ella no sabía lo que ella sabía.
—Yo ahora no puedo llevarte a mi habitación.
—Porqué?—La chica se alejó un poco con su ceño fruncido.
—Yo...bueno, tengo a alguien ahí.
—Alguien quien, Rodolfo?—La mujer lucia furiosa lo que hizo lamentar a que él dijera algo.
Camila fue más rápida y a los pocos segundos ya estaba abriendo la puerta viendo un cuerpo femenino en la cama del hombre que ella amaba, quiso decir algo pero Red elevó su cabeza quedando confundida.
—Hola, quien eres?—pregunto confundida.—Lo siento, Rodolfo no está, fue a hablar con Diego.
—Aquí está.—La mujer lo tomó del brazo dejándolo ante la vistas chica.—Además quien eres tú y qué haces en la cama de mi novio?
Red sintió como un balde frío caía ante ella, miró al hombre frente ella pero únicamente giró su cabeza, se sintió mal de inmediato, como pudo se levantó sin importar lo cuan mal se sentía y caminó hasta la salida.
—No te preocupes, no somos nada, es que estaba enferma.—susurró la chica para luego dirigirse hasta Rodolfo, finalmente la miraba y sé sintió mil veces peor, pudo haberle dicho no a Camila, a la persona que lo abandonó cuando más mal estaba.—Gracias.
Rodolfo vio como aquella chica se alejaba escuchándola sacar quejidos de dolor mientras agarraba su estómago con fuerza.
La había cargado bastante bien.
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One shots| Call of Duty
FanfictionMini historias de distintos tipos de personajes del video juego Call Of Duty.