CAPÍTULO FINAL
Primera parteSirgo, 11 de abril de 1758
13:30 p.m
La tierra se sacudió, elevando malévolas y monstruosas olas que impactaron sin piedad contra las costas. El diurno cielo se oscureció, se estremeció cuando los antiguos amantes del firmamento compartieron un ínfimo y apasionado beso que por siglos esperaron; y de sus nubes grises, cayeron lágrimas de lluvia helada.
En lo alto de las colinas situadas alrededor del palacio, un par de brillosas amatistas miraban con sigilo y excelsa paciencia los movimientos ininterrumpidos de aquel joven príncipe en medio del patio, a la espera del momento exacto para levantar su estandarte y llamar a su ejército oculto entre la maleza del bosque, a la inminente guerra.
Confundidos por la oscuridad, los alaridos llenos de angustia del inocente pueblo no se hicieron esperar, pero fue el sórdido sonido de un grito en particular, lo que provocó que el trío encapuchado diera la orden de atacar.
Mientras que los feroces lobos negros con las almas corrompidas por el último trío de brujas comenzó su cacería, la familia Real se conmocionó ante tantos sucesos simultáneamente ocurridos. Por una parte estaba el hecho del escalofriante eclipse, el como la luna se había comido al sol por completo, la desconcertante nevada en plena primavera, pero sin duda alguna, ver al consorte perder la razón debido al dolor provocado por el parto, fue lo que terminó por adentrarlos en la desesperanza.
Taehyung sintió sus entrañas arder, y por un momento el oxígeno se le atascó en la garganta, provocando que su vista se nublara a tal punto de ver borrosos los rostros ajetreados a su alrededor, de no poder escuchar con claridad la voz desesperada de su esposo a su costado, y a su hijo que lloraba aterrado por su estado. Una vez que pudo aspirar una bocanada de aire helado y logró enfocar su vista en YeonJun, todo comenzó a suceder con extrema velocidad. De su boca brotaban lamentables gritos cargados de dolor, sus uñas se clavaron con fuerza en la madera de la camilla, que era llevada con premura al refugio asignado en caso de ataque, y pudo ver Jungkook colocándose una espada en la cintura, a EunWoo corriendo a su lado, y a su heredero danzando al ritmo de los tambores bajo la absoluta oscuridad del firmamento.
—Jungkook, el bebé —le dijo entre lágrimas el doncel, a lo cual el azabache respondió con un asentimiento, tomando sus manos mientras se movía junto al resto—. ¡Las campanas! Jungkook, las campanas…
—No te preocupes por nada, mi amor —le suplicó el monarca, afianzando su agarre en su mano que posteriormente besó mientras le sonreía—. Nada va a pasarles, lo prometo.
—YeonJun tiene que terminar, no puede dejar de danzar hasta que la oscuridad se haya ido. De ser de otro modo, estaremos condenados.
—Sin embargo está nevando, el destino finalmente ha decidido condenarnos.
La confusión de Taehyung por sus palabras quedó opacada por una nueva contracción, pero fue en ese momento que se percató de aquello, pues al mirar al cielo pudo ver la nieve cayendo agraciada y a montones, pintando de blanco el verde de la primavera, siendo acompañada por las temibles campanadas que avisaban de un intruso queriendo apoderarse del palacio, y los gritos de los guardias diciendo “nos atacan”.
La guerra estaba llamando a su puerta, al igual que el alumbramiento de un príncipe.
—¿Cómo es posible…? —murmuró el castaño entre quejidos—. ¿Cómo puede nevar en pleno abril?
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FATE
Fanfiction¿La venganza es tan dulce como dicen? ¿Cómo pudo un corazón tan puro llenarse de tantas espinas? En un mundo donde ser un doncel es considerado antinatural; el apuesto príncipe heredero de un reino en desdicha, se ve obligado a contraer matrimonio c...