Amigo mío...
En las últimas semanas, con los días frescos de la temporada, me ha dado por escribirte al menos, un baúl entero de cartas, pero sé que tu tiempo es escaso, y tan valioso como el oro que se extrae fructíferamente de las minas recién descubiertas por estos lares, así que me limito a enviarte sólo una de ellas. El Duque y nuestros hijos se encuentran de maravilla, gozando de la calma y el pintoresco entorno que trae la llegada de la primavera; incluso SuNoo, que como bien sabes, es un doncel inquieto, pero tal parece que los festivales y las caminatas por el pueblo le han mitigado las ansias de salir a revolcarse sobre el lodo, o trepar hasta la copa del nogal más alto de nuestro jardín, como la última vez.
El vecino, aunque cascarrabias como de costumbre, nos ha enviado una tarta de fresas con su nieta, quién parece estar bastante interesada en formar una amistad con JaeHyuk, algo que me acongoja, por supuesto, pero que me resulta inevitable...
En algún momento de tanto embrollo en las palabras escritas en aquél pedazo de papel, Taehyung perdió el hilo del relato. La sensación de tener tantas manos tocando su cuerpo al mismo tiempo le resultaba abrumadora. Por un lado tenía HyunJin con sus instrumentos extraños revisando su vientre, y por el otro, a toda su corte y sirvientes limpiando su piel con un paño húmedo.
Debido a su estado tan avanzado de embarazo, y su delicada salud, le era imposible levantarse de la cama para algo más que hacer sus necesidades. Sus deberes como consorte fueron pausados a petición de su esposo, quién en esos momentos, se encontraba del otro lado del mundo en un intento por darle fin al juicio que se llevó a cabo para el nombramiento oficial de su heredero, pues aún era nombrado con el apellido Min.
Tanta fatiga, sumada a la desesperanza por salir a refrescarse, lo tenía malhumorado la gran parte del día, y por ese motivo, con el ceño fruncido por el incesante parloteo de su doncella al pie de la cama, decidió interrumpirla.
-EunJi, recuérdame quién envió eso-, dijo el doncel con la voz pausada, pues había comenzado a tener dificultades para respirar con normalidad, por lo que pronunciar aunque fueran simples oraciones, el aire no parecía querer colaborar.
-La Duquesa de Céndia, mi señor-, pronunció ella en un hilo de voz.
-Sáltate las partes innecesarias, y sólo dime cómo va todo por allá.
Una vez que se puso al día con los acontecimientos en Céndia y la familia de su primo, HyunJin, al terminar de examinarlo de pies a cabeza, suspiró, logrando que el doncel se girará alarmado para verlo, y que, con mucho esfuerzo, se sentara correctamente en la cama, para posteriormente acariciar con recelo su vientre hinchado.
-¿Algo va mal?-, indagó con genuina preocupación-. ¿Mi bebé está bien?
-No se preocupe por nada, su alteza. El príncipe se encuentra en perfectas condiciones, está bien posicionado, así que sólo queda esperar los dolores de parto-, le aseguró el médico con una sonrisa amable, las arrugas en sus ojos haciéndose cada vez más evidentes con el paso del tiempo; pero poco le duró el gusto en su semblante, gradualmente fue perdiendo la pintoresca ilusión en la curva de sus labios-. Sí mis cálculos no me traicionan, a partir de hoy y hasta dentro de tres semanas podría entrar en labor, aunque, yo le recomiendo inducir el sangrado cuánto antes, pues los astrólogos pronostican un eclipse para esas fechas; pero, en realidad es usted quien me preocupa, su alteza, puedo notar lo cansado que se encuentra. Debió hacerme caso cuando nos enteramos de su embarazo.
-¿Y asesinar a mi bebé?-, inquirió con amargura, arqueando una ceja en su dirección-. No me fastidies, amigo mío, que así como me encuentro aún puedo hacer que te decapiten.
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FATE
Fanfiction¿La venganza es tan dulce como dicen? ¿Cómo pudo un corazón tan puro llenarse de tantas espinas? En un mundo donde ser un doncel es considerado antinatural; el apuesto príncipe heredero de un reino en desdicha, se ve obligado a contraer matrimonio c...