24| ÓDIAME

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La lluvia no parecía querer dar tregua. El cielo seguía llorando y rugiendo con intensidad.

Habían pasado tres días desde que Jungkook se llevó a Taehyung de Percia, y como era de esperarse debido al infortunio de la tormenta que no había cesado, los caminos de las carreteras más concurridas se encontraban cerrados.

A pesar de ser vecinos, el camino a recorrer era extenso; pues con un clima agradable, el tiempo estimado a su llegada era de al menos diez días, pero dadas las circunstancias no creían posible llegar a Sirgo en al menos quince, o quizás más.

En esos tres días viaje, tanto Taehyung como Jungkook comenzaban a resentir los estragos en su cuerpo, pues el cansancio era extremo, no habían podido comer de manera adecuada y mucho menos dormir correctamente, y las cosas entre ambos estaban siendo extrañas, totalmente tensas. Lamentablemente el reducido espacio del carruaje les impedía una lejanía corporal, pero la mental y sentimental, podría notarse extensa. Durante todo el trayecto Taehyung había mantenido un silencio sepulcral, omitía cualquier sonido gutural que pudiera salir de su garganta, comunicándose con Jungkook a penas con ligeros movimiento de cabeza, pero nada más que eso. También había demostrado parecer impasible, su rostro no expresaba absolutamente nada, ni tristeza, ni enojo, y mucho menos felicidad, era como si simplemente se hubiera decidido a coexistir a su lado sin prestarle atención alguna a él o a su entorno.

Jungkook, por otra parte, estaba volviéndose loco por tanto silencio, por tanta indiferencia; pero podía sentir la tensión, rencor y remordimiento danzar burlón entre ambos, y ciertamente no sabía que más hacer, pues lo había intentado todo, así que simplemente se rindió, optando por darle su espacio; pues de estar en su lugar, creía que eso era lo que necesitaría para poder entrar en confianza nuevamente.

Hace aproximadamente una hora, Taehyung había caído rendido ante el cansancio, quedándose dormido en una posición, que ante los ojos de Jungkook, parecía bastante incómoda; pero quizás se debía a que inconsciente el castaño activaba sus barreras al caer dormido, pues su cabeza se encontraba recargada en la ventana, mientras que sus brazos cubrían celosos su pecho y sus pies apuntaban con dirección a la salida. Aún con los ojos totalmente cerrados en un sueño para nada grato, parecía estar tenso y muy alerta, como si realmente estuviera esperando que alguien lo atacase, como si esperara que en cualquier momento Jungkook decidiera dar por terminado su papel de hombre arrepentido e intentara tomarle a la fuerza.

Jungkook sabía perfectamente que en estos momentos no era del agrado del doncel, pero justo ahora, con el sonido del agua chocando contra la madera hinchada del vehículo en movimiento y con solo una volátil flama proveniente de una linterna de aceite, el príncipe azabache miraba embelesado la figura menuda del castaño, recordando melancólico todas las veces en las que el castaño se había quedado perdidamente dormido sobre su hombro, con una expresión relajada, incluso contenta por su presencia y completamente seguro de que nada podría pasarle estando a su lado; pero ahora todo había cambiado, Taehyung lo aborrecía, le temía, no podía mirarlo y mucho menos hablarle. Se lo merecía totalmente, pero Jungkook era un hombre orgulloso, sumamente egoísta. Lo quería de vuelta. Quería a su pequeño niño fastidioso y enamorado de antes, porque a pesar de tener el mismo rostro, ese doncel frente a él, no era su Taehyung. Este joven de ahora dieciocho años de edad, con facciones preciosas y maduras, no era ese tierno niño que llegó a su palacio completamente ruborizado por su presencia.

El tiempo no había corrido en vano, lo supo desde el momento que vio a Taehyung recibir gustoso los labios de Yoongi. Lo supo cuando le vio llorar con terrible melancolía al separarse de su hijo. Lo supo cuando la miel de su mirada de opacó ante su presencia.
Pero creía que se debía a su pérdida de memoria, y aunque en algún momento creyó que fue una preciosa bendición, ahora estaba realmente desesperado porque le recordara; pues quizás así, podría perdonarlo, podrían comenzar de nuevo y amarse enteramente.

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