Un verano, un otoño, y el invierno entrante; no fueron más que un momento, como el suspiro mismo que en ese instante abandonó sus labios con pesadez, mientras miraba el remolino de tierra y hojas secas que el viento frío juntó y elevó hasta la altura del ventanal de su habitación.
Un suspiro cargado de dolor, lleno de empatía, y sufrimiento.
La primera nevada estaba por caer, lo podía sentir en el aire, en el color grisáceo del cielo, y ese dolor punzante en el hueso de su brazo izquierdo, que se fracturó de niño; indicándole cruelmente que el tiempo había corrido, y que él seguía ahí de pie, solo mirando a través de la ventana como Taehyung vivía una agonía, un nuevo dolor día tras día.
En el pasado jamás se puso en su lugar, y ahora comprendía que debió hacerlo, pues le habría evitado demasiado sufrimiento.
Fue egoísta, y estúpidamente cobarde, pero ya no puede hacer nada al respecto. No puede volver en el tiempo y remediar sus errores.
» ¿Qué hubiera pasado? «
Es una pregunta que invade su mente con frecuencia. Un montón de escenarios se reflejan, uno más feliz que el otro, mostrándole que indudablemente ese precioso ángel, ese pedacito de cielo tan radiante como el sol, sería feliz sin él. En los brazos de otro hombre, con un apellido nuevo, con una vida alejada de todas sus mierdas, de sus inseguridades y traumas provocados por su padre y la presión de la corona.
¿Qué hubiera pasado si él no hubiera decidido desenmascarado frente a todo el mundo?
¿El hijo de Taehyung seguiría con vida?
¿Taehyung seguiría brillando?
Resultaba absurdo pensar en un hubiera.
Era muy temprano por la mañana, las pocas aves que no habían emigrado se alcanzaban a escuchar a lo lejos, y la luz del sol, solo había logrado pintar las nubes grises de un tierno color brillante.
Por su aspecto poco brillante; o, mejor dicho, bastante demacrado que dejaba a la vista esas enormes ojeras negras; cualquiera podría notar que no había dormido nada. Pero aquello ya no era un secreto para nadie, pues todos en el palacio sabían del pesado insomnio con el que venía cargando el monarca desde aquel abril. Ese desgraciado día cuando su mundo se desmoronó hasta hacerse nada, hasta convertirse en polvo, en cenizas imposibles de avivar nuevamente. Todo frente a sus ojos. Provocado por su causa.
"Traeré a nuestro hijo de vuelta"
Después de escuchar su promesa, y confiar en sus palabras, Taehyung le había dado una nueva oportunidad. Una preciosa y única oportunidad de redimir sus pecados; pero parecía que no importaba cuánto esmero le pusiera, las circunstancias no cambiaban.
No importaba. Nada importaba.
Y estuvo a punto de rendirse; pero no lo hizo.
La corona que desde siempre le dio dolores de cabeza; ahora parecía más pesada, insostenible incluso.
Estaba cansado, agotado de seguir; desafortunadamente esa fue la vida que le tocó, un destino que él mismo eligió. Todas las piedras en su camino fueron colocadas por sus propias manos, y ahora, a pesar de saber que estaban frente a él, presentándose como viles adversidades, no podía evitar tropezar con ellas una y otra vez.
El dolor no se iba, y las noches seguían siendo eternas.
¿Hasta cuándo?
¿Cuánto dolor estaba dispuesto a soportar por tener una nueva oportunidad?
¿En verdad merecía vivir en plenitud?
¿Sus pecados eran si quiera redimibles?
Jungkook sabía que la respuesta era un rotundo "no". Lamentablemente, es humano, es un hombre de carne y huesos; con un corazón, con conciencia y completamente capaz de sentir, de herir y añorar felicidad, aunque esta última no la mereciera en absoluto.
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FATE
Fanfiction¿La venganza es tan dulce como dicen? ¿Cómo pudo un corazón tan puro llenarse de tantas espinas? En un mundo donde ser un doncel es considerado antinatural; el apuesto príncipe heredero de un reino en desdicha, se ve obligado a contraer matrimonio c...