Too close

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Se marchó corriendo por las escaleras hacia su habitación, apresurado por buscar su abrigo y salir de la casa antes de que alguien lo culpe. Era un pensamiento estúpido, pero en ese momento no tenía caso detenerse a analizarlo.

- ¡Ambulancia, Cole! -gritó su hermano Isaac al verlo bajar por las escaleras.

Cole sacó su celular y marcó al 911 tan rápido como sus dedos se lo permitieron. Escuchaba a sus hermanas llorar junto con los más pequeños y el corazón le iba a mil. Isaac le arrebató el teléfono de las manos para comunicarse con la ayuda. Agradeció que su hermano haya hecho eso porque aparte de que era mayor que él, Cole no podría haber hablado sin decir que él mismo lo había hecho.

-Las manos le están sangrando y tiene pedazos de la carcasa en la cara... -repetía Isaac perdiendo la paciencia.

Cole miró a James que llevaba el kit de emergencia con rapidez, él e Isaac lucían como todos unos hombres hechos y derechos con respecto a la situación, mientras él, inservible y tonto Cole, estaba paralizado. Acudió con los pequeños dejando de lado sus lamentos. Las gemelas; Eloise & Elisa de 15 años no lograban calmar ni a Zach, ni a Leo, ni siquiera a Harriet. Los cinco se encontraban sentados en los muebles de la sala que quedaba junto de la cocina, de modo que les era posible oír los desgarradores gritos de Joel.

-Nos vamos a arriba. -Cole tomó a Leo en sus brazos y a Zach de la mano-. Ustedes también. -Se dirigió a sus hermanas-. Vamos.


Cerró la puerta de la habitación de las gemelas cuando ya habían entrado todos.

- ¿Papi? -preguntó el pequeño Leo con los grandes ojos celestes empapados en lágrimas.

-Papi tiene que ir al doctor, Leo. -Cole lo peinó los rubios y escasos mechones de cabello hacia atrás con la mano-. Si lloras te van a llevar al doctor, ¿tú quieres ir al doctor para que te pongan inyección?

-No. -Leo abrió los ojos de par en par a la sola mención de una inyección-. Voy a esperar a papi sin llorar.

Cole bajó a Leo de sus brazos para acercarse a Zach que aunque ya no lloraba se mantenía temblando. Lo abrazó por un instante antes de darle un pequeño empujón en el hombro.

- ¿No dices tú que los hombres no lloran? -Cole le revolvió el cabello a Zach-. ¿Eres hombre?

Zach se limpió los mocos con las mangas de su pijama mientras asentía.

-Eso es. -Se giró hacia sus hermanas-. ¿Y ustedes, señoritas?

-Descuida, Coliflor. -Eloise se enjugó una lágrima que amenazaba con brotarle-. Nosotras sabemos que él va a estar bien. Solo estamos un poco asustadas.

-Nosotras creemos que fue una bomba implantada en el celular. Tenemos miedo de nuestras vidas también.-se apresuró Harriet todavía llorando.

Elisa abrió la boca para hablar pero Cole la interrumpió.

-No, a ver, calmadas las tres. Eso no fue una bomba. Los celulares tienden a hacer eso cuando se les infla la batería. Las asustó el sonido, ya saben, el impacto, pero eso no quiere decir que fue un ataque terrorista, porque hasta donde sé; papá no es Obama.

-Puede ser que tengas razón con lo de la batería. Él usa ese celular mucho. -comentó Elisa tranquilizándose a sí misma-. Tal vez estamos exagerando.

-Claro que sí lo están haciendo, y ahorita se van todas a alistar para su fabuloso colegio añoñado porque mamá no va a hacer que falten ni porque el mismo Osama Bin Laden les venga a hacer una visita.

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