Capítulo 7

2.8K 341 258
                                    

Pasaban los días lentamente, inclusive pasaron algunas semanas.
Los días estaban llenos de trabajo en aquella granja; apenas podían descansar.
La lluvia había llegado y estaba arruinando toda la cosecha; por suerte Garp ya se había recuperado y volvió a ayudarlos con el trabajo.

— Rápido! Debemos cubrir todo lo que podamos con el plástico!

Tenían varios retazos de polímero para poder proteger toda la siembra posible. Aunque el viento y la tormenta eran cada vez más fuertes, no podían hacer mucho al respecto.
Sin duda era una de las peores épocas para aquel pueblo; no tenían el alimento suficiente para abastecer a todos ni siquiera por una semana.

— Mierda! No está funcionando! Qué hacemos?!

El alfa canoso no tuvo más remedio que rendirse. Lo primordial era la salud de sus nietos.

— Dejenlo así. No podemos luchar contra la naturaleza.

— Pero vamos a perder todo! Nos quedaremos sin alimento el resto del mes!

Protestó Ace, aún sin rendirse e intentando hacer lo posible para salvar algo de la cosecha. Su hermano Luffy también estaba ayudándolo, pero Sabo era igual de realista que su abuelo.
No había nada que se pudiera hacer.

— Están todos empapados! Vamos o se van a enfermar, y no es buena época para eso!

Aquel viejo con ayuda de su nieto rubio, tomó a los dos pelinegros para arrastrarlos dentro de la casa, donde Dadan observaba por la ventana llena de preocupación.
Se sintió aliviada al verlos a todos venir en medio de la tormenta. Rápidamente abrió la puerta para dejarlos pasar.

— Rápido! Entren!

Ya los cinco ahí, observaban por las ventanas mientras los hombres se secaban con las toallas que Dadan les dio.
La tormenta golpeaba con fuerza el techo y sin piedad alguna, destruía toda la cosecha que habían cuidado con esmero.
Luffy suspiró, sintiéndose totalmente impotente por no hacer nada.

— Sin duda hicieron un gran trabajo sin estar yo presente... Hicimos lo que pudimos, no hay nada que podamos hacer al respecto.

Consoló a los tres jóvenes quienes ya se habían hecho unos expertos en la siembra. Después de todo Garp les había dedicado muchos años de enseñanza.
Todos se tomaron un baño caliente para poder entrar en calor, mientras Dadan preparaba una sopa con pocos ingredientes. Debían administrar la comida lo mejor posible para poder soportar la hambruna que los iba a azotar.
La vida de campo era difícil y cruel, los campesinos eran castigados sin piedad por la naturaleza. A veces morían a temprana edad por causas naturales.

Sabo miró a su hermano menor mientras se bañaban, para acariciar su cabeza con suavidad.

— Por cosas como ésta la gente intenta huir como puede a la cuidad. Por eso los Omegas se pelean con locura por el Príncipe. Tienen una vida tranquila asegurada y nunca les faltaría nada... Por eso, no debes desaprovechar la oportunidad, hermanito. Debes ir a la cuidad y buscar nuevas oportunidades. Serás rico, siempre tendrás comida y todo lo que podrías desear.

Luffy lo miró para luego suspirar.
Sabía que era lo mejor para su vida, pero no quería separarse de su familia.
Ace tampoco quería eso, pero entendía a la perfección a su hermano rubio.
Era lo mejor para su vida, siempre estaría seguro junto al Príncipe y sabía que iba a cuidarlo muy bien.

— Pero Sabo... Yo no quiero irme de aquí. Por más que esté rodeado de lujos, ustedes son mi más grande tesoro.

Luffy abrazó a sus dos hermanos.
Garp solo escuchaba en silencio, todos estaban de acuerdo con que Luffy tuviera una vida mejor que la de ellos. Cualquiera daría lo que fuera con tal de obtener una oportunidad como esa.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora