Capítulo 23

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Antes de que Ace y Zoro se vayan, el segundo le avisó a un guardia de la ciudad para que le informe al Príncipe de lo sucedido. El debía estar al tanto de lo que casi le sucedía a su Omega.

Luffy se quedó junto a Sabo dentro de la nueva casa. Éste último no dudó en revisar su cuerpo y corroborar que esté perfecto y sin un solo rasguño.

— Estoy bien, Sabo. No lograron hacerme nada. No los dejé.

— Si, puedo verlo... Ten mucho cuidado la próxima vez, Luffy. No vuelvas a salir solo. Siempre con nosotros o tus amigos.

El rubio acarició con cariño su cabeza, sonriendole un poco. Ya estaba tranquilo al saber que aquellos Alfas no lograron llevar a cabo sus oscuros planes.

— Está bien, lo prometo. No volveré a estar solo.

Ya no tenía que preocuparse por el menor, ahora estaba preocupado por su otro hermano. Estaban en un lugar desconocido con gente que tampoco conocían. No sabía de lo que eran capaces.

— Espero que Ace esté bien...

— Está con Zoro, no te preocupes.

Mientras, en otro lado de la ciudad, cierto peliverde junto al pecoso buscaban a los Alfas que intentaron dañar al menor.
Ace estaba furioso, no iba a permitir que se salieran con la suya.

— Ellos son algunos de los rebeldes del reino. Sin motivo alguno siempre se oponen a las decisiones del Rey y el Príncipe, siendo que siempre fueron buenos y justos. Solamente están para causar problemas.

— Ya veo. Deberíamos darles su merecido.

Buscaron en toda la cuidad por un buen rato. Más que nada porque Zoro no era nada bueno orientándose y volvían al mismo lugar una y otra vez. Estaban caminando en círculos y Ace no conocía el sitio, así que dependía de él.

— Ya pasamos por esas casas.

— Si... Lo siento.

El pecoso no tuvo más remedio que suspirar y seguir confiando en el otro.
Después de varios minutos de búsqueda, por fin lograron divisar al grupo.

— Ahí están. Ellos son.

— Joder... Fue más difícil lograr que te orientaras a encontrar su escondite.

Aquellos Alfas reían a carcajadas, tomando unas cervezas, sentados en unas cajas de madera y barriles vacíos.
Akainu tenía el collar de Luffy en su mano, observándolo con detenimiento y orgullo.

— Me pregunto cuánto me darán por el.

— Lo más inteligente es pedirle al Príncipe una cantidad exorbitante de dinero. Sé que pagará lo que sea para recuperarlo para su Omega.

— Ustedes no pedirán nada.

Su conversación fue interrumpida por el pecoso, quien tenía una mirada furiosa en sus ojos y sus brazos cruzados. A su lado estaba el peliverde, por el cual rechistaron al verlo. Era el último con quién les gustaría pelear o meterse, pues era difícil vencerlo.

— Y tú quién mierda eres? Pierdete.

— Soy el hermano del Omega a quien quisieron violar. Vengo a recuperar lo que es suyo y también enseñarles que no deben tocarle ni un solo cabello.

El grupo lo miro por unos segundos, para luego mirarse entre sí y comenzar a reírse a carcajadas.
Para ellos era lo más divertido que habían escuchado en mucho tiempo.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora