35| UN FUTURO PROMETEDOR

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RaeRa siempre se consideró a sí misma una persona sumamente observadora. Sólo hacía falta prestar atención a los pequeños detalles, a los gestos cultos y profundizar en las ventanas del alma, para descubrir los sueños y miedos del sujeto de su interés.

En los pocos días que duraron los preparativos de su boda, intentó descifrar la actitud del rey consorte, quién fue el único encargado de la organización de su gran día. Desde el color de los manteles hasta la tela de su vestido, fueron previamente aprobados por su alteza, pero jamás pudo verle el rostro directamente, pues, todo el tiempo, su corte se agrupaba a su alrededor como una barrera impenetrable para su aguda mirada. Hasta esa mañana.

Mientras vagaba por los jardines pudo distinguir su ya conocida cabellera castaña en medio de uno de los jardines en los que solían encontrarse a los príncipes jugando alegremente. Ella tan valiente como siempre, caminó hasta él con intriga, y finalmente pudo verlo a la cara. Mentiría descaradamente si dijera que no quedó totalmente anonadada ante la belleza y porte que el doncel desprendía con gracia y sutileza, que la piel no se le erizó cuando sus ojos la escrutaron con rencor, y que no sintió un dolor punzante en el pecho al saberse insignificante estando a su lado.

No se debía ser muy inteligente para darse cuenta del amor que Kim Hoseok sentía por su pariente, pero no fue hasta ese instante que pudo comprender el porqué. Su futuro esposo tenía más de una razón para amar al joven frente a ella, pues, estúpidamente creyó que se trataba de algún sentimiento de admiración, de cariño fraternal que fue evolucionando a un amor incomprendido; pero era mucho más que eso, era deseo, era egoísmo. Todo hombre respetable lucharía con uñas y dientes por obtener aunque sea un pétalo de la más hermosa flor de su nación, por más inalcanzable que está fuera, y Taehyung era por mucho, el jazmín más fresco y precioso de la temporada, incluso juraría que de su época.

Tal belleza, sumada a su rareza, fácilmente trascenderían en el tiempo como una leyenda.

-Señorita Kang-. Aunque RaeRa había mantenido su vista fija en él, fue hasta ese momento, en el que su voz resonó en el espacio abierto que pudo mirarlo nuevamente, sacándola precipitadamente del transe en el que se había sumergido. Taehyung mantenía un semblante apacible e indescriptible; con el mentón en alto y su mirada clavada en su rostro sonrojado, a la espera de una reverencia, que no tardó en llegar-. No esperaba verla por aquí.

-Su alteza-, respondió a modo de saludo mientras se fue incorporando nuevamente, ignorando también el reproche en su comentario-. Lamento si mi presencia es inoportuna, pero quisiera hablar con usted.

Antes de que el doncel pudiera emitir palabra, YeonJun, quién había comenzado a caminar con más estabilidad y seguridad se lanzó a los brazos de su padre con un puchero y un rastro de lágrimas en sus mejillas, cuando su cachorro -Bam, aquel doberman que le había obsequiado Jungkook por su regreso-, le lanzó una mordida juguetona a su rostro, que terminó por asustarlo.

-¿Qué pasa príncipe?-, le preguntó el castaño a su hijo, quién sólo respondió con balbuceos apenas comprensibles para su padre. Y Taehyung agradeció la distracción, porque estar en presencia de la prometida de su primo no le agradaba en lo absoluto, mucho menos cuando no tenía previsto una reunión con ella-. Supongo que sus asuntos no deben ser importantes, señorita Kang, y como puede ver, estoy ocupado en este momento.

-Es importante, su alteza-, insistió con sutileza, pero demostrando lo molesta que se sintió por el rechazo del doncel-. Mis asuntos son importantes.

-¿Más importantes que atender las necesidades de su príncipe, RaeRa?-, inquirió con sorna, ladeando una sonrisa maliciosa que la hizo hervir en rabia.

-Por supuesto que no, su alteza. Jamás me atrevería a sugerir que los motivos que me movieron a venir ante usted sean de más importancia que el gran príncipe, pero se trata de mi boda.

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