Capítulo 4

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Después de un par de horas, por fin aquel carruaje había llegado a su destino.
Aquel Príncipe estaba totalmente agotado después de ese arduo día de trabajo. Necesitaba descansar.
Pero en todo ese viaje no pudo quitarse de la cabeza a ese joven Omega de cabellos negros como los suyos.
Aquella hermosa y brillante sonrisa inundaba todos sus pensamientos.

Beppo estaba feliz, por fin había visto a su joven Amo estar emocionado por un Omega. Era una buena noticia, sin dudas iba a recorrer todo el reino.

— Es la primera vez que veo que le regala su pañuelo a alguien, Capitán.

Su grupo íntimo lo llamaba de esa forma, ya que disfrutaba también de viajar en barco por el mar; le causaba mucha intriga. Desde ahí nació el apodo.

— Es la primera vez que hago algo así... Ahora que lo pienso bien, no puedo creer que haya sido capaz. Me dejé llevar por mi instinto.

Miró por la ventana, mientras observaba como estaba ya dentro del castillo.
Su padre lo estaba esperando en la entrada del palacio.
Una vez allí, los guardas abrieron la puerta para dejar al Príncipe descender del carruaje. Rápidamente Corazón se acercó a abrazarlo.

— Mi hijo querido. Debes estar agotado y hambriento. Ven, te está esperando un delicioso banquete y el baño listo. Cambiate de ropa y ponte cómodo.

— Cora-san, muchas gracias.

Fue hacia sus aposentos, donde Beppo y sus dos guardaespaldas lo esperaban fuera. Siempre le daban su espacio personal para que no se agobiara, disfrutaba de estar solo después de todo.

Se quitó toda su ropa, quedando completamente desnudo como llegó al mundo. Luego fue hacia el baño, en el cual había una bañera llena de espuma y con agua con la temperatura justa, ni muy caliente ni muy fría.
Se tomó su tiempo para relajarse y darse un delicioso baño.

Nuevamente aquel Omega volvió a inundar sus pensamientos.
Había sido amor a primera vista, su Alfa inferior lo había elegido y no podia negarse ante aquel instinto, tan ansioso por verlo de nuevo.

— Mierda... Mis feromonas se están descontrolando.

Su cuerpo comenzaba a tomar temperatura, estaba comenzando a excitarse. Pero el no era persona indecente, nunca el la vida se permitía profanar en su mente a un Omega.
Terminó de bañarse y tomó una pastilla conocida como supresor, para bajar su temperatura y calmar su instinto de deseo sexual.
No era un medicamento fácil de conseguir para la época, pero el mismo se los fabricaba con hierbas.

Ya más tranquilo, se puso una bata color negra y sus pantuflas del mismo color. La tela de encaje era su favorita, así que decoraba la mayoría de sus prendas.
Ya listo, fue hacia al salón donde estaba su padre y su tío quien también esperaba su llegada. Éste estaba firmando algunos papeles y leyendo algunas cartas.

— Oh Law, ya volviste.

— Doflamingo.

Se saludaron con un pequeño apretón de manos, para luego tomar su lugar y sentirse atraído por el delicioso aroma que la comida emanaba.
Sin esperar mucho tiempo, comenzaron a comer.

— Y cómo te fue, mocoso? Algo interesante en esos aburridos viajes que haces? No entiendo cómo no quieres tomar las responsabilidades que tienes aquí. Tengo que hacer yo tu maldito trabajo.

— Lo de aquí es demasiado aburrido, teniendo un mundo entero por explorar. Además... Aquí nunca encontraré el Omega que tantas ansias tienen que encuentre.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora