Stitches

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El reloj marcaba las 2:00 a.m. cuando finalmente arribaron. Cole salió del coche, que habían dejado estacionado detrás de unos matorrales, para estirar las piernas seguido de Fred que inspeccionaba el lugar de acuerdo a lo que su GPS indicaba.

-Yo no veo nada más que campo por aquí. Ni siquiera hay una casa. -Cole amplificó su vista hacia ambos horizontes-. Nos alejamos de la ciudad hace una hora y media, la siguiente empieza en 400 kilómetros. Estamos en medio de la nada, Fred. Esto fue una muy mala idea.

-No... -Fred frunció el ceño hacia su celular-. Dice que llegamos. ¿Qué loco publica un blog en medio de la nada? Acá no hay ninguna estación de redes.

-Es de esperarse que lo quieran rastrear, puede que haya puesto una dirección diferente.

-El blogger no se encarga de poner en cuál lugar está, ninguno lo pondría entonces y el gobierno no metería preso a cada persona que los insulta por internet. Esto no se equivoca. -Fred observó con detenimiento el lugar-. No entiendo nada.

-No me he entumecido el trasero durante toda la madrugada para que tú me digas eso.

Cole bloqueó cada uno de sus sentidos, excepto el del oído y lo agudizó tanto como pudo. Los latidos de Fred eran paulatinos, los de él igual, pero había otro corazón que latía demasiado rápido, demasiado inquieto y continuo.

-Tenemos compañía -avisó a su amigo en un susurro.

Cole escuchó un crujido a su derecha, se giró hacia el sonido ya que este venía acompañado del acelerado pulso, e hizo a sus sentidos regresar. Lo tomó por sorpresa que lo primero en ver fue un puño que parecía hecho de tierra venir hacia su rostro. Escuchó su nariz traquear al impacto. El asfalto amortiguó la caída, no de manera muy eficiente. Al intentar ponerse de pie, el suelo se había convertido en una gelatinosa masa que no lo dejaba moverse, no tardó en darse cuenta de que era una especie arena movediza hecha del cemento de la carretera. Levantó la vista, Fred yacía en el suelo, inconsciente, mientras era tragado por la misma masa que él tenía en los pies. No había nadie alrededor, pero seguía escuchando tres corazones latir. Fijó la vista en un espacio del campo y aplaudió para zafarse haciendo uso de su primer poder. Aquella tele transportación le había costado un poco más de esfuerzo que las anteriores veces. Tenía que sacar a Fred del asfalto antes de que se hundiera así que atrajo hacia si una corteza de algún árbol que estaba cerca del campo, y se subió en ella, con la misma telequinesis elevó la corteza con él sobre esta por el aire. Usaba de toda la fuerza en su cerebro para mantener a la corteza resistente en el viento y con él encima, cual tabla de surf. Hizo que el trozo de árbol avanzara hasta donde su amigo. Cole tomó a Fred por el oscuro cabello. La masa oponía resistencia, pero Cole podía aumentar su fuerza más que esta, solo temía que al hacerlo perdiera la concentración en la corteza. Su propio corazón empezó a latir con fuerza sobre natural, y solo entonces había recolectado la fuerza necesaria para poder liberar a Fred de aquella grotesca sustancia. Dio un golpe leve con la punta del pie en la tabla, regresando a él y a su inconsciente mejor amigo al campo, tele transportándose por segunda vez. Cole cayó al suelo de rodillas con el cansancio pegándole puñetazos. Su oído seguía agudo, así que sabía que seguían con otra persona ahí, pero no la podía ver.

Trató de despertar a Fred hasta que decidió algo más inteligente. Leería la mente del blogger. Un chirrido resonó en el aire, enseguida, el rubio sintió el familiar punzón en la cabeza, al levantarla comenzó a escuchar un murmullo a través de aquellos matorrales. Dirigió la vista hacia el lugar de donde venían los latidos, y también los susurros, entonces su mirada se ajustó haciendo posible distinguir las palabras en los pensamientos de quién los atacaba.

¿Qué está haciendo? ¿Puede verme? No puedo dejar que se vayan si me han visto, tengo que acabar con estos tipos. Parece que son de los míos. Me sigue mirando, ¿me muevo?

NetherMostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora