Capítulo 25

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Aún los guardias fuera de aquel calabozo alcanzaban a escuchar los gritos desgarradores.

Aquellas torturas eran tan dolorosas que ni el hombre más fuerte podía soportarlas sin gritar o quejarse.

— E-estás enfermo, hijo de puta!

Law tenía puesto un barbijo sobre su boca, pero con su mirada intensa podía demostrar que estaba un poco fuera de sí.
Lo que más deseaba en el mundo era que Luffy nunca lo viera de esa forma.

— Ahg! Mierda!

Los cadáveres desmembrados y descuartizados de Kizaru, Aokiji y Teach estaban a sus lados.
Todos habían sufrido el mismo destino que el que Akainu estaba sufriendo. Pero Law se estaba tomando más tiempo que con los demás.
Su ensañamiento era con él, después de todo. Era quien intentó tocar lo que era solamente suyo.

— Nunca debiste acercarte a él. No hay perdón para lo que quisiste hacerle a mi ángel... El es muy inocente y dulce. Jamás perdonaría a alguien que intenté destruir todo eso.

Estaba realmente furioso. Nadie podía quitar esa furia que se apoderaba de su mente y cuerpo.
Aún no estaba satisfecho, quería verlo retorcerse más del dolor.

Ya le había cortado varios dedos de sus manos y también de sus pies. Parte de su rostro y también lo estaba abriendo por su abdomen.
Cualquier persona ya habría muerto por desangramiento o del dolor, pero ese hombre tenía mucha resistencia.

Ese día, los guardias del lugar y los mismos presos supieron que no debían meterse con aquel Alfa Dominante. Nunca en sus vidas debían desafiarlo ni acercarse a sus seres queridos; sabían de lo que era capaz de hacer.

— O-ojalá alguien viole y mate a tu estúpido Omega! A tu padre y todos los que te rodean! Te maldigo, Trafalgar D. Water Law!

— Dile eso a Lucifer. Saludalo de mi parte.

Una vez que abrió su abdomen, sonrió satisfecho bajo ese barbijo al ver todos sus órganos al descubierto.

— Todo ésto vale millones.

Akainu finalmente se desmayó, ya no podía soportar tanto.
Law creyó que ya era suficiente, así que tomó una cierra y le cortó la cabeza, aprovechando que ya no estaba del todo consciente.
Finalmente acabó cortandolo en varios pedazos, como a los demás.

Realmente era una escena bastante sangrienta y repulsiva. Más de un guardia  vomito al verla.
Sólo ellos sabían que aquel Príncipe no era tan perfecto como todos creían. Aunque seguía siendo alguien justo, pues sólo castigaba a los criminales. Nunca en su vida lastimó a alguien inocente.

— Bien. Limpien todo, por favor. Y ya saben que deben hacer con los cuerpos.

— Si, señor.

Se quitó sus guantes y su barbijo, lanzandolos junto a los cadáveres desmembrados.
Luego se fue a pasos tranquilos, como si nada hubiera sucedido ahí.
Ya nunca más volverían a molestar a su Omega ni a su padre.

(...)

Después de darse un buen baño y deshacerse del olor a sangre, fue a comer algo con su padre.
Su mirada era fría y no parecía tener sentimientos; cualquiera se asustaría al verlo.

— Law... Estás raro. Te sientes bien?

El rey observó la mirada intensa y perdida del pelinegro en su comida, la cual no había tocado. El mismo se percató de aquello, así que simplemente sacudió su cabeza, volviendo en si.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora