Capítulo 18

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El hombre que podía lavar el cerebro se llamaba Anton Belov y a el hombre que le gustaba hablar se llamaba Kirill Maksimov. Ambos hombres eran rusos y pertenecían a La Alianza Rusa, una mafia de alto perfil que operaba en su país de origen y rara vez salían de exploración por lugares como Japón.

Según Kirill, Izuku era muy afortunado por haber llamado su atención y ser elegido para la extracción. Ah, cierto, ellos dos eran llamados Los Extractores de Iván —tambien, según Kirill, no querría conocer nunca a Iván— que se dedicaban al secuestro e incorporación en su organización criminal de grandes talentos. Los afortunados eran sacados de sus lugares familiares y llevados a Rusia por ellos, una vez ahí, Anton —el hombre que hablaba poco— les lavaria el cerebro por unas cuantas semanas hasta que creyeran firmemente que fueron educados y adiestrados para servir a la organización. No sería una mala vida para él, la peor parte sería el lavado de cerebro pero una vez pasará se le garantizaba una vida de dinero y crímen.

El sueño de cualquier adolescente. O eso habría dicho Denki de manera sarcástica a sus captores antes de levantar el dedo medio y usar su electricidad para huir.

Una vida para nada varonil. Esas habrían sido las palabras de Eijirou, antes de golpear a ambos hombres y huir de la camioneta negra en movimiento, usando su quirk de endurecimiento para no salir herido en la caída.

Prefiero elegir por mí mismo. En un tono serio y hosco, muy posiblemente, siendo piadoso Shoto hubiera elegido congelar la camioneta y salir elegantemente de ella. Llamaría a su padre para que se hiciera cargo del asunto e iría a casa a comer soba.

¿Y Katsuki? En primer lugar, no se habría dejado secuestrar. No habría dejado que le hicieran daño a Mei. No se habria subido dócilmente a una camioneta negra de vidrios polarizados a escuchar todas las idioteces de Maksimov por más de dos horas.

Pero él era Izuku Midoriya, el niño inútil sin quirk y extremadamente cuidadoso, el que se lamentaba de sus errores y pensaba planes rápidos y astutos mientras un loco mafiosos hablaba de cháchara y cháchara sin sentido para él que no pensaba ir a morirse de frío a Moscú. Oh, claro que se sentía mal por no tener un medio por el cuál defenderse, alguna arma de las que fabricó le habría sido muy útil en ese momento. Sin embargo, ¿de qué servía deprimirse por eso?

Los Extractores de Iván se lo estaban llevando al jodido aeropuerto para sacarlo del país y llevarla a una vida de crimen organizado que haría llorar a su mamá y enloquecer a su papá. No podía permitir eso.

Así que, mientras el ruidoso Kirill hablaba y Anton manejaba, él planeaba. Ya sabía que el quirk de Anton era el de lavado de cerebros y que solamente funcionaba mientras mantuviera contacto visual con su víctima por tres segundos, le faltaba el de Kirill para tener una forma de protegerse. Si pudiera correr sin ser alcanzando, entonces tendría alguna ventaja. Estaba seguro que Mei habría llevado a Mighty a Yuei y que los profesores ya estaban enterrados de todo.

O peor. Su padre.

Espero que no haga un escándalo.

El de pecas suspiro y se tocó el brazo derecho, la zona donde tenía una marca de vacunación y pensó en Hisashi e Inko. Su papá haría todo lo posible por rastrearlo y sabía bien cómo lo haría, lo que le preocupaba era su mamá. Era una mujer muy sensible, más tratándose de él que era su único y adorado hijo, debía estar hecha una angustia en este instante.

— ¿Pensando en tus padres, muchacho? —la voz del ruso le llamo la atención —Descuida Midoriya-kun. La mayoría de los padres se rinden después de que les mandamos fotos falsas de sus hijos muertos. Ah, la tuya será la del siguiente mes. Cuando Anton termine de sacarte toda la información, la podremos mandar en un bonito e indetectable sobre a tu domicilio.

¡Alerta! ¡Héroe enamorado! [DekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora