Fall in love

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Recostado sobre las piernas de Nix, Cole abrió los ojos poco a poco hasta que estos se acostumbraran a la oscuridad que invadía el vehículo.

— ¿Lo llevamos a un hospital? —Fred iba manejando, Cole maldijo mentalmente porque había dejado claro que no quería que él tocase el volante.

—La mejor opción es esperar a que se levante y dependiendo de cómo se sienta hacemos lo que se tenga que hacer. —Nix llevó la mirada hacia abajo, ladeó la cabeza mientras gesticulaba una media sonrisa—. Parece que no hay que esperar tanto.

—Detesto vomitar —moduló Cole con la garganta rasposa. Los recuerdos de antes de su desvanecimiento empezaban a encenderse en su cabeza.

— ¡Qué bien que estés despierto! Fue terrible, te desmayaste y casi caes sobre tu propio vomito. —Tatiana le palmeó el estómago desde el asiento del acompañante—. Agradécele a Nix por ser tan ágil al agarrarte porque yo no te dejaba subir al carro si estabas todo vomitado.

—Es el carro de mi padre, puedo subir desangrado si quiero. —Cole se agarró la frente debido al dolor—. ¿Qué mierda me sucede?

Nix lo obligó a incorporarse, le tocó la frente con la palma de la mano y suspiró.

—Voy a tener que utilizar mis poderes curativos en ti...

—No es necesario, Cole, tú te curas solo, ¿no es así? —Freddie los miraba desde el espejo retrovisor.

—Solo cuando se trata de heridas externas, ¿estoy en lo correcto? —Nix se desabrochó los primeros botones de las mangas de su chaqueta—. Levanta tu camisa.

— ¡¿Qué?! ¡No! —Cole se cruzó de brazos—. No tengo ni idea de lo que harás, pero no voy a dejar que pongas tus plantas en mí otra vez.

—Te voy a untar belladona en el pecho y la espalda, chuparás algunas hojas de menta, y dejaré en tu estómago una corteza, hoja y raíz de aceituno. Y no vas a morir, —Nix le colocó el dedo índice en los labios— a menos que te resistas.

—Ya me estoy resistiendo. —El rubio arrugó el entrecejo—. Ya se me ha de pasar. No quiero que me toques.

— ¡Cole! ¿Tú consideras a vomitar sangre algo que no más debería pasar ? —Tatiana se giró con el rostro encandecido—. No seas grosero con Nix, ella solo quiere ayudarte.

—Que ayude a Sean, se entiende muy bien con él. —Cole desvió la vista hacia la ventana, en ese momento recordaba que ya había sentido furia antes de desmayarse y esta volvía a él.

— ¿Acaso estás enojado porque me cae mejor que tú? —Nix levantó las cejas, escéptica—. No me la creo.

— ¡No estoy enojado! ¡No me interesa! Me irrita tener que oírte hablando de él.

— ¿Sabes que desde que te levantaste eres el único que lo ha mencionado? —Nix abrió las manos, mostrándole las hojas de menta—. Deja las niñerías, no tienes que ponerte a la defensiva solo porque él es mucho más fuerte que tú.

— ¡Pero si lo hice picadillo, no es ni un gramo más fuerte! Estoy enojado porque estuviste de su lado durante todo el interrogatorio. —Cole le arranchó una de las hojas, e inhaló el olor—. Si eres amiga de mi enemigo, eres mi enemiga.

—Él no es tu enemigo, ni eso era un interrogatorio, imbécil. A la que deberías de considerar enemiga, la adulas, eres un tremendo imbécil. —Nix le lanzó las demás hojitas encima, y se apartó del rubio hasta estar situada junto a la puerta.

—No te preocupes, Nix. El estúpido nació pensando al revés. Haz como que no existe. —aconsejó Tatiana con cierto tono burlón en su oración.

—Nació al revés, no lo parieron, lo cagaron.

                                                                       * *

Tatiana había sido la primera en quedarse dormida, Fred llevaba puestos sus audífonos para evitar que le sucediera lo mismo. Nix ni siquiera cabeceaba, se mantenía impertérrita, observando al mundo detrás del cristal de la ventana.

Cole se sentía terriblemente mal, no era nada referente a su organismo, a decir verdad, eso había dejado de dolerle varias horas antes aunque seguía sintiéndose bastante débil. Lo que le causaba remordimiento era la forma en la que había rechazado la ayuda de Nix, no pensó que tal vez la primera vez que se había enojado, se había desmayado como señal de que no abriera la boca más sobre ese tema. No aprendía tan rápido, ese era su problema.

—Nix... —susurró Cheryl.

— ¿Uhm? —La muchacha no esquivó el rostro de Cole, sus ojos se clavaron directo en los de él.

—Lo lamento...

— ¿Qué lamentas? —El zuño de Nix se arrugó en obvia mueca sarcástica—. No has hecho nada.

—Lamento haber reaccionado de manera tan agresiva por lo de tus medicinas. En serio me enojé. —Cole masticó un pedacito de una hoja de menta que sostenía—. Me enojé por cómo te pusiste cuando te preguntamos por él; nos gritaste que no nos entrometiéramos porque no éramos tus amigos, sin embargo, Sean te cayó bien al instante.

—Ustedes no me caen m—

—Ya lo sé, pero, ¿por qué te portas tan a la defensiva cuando alguien se preocupa por ti? Mis amigos no son malas personas, yo tampoco lo soy, y Sean, que intentó matarte, resulta ser tu mejor amigo. —Cole botó con ayuda de su lengua los pedazos de menta que le molestaban en la boca—. Antes de que me desvaneciera vomitando, iba a encararte acerca de tu actitud en ese momento, cuando me levanté y lo recordé, me enojé aún más. Solo pensaba; bien, ella no nos considera sus amigos, yo tampoco tengo porqué confiar en ella.

—Yo... Yo no hago amigos, Cole. Todo lo que te conté sobre mí, ¿no te parece eso una razón suficiente? Los que me quieren siempre acaban por morir.

—Tú mismo dijiste que hay personas por las que vale la pena hacerlo, tal vez eres ese tipo de persona. —Cole se acercó un poco para removerle el cabello de la zona delantera—. Aunque eres algo extremista con aquella frase tan dramática.

— ¿Me llamas exagerada? —Nix entrecerró los ojos—. ¿Quieres morirte?

—No, —Cole rió por lo bajo antes de tenderle la mano a Nix para sellar un arreglo— solo discúlpame por haberme enojado.

—No tienes que pedirme que haga eso. —Nix se encogió de hombros—. No se supone que debamos pedir perdón por lo que sentimos, es algo que no controlamos.

— ¿Vas a dejar que mi mano quede colgando por la eternidad hasta que la toques?

Nix estrechó la mano del rubio, resignada.

— ¿Cómo te sientes? —preguntó la muchacha mientras se acercaba otro poco a Cole.

—No tan mal, pero tampoco bien. Me sigue doliendo la cabeza y el estómago. —Cole tomó la mano de Nix por la muñeca y la llevó por debajo de su remera—. Haz lo tuyo.

Nix lo miró ruborizada, entonces Cole se dio cuenta de lo comprometedor que aquello había sido.

—Ya lo hice hace una media hora, Coliflor. —Acarició por debajo de la camisa la piel lisa del rubio—. Esperaba que te sintieras mejor.

— ¿Qué haces? —Cole soltó una sonora carcajada causando que Tatiana se removiera en su asiento desde sus más profundos sueños, y que Freddie levantara la vista hacia el espejo—. ¡No me hagas cosquillas!

—No lo hacía, qué sensible, tranquilo —Nix retiró la mano riendo también un poco—. Solo te untaba sin que te dieras cuenta la belladona.

— ¿Y no que ya lo habías hecho hace media hora?

—Hace media hora que dejé los tallos de aceituno en tu estómago, no había untado la crema aún.

— ¡Deja de meter cosas en mí sin decirme! —Cole le agarró la mano una vez más y la colocó en su abdomen—. Sigue untando, trataré de no reírme.

—Está bien...—Accedió Nix mientras comenzaba a masajear—. Pero recuerda que tú te metes en mi mente sin avisarme.

—Dejemos de utilizar el verbo meter para referirnos a eso. Por favor.

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