09. Alejandro

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El Capitán Hills hablaba con tranquilidad siendo rodeado por su equipo vestidos de trajes formales, la misión nueva conllevaba en una fiesta de millonarios donde sin duda estaría aquel narcotraficante que había sido la causa de una explosión en la...

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El Capitán Hills hablaba con tranquilidad siendo rodeado por su equipo vestidos de trajes formales, la misión nueva conllevaba en una fiesta de millonarios donde sin duda estaría aquel narcotraficante que había sido la causa de una explosión en la frontera.

Alejandro miraba a su alrededor con ansiedad en busca de su novia pero no la veía en ningún sitio, sabía que ella iría puesto que tenía el principal trabajo de acercarse hasta la cabecilla de aquello.

—Entonces con eso estaríamos, camino al avión chicos, debemos llegar antes que los demás.—habló Hills dando una orden.

Justo antes de salir fue que la puerta se abrió llamando la atención de todos, entraban cadetes vestidos de soldados y detrás de ellos una chica, Alejandro dejó salir un suspiro sonoro para los demás que lo miraron con cierta envidia, vestias un vestido verde oscuro que era un tanto pegado y largo, donde dejaba una gran abertura en una de las piernas dejando ver aquellos muslos inmensos de los cuales estaba obsesionado.

—Señorita, está lista?—preguntó Hills ante ti a lo que asentiste.—De acuerdo, andando.

Los demás soldados salieron no sin antes darte una mirada de deseo las cuales recibiste con una mueca, fue hasta que viste con una sonrisa de placer a tu novio el cual se acercaba tranquilamente con un arma en su hombro, se veía guapo con aquel traje.

—Muñequita.—lo escuchaste decir cuando estiro tu mano y planto un delicado beso en tu palma.—Te ves jodidamente caliente.—susurro en tu oído.

Dejaste escapar una sonrisa para agradecer antes de encaminarse hasta aquel avión para dirigirse hasta la mansión, limpiabas tus manos en el pantalón de Alejandro con nerviosismo, debías estar tan cerca de aquel narcotraficante que tenias miedo de ser descubierta.

—Deja de pasar tus manos en mis muslos o obligo ahora mismo a que te sientes en mi cara.—te susurró cuando pasaste tus manos por quinta vez.

Dejaste escapar un suspiro sonriendo con nervios para posar tus manos en tus muslos con miedo, movías tu pie haciendo que tu novio te mirará posando su fría mano en tu muslo desnudo haciéndote sobresaltar.

—Lo harás perfecto mi amor, todo lo haces perfecto.—ánimo.—Estaré cerca tuyo si algo fuera de lugar pasa, si todo sale bien te prometo que tendrás un bonito regalo en casa.

Giraste tu cabeza hasta él donde sus ojos se veían sedientos de ti, sus labios estaban ligeramente entreabiertos y de su boca salían palabras calientes.

—Qué te pasa hoy?—preguntaste.

Alejandro rió antes de acercarse hasta tu cara quedando con la punta de sus narices juntas, su mano apretaba tu muslo con una fuerza asombrosa que adorabas, amabas que aquel chico te agarrara con fuerza estando excitado.

—Que, qué me pasa? Lo qué pasa es que mi novia eligió un vestido que deja ver aquellos bonitos muslos que me suelo comer todas las noches.—te susurró, si sus ojos pudieran prender llamas lo harían ahora mismo ante ti, mucho más si pudiera comerte.

—Cariño, detente, prometo que si todo sale bien te enseñaré algo que compre.

La fiesta al final no estaba tan lejos del sitio donde se estaban quedando a lo que a los pocos minutos ya estabas en la puerta con una sonrisa candente agarrando del brazo a Alejandro el cual te daba ligeros empujones de apoyo, una salvada de aquello, era un viaje de máscaras por lo que realmente todo el equipo daba por desapercibidos.

—Buenas noches, que disfruten de la fiesta.—habló en español un hombre en la puerta, asentiste como una sonrisa.

Una vez dentro pudiste notar al menos diez hombres de los tuyos en distintas partes de aquella gran mansión, elevaste tu mirada viendo que unos ojos ya te miraban.

—Baila conmigo.—dijiste hacía Alejandro le cual asintió tomando tu cintura pero negaste.—Como hermanos.

Por más que no podías ver los ojos de Alejandro por aquella máscara hasta la mitad de su rostro pudiste notar su ceja elevada siendo acompañado por una mirada de confusión.

—Ya me está mirando, apúrate.

Tus movimientos eran un tanto lentos siguiendo el ritmo de aquella canción bajo la atenta mirada de varias personas, Alejandro sufría con infinidad el no poder tomar a su novia de la cintura para llevársela hasta algún lugar apartado y hacer rebotar aquellos muslos, eso lo estaba matando de una manera asombrosa.

—Bien, bien.—hablaste viendo aquel hombre bajar de la segunda planta dirigiendo hasta ti.—Buenas noches.—hablaste una vez cerca.

—Lamento interrumpir es que desde que entraste te ganaste mi mirada, estás preciosa, quería saber si no me querías acompañar a tomar algo, si no te molesta.—esta vez se dirigió hasta Alejandro el cual miraba la situación en silencio.

—Para nada, solo cuida de mi hermana.—respondió haciendo que el hombre plantará una sonrisa de satisfacción.—Nos vemos dentro de un rato.

Tus pasos eran lentos sintiendo la mano de aquel hombre en tu espalda, sentías un tipo de repulsión en tu cuerpo, no te gustaba el contacto físico si no se trata de tu novio, aunque a principios te había costado adaptarte a que Alejandro solía demostrar su amor tocándote y fue una gran batalla durante un año completo.

—Pídete lo que quieres cariño, todo será gratis para ti.—se sentó en la barra seguido de ti la cual sonreíste.

—No tomó licor, me hace subir de peso.

El hombre te miro por completo, dirigiste tu mirada hasta aquellos ojos que podías reconocer en cualquier sitio, sus labios fruncidos, recostado a la pared vigilando cualquier movimiento.

(...)

—Mierda.—Gemiste sintiendo tu espalda en la fría pared de aquel baño, sus manos se deslizaban por todo tu cuerpo.—Alejandro...

La mirada del chico era oscura, no dudó ni un segundo en colocarse de rodillas ante ti, subiéndote una pierna en su hombro dejando una clara vista hacia tu zona.

—Ese maldito idiota te estuvo tocando toda la noche, créeme que estoy enfadado por eso, pero no veía la hora de venir a hacer esto.—te miro antes de pisar sus labios en tus muslos, dejando marcas moradas.

"Como haces para tener unos muslos así de bonitos? Siempre que te veo, te veo tu linda cara pero esos muslos, me muero por ellos" recordabas aquellas palabras de la primera vez que habías tenido relaciones y justo fue con aquel chico que se había obsesionado con tu cuerpo, pero más con aquella zona en sí.

—Alejandro.—Gemiste pero era más una queja, te estaba matando que no hiciera nada para atenderte.

—Oh no preciosa, te dejaré suficientes marcas para que el que te mire esos carnosos muslos sepan que tiene dueño.—sonrió.

One shots| Call of DutyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora