Capítulo 10

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Apenas entraron al castillo, el Rey apareció para recibirlos, siendo acompañado por sus guardaespaldas.
Aquel Omega era un completo desconocido para todos, no confiaban en el.

— Querido Luffy, mi hijo me habló mucho de ti. Es un placer para mi conocerte. Soy Donquixote Rosinante, pero puedes llamarme Corazón.

El menor al ver al Rey no tuvo otra reacción que inclinarse, estaba frente a la autoridad de todo el reino al fin y al cabo.
A él no le importaba realmente, pero su hermano Sabo lo sermoneo varias veces para que no perdiera el respeto o podría acabar en el calabozo.
No quería eso ni que lo golpeara, así que era mejor escucharlo.

— E-el placer es todo mío, su Majestad.

El rubio sonrió al verlo nervioso, era un Alfa después de todo; así que podía sentirlo en su aroma. Aún no había sido marcado, cualquier Alfa podría olfatear sus emociones.

— Oh, no te pongas nervioso y no seas tan formal. Después de todo vas a ser mi querido yerno en un futuro.

— C-Cora-san.

Ambos pelinegros se sonrojaron al escuchar aquello. Aún era muy pronto para eso, pero no iban a mentir. Ambos deseaban ese futuro.
El nombrado soltó una risita divertida, ambos se veían nerviosos pero ansiosos.

— Jajaja, ya los dejo tranquilos. Seguramente tengas mucha hambre, Luffy. Llévalo a tu habitación, Law.

El rubio se despidió para dejarlos en paz.
El Príncipe aún sentía su pecho alborotado, por lo que aclaró su garganta y tomó de nuevo la mano del menor.

— Vamos, el almuerzo ya está listo.

El menor asintió, aún avergonzado. Se dejó guiar por el mayor mientras caminaban por esos largos e impecables pasillos. Luffy observaba todo maravillado y con detenimiento.

— Es muy hermoso.

— Verdad que sí? Cora-san ama llenarlo de decoraciones.

Una vez llegaron a su habitación, abrió esas grandes puertas color nogal para así dejar ver su elegante cuarto.
Era muy grande y tenía varias habitaciones divididas por los portales; el armario con su ropa, su biblioteca personal, el baño, la habitación con su cama y el comedor, que estaba en el centro de todas; ahí aguardaba el almuerzo caliente y humeante.

— Pasa, Mugiwara-ya.

Ahora que estaban solos, dejaron de lado las formalidades. Ya más relajados se sentaron uno al frente del otro.
Al frente suyo, podía observar un fino corte de carne cocinado a la perfección. Como guarnición, habían una deliciosas patatas en formas de pequeñas esferas, bañadas en una deliciosa salsa de mantequilla y vino blanco. Además estaba decorado con perejil.

— Se que tu plato favorito es la carne. Le pedí al chef que hiciera el mejor corte solamente por ti.

Luffy le regaló una sonrisa, era algo muy considerado de su parte.
Al ver su plato, se le llevaba la boca de saliva al sentir el delicioso aroma. Pero cuando iba a tomar sus cubiertos, habían muchos de diferentes tamaños. Ahí se sintió confundido, no sabía cuáles agarrar.

— Em... Torao? Por qué tantos cubiertos?

El mayor soltó una risita, se levantó de su asiento para pararse detrás de él. Suavemente tomó sus manos para guiarlas a los que debía usar.
El menor trago con nerviosismo, sentía su rostro arder y su corazón latiendo con descontrol.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora