25| PUÑALADA AL CORAZÓN

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Para Taehyun, el llegar a Sirgo fue como recibir una cruel puñalada al corazón, un golpe bajo de realidad, su nueva realidad. Todo se sentía tan irreal, tan estúpidamente abrumante, que incluso le resultaba imposible de creer, pues jamás imaginó volver a sus tierras, y mucho menos acompañado por su verdugo.

Todo su entorno parecía distinto, lleno de tristeza, dolor y pena; como una enorme nube gris que no parecía querer abandonar el reino y mucho menos su corazón.

Nada tenía vida, nada tenía color.

Tras bajar del carruaje después de tantos días de viaje, Taehyung miró la imponente construcción del palacio con absoluto rencor, teniendo presente que los peores momentos de su vida ocurrieron ahí, dentro de esa bonita jaula a la estaba por arrebatarle nuevamente su preciosa libertad. La simple idea de verse preso por esas paredes que le vieron llorar y desgarrar su alma durante tantas noches lo hacía sentir enfermo. Estaba volviendo al lugar que lo vio morir, y quizás esta vez lo conseguiría.

Admite también, que existe cierto sentimiento de pertenencia; pues esas tierras le vieron nacer, y durante su tiempo como príncipe heredero, hizo mucho por su pueblo. De cierta manera se siente en deuda con ellos, por abandonarlos y hacerles creer que estaba muerto, por dejarlos desamparados bajo el mandato de un príncipe cruel.

Ahora, tras la muerte de su suegro, y con Jungkook asumiendo el trono, él también lo haría. Después de tanto tiempo y momentos que marcaron su vida de la peor manera posible; estaba por tomar el lugar que le perteneció desde que contrajo matrimonio con el pelinegro. La pesada corona por la que se había preparado en el pasado, y la que su padre se había esmerado en obtener, estaba por pertenecerle.

Le resulta extraño, incluso un poco cómico, el cómo su vida tomó un rumbo tan drástico en cuestión de días; pues paso de ser el prometido misterioso de un monarca descarado, a literalmente convertirse en el consorte de quién por mucho tiempo ocupó gran parte de su corazón; ese hombre que lo condenó a la muerte, ese mismo desalmado a quien debía llamar marido. Su primer y más grande amor, Jeon Jungkook.

El destino es cruel y caprichoso; maneja la vida de los mortales como si fuesen simples títeres, como viles juguetes para su diversión.

Desde aquella noche después de ver a Jungkook llorar con intensidad sobre su regazo, y durante todo el trayecto de regreso, el azabache parecía haber comprendido que Taehyung no daría tregua ante aquella batalla silenciosa; o eso era lo que el doncel creía, pues el azabache no había vuelto a insistir, mucho menos dirigirle la palabra; parecía absorto de todo, perdido en el meollo de sus pensamientos, consumiéndose internamente por todo lo que estaba sucediendo.

Taehyung tenía entendido que la relación padre e hijo que el rey y Jungkook mantenían, no era del todo grata. Por lo que pudo ver, mantenían una relación súbdito y soberano, no había más; y tal vez era esa la razón por la cual no le vio derramar ni una sola lágrima por su perdida. Lo cual le intrigaba aún más, pues antes de que esa noticia llegara, se había mostrado ante él, como un pequeño y vulnerable cordero, como un chiquillo miedoso y suplicante.

¿A qué estaba jugando? ¿Qué pretendía con tan ridículo personaje?

Estaba seguro que en el pasado se hubiera preocupado por su extraño comportamiento, le habría preguntado si se encontraba bien, y hubiera ofrecido su hombro para que llorará, pero no lo hizo; en su lugar, encontró ese repentino silencio bastante satisfactorio, pues necesitaba paz, necesitaba callar el ruido en su mente y el calor del infierno que crecía en su corazón por verse obligado a volver.

Durante el viaje, descubrió que entre toda la gente que estaba a su servicio, había un doncel que parecía desencajar entre tanto guardia y lacayo fortachón. Alguien tan delicado y joven que simplemente no pudo evitar acogerlo bajo su manto, dándole la oportunidad de formar parte de su corte, tras este contarle sobre lo que haría una vez llegaran al reino. En un principio, su misión había sido encontrar alguna cura para la enfermedad del rey: algo que ya era imposible, pero tampoco podía regresar, pues se encontraban bastante alejados de sus tierras. Taehyun no dudo en tomar esa oportunidad, y sonriéndole con dulzura, lo convenció de quedarse a su lado, disfrazando sus fervientes ganas de charlar con alguien, y sentirse acompañado, con mera compasión.

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