Capítulo 25: Juntos

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Marien

Desperté por una alarma de un reloj, que no era mío, pero que estaba en la habitación. Me espanté, eran las siete de la mañana, ¡y yo que había querido dormir solo unas dos horas!

Había planeado no tardar, para así estar con mi esposo, pero había estado demasiado agotada al parecer. Al menos me sentí bien al saber que finalmente había hecho algo para ayudarle y no ser la que siempre corría a ponerse a salvo.

Me duché, me alisté de inmediato y corrí buscando a Sirio.

No debí dejarlo solo. De algún modo, un tonto miedo se introdujo en mí, pensando que quizá todo había sido un sueño, que nada de eso había ocurrido, que yo trabajaba aquí, y que él no estaba en mi vida. Pero el anillo en mi dedo me dio felicidad.

Entré a la sala y él estaba observando una de las máquinas de snacks.

—Lo siento, lo siento —dije yendo a él, tomando su rostro y dándole un beso que él correspondió, abrazándome y juntándome a su cuerpo.

—¿Por qué te disculpas?

—Quería venir antes —me lamenté dándole más besos—, pero me dormí.

—Está bien, me alegra que hayas descansado.

—¿Tienes hambre? Te traeré algo de la cafetería.

—No te preocupes... —Suspiró y meditó unos segundos, preocupándome—. He estado pensando... Si Orión fue contra las reglas y atacó a mi padre... Tengo que ir y asegurarme de que mi mamá está a salvo.

Me entró pánico de pronto.

—¡No! No. Es obvio que Orión quiere que salgas para atraparte, ¡es una trampa!

—Sí, pero si le digo esto a los ancianos líderes, puede que me perdonen.

—¿Y tú crees que Orión va a respetar eso?

—Pero...

—Me preocupa tu madre, pero sé que ha de haber otra solución, por favor...

—Sabes que debo ir.

—No me dejes. —Lo abracé fuerte—. Orión te mataría, no llegarías a tu pueblo, por favor, tiene que haber otra forma. No lo hagas. Te amo... —dije al final, de forma inconsciente—. Te amo —susurré cerrando los ojos.

—Oigan, chicos... —dijo alguien más. John, mirándonos confundido—. Despertó.

—Oh... —Vaya, la vergüenza me quiso atacar.

Sirio tomó mi mano y fuimos a la habitación.

Era normal, los H.E. se recuperaban rápido. Al entrar, el señor estaba parpadeando confundido. Sirio se acercó a él.

—Padre —murmuró apenas.

El hombre volteó a mirarlo, seguía confundido. Pude ver que sus ojos eran de un verde similar al de su hijo.

—Sirio —dijo frunciendo el ceño—, ¿qué hago aquí? ¿Qué haces tú aquí?

Él apretó los puños.

—Orión te atacó, ¿no recuerdas? —dijo suavemente.

—Ah —respondió con pesadez—. Sí, verdad. Por causa tuya.

Oh no.

—Perdón, padre, hice algo que lo ha hecho enojar. —Su papá lo miró de forma seria y luego me lanzó una fugaz mirada. Sirio lo notó—. Ella... la salvé traicionándolo, eso es lo que hice. Pero es porque ella lo es todo para mí ahora. No pensé que él haría esto. Sé que estas decepcionado de mí, como siempre, yo ya había aceptado pagar mi traición con mi vida, pero...

Ojos de gato SirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora