Capítulo 6

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Law visitó a cada uno de los pacientes en sus casas, quienes aún descansaban para acabar de recuperarse.
Con mucha paciencia y amabilidad, los revisó y expresó que todos ellos ya casi estaban totalmente curados.

En su mente quería acabar ya, para así poder ir a pasar tiempo con el Omega que lo hacía distraerse de su trabajo. Pero era una persona muy paciente y tranquila, ya llegaría el turno de ir a aquella humilde pero bonita casa de madera.
Sus pisos estaban limpios y todo estaba bien ordenado. Además estaba llena de decoraciones artesanales y rodeada de flores de sus propios jardines.
Si, se había tomado el tiempo de observar la casa de su lindo Omega para no olvidarla.

Después de unas horas de trabajo, los tres hermanos esperaban pacientemente junto a Dadan a que sea su turno.
Luffy ya estaba cansado de esperar y su ropa le molestaba mucho. Por lo que abrió su camisa dejando libre su pecho, decorado con una vieja cicatriz en forma de cruz; y su marcado abdomen por el arduo trabajo que realizaba cada día.
Además Sabo le había prohibido que se pusiera su sombrero de paja para que no se despeine, pero no le hizo caso.

— Luffy! No te desarregles! Pronto vendrá el Príncipe!

Antes de que Sabo pudiera decir algo más, aquella puerta fue tocada con suavidad pero lo suficientemente fuerte como para dejarse escuchar.

Dadan abrió con rapidez la puerta, encontrándose con el tan ansiado y esperado Príncipe de ojos grises.
Todos se inclinaron para saludarlo, mientras el pasaba dentro de la casa seguido de su gente.

— Bienvenido, joven Príncipe. Es un honor volver a tener su presencia en nuestra humilde casa.

— Bienvenido.

Expresaron al unísono los dos hermanos mayores.
Luffy no podía expresar nada, tenía sus mejillas sonrojadas y cerraba sus ojos con un poco de fuerza.
Aquel aroma a café era tan intenso que lo mareaba un poco; el Alfa Dominante lo hacía temblar con su presencia.
Law notó eso, así que se relajó para no alterar al menor, soltando suavemente sus feromonas de tranquilidad para que pasaran desapercibidas.

— Muchas gracias por volver a recibirme en su casa.

Sonrió, mirando a cada uno de los integrantes de la familia, hasta que buscó finalmente la mirada de Luffy. Este la levantó lentamente; hasta encontrar sus brillantes y tímidos ojos negros con aquellos ojos grises, los cuales enseñaban un pequeño brillo en ellos.
Era la primera vez que éstos mostraban una emoción en mucho tiempo.

Ninguno pudo decir nada, sin duda había una conexión entre ellos dos.
Sus instintos se volvían locos en sus pechos al estar tan cerca y sentir sus aromas tan intensos.

Sabo notó las miradas fijas una en la otra; así que con discreción empujó suavemente a su hermano, para que se acercara al Alfa pelinegro.
Lo logró con éxito, provocando una pequeña sonrisa en el Príncipe.

— Es un placer volver a verlo, Luffy-ya.

Tomó su mano suavemente, para colocar uno de sus propios brazos detrás de su espalda e inclinarse para dejar suavemente un beso en esa pequeña mano; comparada con la suya más grande y decorada con tatuajes que el mismo se había hecho.

Luffy trago duro, sintiendo como aquel beso comenzaba a arder en su mano temblorosa, igual que sus sonrojadas mejillas.
Los demás observaban con emoción aquella bonita y tierna escena.
Inclusive las Omegas del pueblo observaban chismosas por las ventanas, llenas de envidia por el menor.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora