Capítulo 17: Mi plan

1.1K 131 3
                                    

Sirio

Asechábamos en un pueblo cercano porque Orión lo ordenó, diciendo que había visto humanos cerca. Tenía la idea de amenazar a Marien con alguna cosa, al parecer, quizá con dañar. Esto no estaba yendo bien, me preocupaba.

—Finalmente me han encargado hacer algo de utilidad —murmuró Altair.

Yo solo fruncí el ceño mientras, me cuidaba de no ser visto.

—Siempre nos han dicho que atacar a otro que esté desarmado no es de muy buen ver.

—No empieces —renegó en susurro—. Este es un sucio humano que ha estado rondando cerca últimamente. Creen que pueden venir a llevarnos cuando se les da la gana.

Recordé los evolucionados controlados por humanos. Sí, nos llevaban y nos hacían quién sabía qué.

—Uhm —miré hacia el frente—, ya veo... —Pero me seguía sin convencer la idea.

De todas formas, no tenía opción, si no lo hacía, si seguía negándome a obedecer, podría no tener éxito en sacar a Marien.

Claro que nunca debía haberla traído en primer lugar...

Altair salió corriendo y reaccioné, saliendo detrás de él.

Me di cuenta de que el humano estaba acompañado por un evolucionado controlado. Estaba hostigando a un joven que todavía no había pasado por transición, y como nosotros éramos guerreros, debíamos proteger a nuestra gente de todas estas cosas.

—¡Detén al evolucionado! —ordenó Altair y él se lanzó hacia el humano.

Quedé absorto al ver cómo esquivó un disparo y, de un zarpazo, el hombre cayó. Fui golpeado por el evolucionado que debía detener, y caí. Tragué tierra en la arremetida, por distraído, y empecé a gruñir, volteando y dándole un golpe para quitarlo de encima.

—¡Debe tener un control para despertar a este! —avisé mientras forcejeaba con el salvaje evolucionado que estaba completamente fuera de sí.

En eso se detuvo. Mi atacante parpadeó un par de veces y dio un paso atrás, casi de un brinco, con cara de sorpresa. Volteé y Altair dejó caer al humano luego de haberle arrancado el control del bolsillo con su otra mano.


***

—No era necesario que lo hirieras de gravedad, ¿sabes? —comenté mientras regresábamos.

Él lo lleva en la espalda y su sangre caía, manchándole la camiseta. Incluso me había manchado yo por ayudarle a cargarlo.

—Ya era hora, sí que se tardan —renegó Orión, cruzado de brazos, desde una ladera cerca del fuerte.

Nos guió de regreso y Apus y Antares rieron entre dientes al notar al humano ya despertando. Prácticamente lo jalaron de Altair mientras él empezaba a quejarse de miedo, al verse rodeado de insensibles hombres con ojos fríos, que le propinaron empujones y jugaban con él como si fueran leones con su presa.

Bajé la mirada, apretando tanto los puños, que temblaron. El hombre se quejó tras otro golpe y cayó. Su rostro estaba desfigurado por las garras de mis compañeros. Pareció buscar piedad en mí, y no me quedó otra opción que retirarle la vista.

Sí, quizá no había sido muy bueno, pero muchos hombres humanos solo seguían órdenes... Igual que yo.

—Suficiente —espetó Orión—. Vamos a ver qué opina nuestra huésped.

Apus levantó al hombre del suelo con una sola mano, como si nada, y lo arrastró mientras él rogaba que lo dejaran.

Nos dirigimos a la celda de Marien.

Ojos de gato SirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora