Capítulo 2

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El pueblo de Foosha estaba siendo azotado por una plaga de parásitos que afectaba la cosecha. Lamentablemente Garp también había caído enfermo, estaba en su cama con fiebre y vómitos.
Afortunadamente el Príncipe médico ya iba en camino en su carruaje para aquel pueblo, el cual estaba un poco lejos del castillo. Eran un par de horas de viaje.

Law-sama, en unos minutos llegaremos al destino.

Perfecto.

Aquel pelinegro leía la carta con los informes y detalles que los médicos le habían enviado. No parecía ser algo grave, pero si se dejaba pasar podría llegar a empeorar y expandirse al resto de los pueblos.
Debía tomar medidas e impedirlo lo antes posible.

Mientras, un joven de cabellos rosas logró divisar a lo lejos aquel carruaje blanco, siendo tirado y llevado por cuatro caballos negro azabache. Ese era el color favorito de Law, así que por lo menos su padre le daba el gusto en eso. Los carpinteros del castillo debían construir los carruajes de madera y pintarlos de blanco por orden de Doflamingo.

Está aquí! El carruaje del Príncipe Law está por llegar!

Rápidamente la voz se corrió de casa en casa, provocando que los habitantes ordenen todo rápidamente y preparen una rápida bienvenida para aquel príncipe. Era un honor para absolutamente todos que aquel pelinegro los viniera a visitar y a prestarles sus conocimientos médicos.

Rápido Luffy! Quítate la tierra de la cara! Vendrá el Príncipe a tratar al abuelo.

Su hermano mayor Sabo, lo ayudaba a estar lo más presentable posible; ya que llevaba su ropa de trabajo para el campo y se notaba a leguas que había estado por allí.

— Ya Sabo! Si es un buen Príncipe no le va a importar cómo me vea. Me va a querer igual.

El menor intentaba alejar su hermano, era un poco intenso de cierta forma en algunas ocasiones. Aunque Ace solía serlo aún más.

Debes verte lo mejor posible. Tal vez tengas suerte y te escoja como su Omega. Estarías rodeado de lujos y nunca te faltará comida.

Aquel rubio le sonrió, dándole ánimos a su hermano Omega. Jamás podría dejarlo ir, pero si era un Príncipe quien lo cuidaba, pues prefería eso antes de estar preocupado por que nunca nada le falte.
Algún día iba a tener un Alfa, y ya tenía la edad para eso. Debía estar preparado.
Por otro lado, Ace miró furioso a su hermano rubio. Nunca en la vida permitiría que alguien alejara a su lindo hermanito de su lado.

Qué diablos dices, Sabo?! Yo jamás permitiría que eso suceda!

Cállate. Si llega a ser su destinado no hay nada que puedas hacer.

Eso es imposible. De los miles de omegas que hay en el mundo, justo Luffy va a ser? Ja, qué estupidez.

— Quieres apostar?

Mientras esos tres discutían sobre lo que para cualquiera era la misma fantasía con la que todo el reino soñaba, Daban apareció para regañarlos.

— Dejen de pelear y vengan! Ya llegó el Príncipe, malditos malcriados.

Sin nada más que decir, los cuatro salieron fuera para ir rápidamente hacia la multitud de gente que se estaba formando en la entrada de la aldea. Allí, los guardaespaldas del Príncipe abrieron la puerta del carruaje, para que este pudiera bajar tranquilamente del vehículo.

— Señor Príncipe, es un honor para nosotros tenerlo aquí. Gracias por considerarnos en sus pensamientos y prestarnos su divina ayuda. Sin duda esto es obra de Dios.

El Príncipe de ojos grises | LawluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora