10| DATE LA VUELTA

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Había una sensación extraña en el aire. Su cuerpo se estremecía ante el filo de un objeto punzante en su nuca, erizandole la piel, de pies a cabeza.

¿Se acerca el final?

Jeon Taehyung, no podría decir con certeza, que sobrevivió a aquel fatídico viaje, sin al menos sentirse un poco mareado. Y ahora que su padre lo acompaña en un paseo matutino, siente que su instinto de supervivencia segue extrañamente activo.

El hombre de edad madura, y hoyuelos perfectos; apareció por la mañana, una semana después de que los príncipes herederos llegarán al palacio, siendo informado, por su prodigioso sobrino, claro que sí.

Le había llevado a su niño un baúl entero de sus cholocates favoritos, porque Hoseok, le contó, que últimamente había tenido antojo de golosinas chocolatosas y cremosas; y Kim Namjoon, no era nadie para negarle tales placeres tan simples a su retoño. Pero aquel obsequio servía también, como excusa para charlar con él sobre el viaje a Percia.

– Escuché que el príncipe fue el responsable de que el banquete posterior a la cacería se sirviera en la mesa. — comentó su padre rompiendo el silencio.

El clima estaba cálido, el buen tiempo ponía a Taehyung extrañamente de buen humor, o al menos, lo hacía sentir menos miserable. Había pasado días relativamente agradables a lado de su nuevo amigo Park, quién se había acoplado al palacio como si hubiera crecido ahí. Y tanto la compañía del doncel como la de su primo, lo hicieron sentir menos solo, al menos durante el día.

Con los hombros encogidos, el doncel asintió, soltó un fuerte suspiro y sonrió a medias.—- Así fue.

– Un tanto escandaloso. ¿No lo cres así?

Taehyung sabía a dónde se dirigía la conversación. Su padre era metódico, calculador, y sería una vergüenza no conocer esas viajas tácticas, cuando él lo conocía tan bien. Quizás alguien le había contado sobre el asunto del baile, lo que ocurrió en la catedral, y por supuesto el escandaloso encuentro en la cacería. No quería hablar de eso, suficiente tenía ya, con el hecho de que Jungkook no había vuelto a dormir en su habitación desde que llegaron a Sirgo.

– No lo señalaria como escandaloso, padre. — le respondió con nerviosismo, y agradeció a sus adentros cuando YeonTan ladró a sus espaldas.

Sintiéndose bendecido por la distracción, se giro para inclinarse a su cachorro, quién era llevado con una correa fina, por un lacayo. Su pequeño cachorro se había vuelto su única compañía en las noches frías, y también una molestia constante para su pelinegro esposo; pero aquello no lo desanimaba del todo, pues comprendía que su cachorro podía llegar a ser algo revoltoso, y su esposo apreciaba la tranquilidad. ¿Por eso no dormía con él?

Dejó sus pensamientos viajar por un algo tiempo mientras acariciaba el suave pelaje de YeonTan. El hombre a sus espaldas se aclaró la garganta, para nada dispuesto a andandonar la conversación previa a la interrupción.

– Pues según lo que escuché, tu esposo casi le dispara en el acto al Rey. Yo diría que es mucho más, que un acontecimiento escandoloso.

Traición. Quiso decir.

Y es que los rumores habían corrido como como presa desbocada. Todos notaron como el Rey de Percia parecía tenerle cierto aprecio al doncel, y el hecho de que haya bailado su primera pieza como monarca con él, daba mucho de que hablar. La reacción del príncipe en desgracia al ver bailar a su esposo con alguien mas, tampoco pasó desapercibido para nadie; pero lo más impactante, fue que algunos lacayos fueron testigos de como esté casi le dispara al monarca recién coronado.

¿Tan valioso era el doncel?

Jeon Taehyung, era un nombre que las familias nobles, e incluso los plebeyos, no podían sacarse la boca, y aunque muy pocos lo conocían en persona, todo el mundo sabía de su desbordante belleza, carisma, encanto y jovialidad. Porque para tener a dos hombres poderosos luchando por él, debía ser magníficamente precioso.

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