In the game

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Recordaba haber apagado la alarma, lo que olvidaba era hace cuánto lo había hecho. Se incorporó asustado, el sol se filtraba por la cortina de su habitación, y eso no era nada normal a las 6 de la mañana, tenía que ser más tarde, el problema era que no podía llegar tarde.

Comenzó a moverse por la habitación en busca de prendas de ropa. Su madre había arreglado el dormitorio, y no podía encontrar ni sus calzoncillos.

Ingresó al baño casi volando, se echó agua en el rostro, y salió mientras se subía el cierre de su pantalón. No tenía tiempo para cambiarse, se iría con la misma ropa con la que había dormido, no podía oler tan terrible.

Corrió por las escaleras hacia la cocina, su madre estaba sentada en la mesa, conversando de manera alegre, con una muchacha de cabello oscuro. Cole se acercó sin detenerse a pensar, sonó un beso en la mejilla de Irma, agarró una manzana de la mesa y se dispuso a volver a correr, pero su mamá lo detuvo.

—Oye, oye, ¿adónde piensas que vas?

— ¡Al colegio! —Cole escuchó a la muchacha de cabello oscuro reír, y la miró con enojo. En ese momento se dio cuenta de que era Nix—. ¡¿Qué haces aquí todavía?!

— ¡Cole, no seas grosero! —Irma señaló el reloj que estaba encima de la cocina—. Son las diez de la mañana, ¿cómo piensas ir al colegio? Además estás enfermo, hueles a vómito, y te ves espantoso.

Cole esnifó la manga de su camisa. Bien, olía algo rancio, pero no insoportable.

—Yo pensaba que era un poco más temprano, no lo sé. —Dejó la manzana sobre la mesa, aliviado—. Me iré a dar un baño.

—Ve y después atiendes a tu amiga, yo debo ir a comprar las cosas para hacer la comida.

—Está bien —Cole se peinó el cabello rubio hacia atrás—. Pero antes, ¿podrías, por favor, no tocar mi habitación nunca más en tu vida? ¡No encuentro nada!

Irma negó con la cabeza.

—Los calzoncillos están en el primer cajón, los que estaban sucios en la lavadora.

— ¡Mamá!

                                        * *

Cole agitaba su cabello con el fin de que las gotas de agua se estrellaran contra la pared celeste pastel de su habitación. Lanzó sus rubios hacia atrás para colocarse la camisa sobre el torso. Arrojó la toalla hacia algún lugar refundido en la habitación, en el cual su madre jamás la hallaría. Se aproximó con ánimos de continuar durmiendo a la cama, y gateó hasta sus almohadas. Le placía quedarse una eternidad entera, acostado. Su almohada olía a pino fresco, lo que le recordaba, no con mucho entusiasmo, que tenía que bajar a hacerle compañía a Nix.

Estaba por ponerse de pie en el momento en que golpearon la puerta, Cole utilizó su telequinesis para quitarle el seguro al cerrojo, dejando paso libre a Nix para que ingresara. Ella cerró la puerta detrás de sí misma, llevaba puesto un enterizo lila que le llegaba por encima de las rodillas, y tenía puestas unas largas medias rosas que cubrían casi toda su pierna. La imagen le resultó graciosa a Cole.

— ¿De qué te ríes? —Nix avanzó hacia él a paso pesado—. Tus hermanas dijeron que esto me quedaba bien.

—Regla número 1: Nunca le creas a una Cheryl. —Cole frunció los labios para contener una risa—. Eso es de Elisa, ¿no? Ella mide como 1,64... Tú has de medir 1,50. ¡Eso te queda como vestido de monja!

—Que en tu casa todos tengan complejo de faro no es mi culpa. —Nix recogió las mangas descubriéndose los hombros—. Así luzco más como yo.

NetherMostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora