36| ABORDO EN UN NAUFRAGIO

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Si pudiera volver en el tiempo, viajaría a esa época en la que su casa era dulcemente envuelta por melodías desafinadas evocadas por las cuerdas del pianoforte. No hacía falta preguntar quién era el intérprete, pues solo bastaba con entrar al salón para encontrarse con la agradable sonrisa de Taehyung, con ese ceño fruncido debido a la frustración de no poder leer correctamente las partituras.

Sus risas, sus juegos, sus caricias. Su inocente mirada... ¿en qué momento se incendió en poder, en avaricia, en lujuria?

¿Por qué permitió que su dulce ángel terminara corrompido por las llamas del infierno?

De repente cayó de rodillas al suelo, su vista nublada por un llanto que inunda su cuerpo, su razón, su sentir, que lo obligó a cerrar los ojos con fuerza, y aunque era ciego, su mente se encontraba perdida en algún lugar de sus memorias, en esos recuerdos que le dejan un amargo sabor de boca; mientras que sus brazos fungían como cuerdas alrededor de su cintura, impidiendo que cruzara la puerta.

-Espera-, suplicó con la voz pendiendo de un hilo-. Espera, por favor, espera, quédate un poco más conmigo, si te vas, si me dejas solo una vez más, yo... ¡Por Dios, Taehyung, me estás arrancando el corazón! Estoy dispuesto a entregarte mi vida, pero por favor no te vayas, me moriría si te vas.

-Hyung-, Taehyung lo miró desde arriba, y con una de sus manos cubrió su boca para evitar que un nuevo sollozo se escapara de sus labios, e intentó alejarlo, pero deshacerse de su agarre le fue imposible, pues la fuerza había abandonado su cuerpo, así como también, el motivo por el cual se encontraban en esa situación, a tan solo unos cuantos minutos de iniciar la ceremonia-. No nos hagas esto, estás apunto de casarte.

-¿Por qué te empeñas en condenar al naufragio nuestro amor?-, pronunció con la voz rota, y el alma aún más fragmentada que ésta, aferrándose a sus caderas, respirando cuál oxígeno puro, la fragancia a jazmines impregnada en sus ropas, y acariciando con la punta de su nariz, aquel vientre bendito que por un corto tiempo, había albergado su semilla. Por un momento se aferró a aquella idealización, dándole así más valor y veracidad al sentimiento de amor que estallaba en su pecho-. ¿Todo lo que vivimos juntos es insignificante para ti? ¿Qué más tengo que darte para evitar que me abandones?

El doncel negó sin poder contener el llanto, y se arrodilló frente a él, sosteniendo entre sus manos su rostro hinchado y humedecido por su adiós.

-No necesitas darme más, ya me has dado todo y más de ti, es hora de dejarnos ir, Hoseok-, pronunció su nombre con tristeza, y fue suficiente para hacer al aludido mirarlo a los ojos, pues nunca lo había llamado sin honorífico-. Lo nuestro no tiene futuro. Pronto estarás unido a ella, y yo jamás dejaré de ser el esposo del rey.

La mención de aquel ladrón que había osado hurtar lo más valioso que tenía, lo enfureció. Lo culpó por la desgracia que sentía, y los días en soledad, sin esperanza alguna, a los que estaba condenado a vivir a partir ese momento; pero, al ver a través de la miel de sus ojos, recordó el motivo que lo había movido a estar en esa situación, a ese niño que alguna vez lo había necesitado tanto que lo obligó a actuar de manera ridícula; a ese hermoso ser, al que le había enseñado a volar, pero que al extender sus alas, lo encerró dentro de su propia jaula.

-¿Y qué pasa con esto que siento?-, enfatizó con una mano sobre su corazón, recargando su frente sobre el hombro ajeno-. Sabes bien que al único que amo es a ti, mi matrimonio con ella es solo para aparentar, no la amo Taehyung, ¿Por qué debemos separarnos? ¿Por qué yo tuve que aceptarte estando con otro hombre y tú no puedes hacer lo mismo por mi? ¿Por qué?

-Lo lamento-, dijo con sinceridad, posando su mano sobre la de Hoseok, y desgarrandose junto a él por el inevitable adiós, que en un principio, esperó fuera pacifico-. Lo que te hice fue cruel. Con tu amor intenté borrar el rastro de otros besos, y me arrepiento, perdóname, jamás debí hacerte daño cuando lo único que has hecho por mi, es intentar hacerme feliz.

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