Corrí escaleras abajo con las lágrimas cayendo por mis mejillas. Llegamos al ambiente del primer nivel y me encontré con una puerta metálica, sacudí el pesado manubrio.
—¡Abran esta cosa! —pedí en llanto.
Max me apartó mientras otros le disparaban a la cerradura. Corrí apenas la vi abierta. El bosque me recibía de nuevo, había estado tan alterada que no había notado las ventanas, no había notado que habíamos estado tan alto, ni que estábamos en una instalación en el muro de la ciudad.
Los hombres de Max alistaron sus armas, buscando un blanco entre el bosque.
—¿Habrán caído en otro lado? —Murmuró Max.
—Estén atentos por si ataca ese evolucionado.
—Se fue. —Respondió una voz, devolviéndome el alma al cuerpo. Volteamos y Sirio bajó de uno de los árboles de un salto—. Se fue corriendo luego de caer. Huyó.
—¡Sirio! —chille corriendo a él y abrazándolo con fuerza—. ¡¿Por qué hiciste eso?! —exigí saber sacudiéndolo.
—Tranquila, estoy bien.
—¡Dijiste que no me dejarías! —reclamé—. ¡Y casi te sacrificas por causa mía!
—Hey —dijo sorprendido—. Siempre vale la pena morir por tu dama.
Negué sacudiendo la cabeza.
—No digas eso, ¡no digas eso! —Enterré mi rostro en su pecho.
Otra enseñanza extremista de su cultura. Aunque me seguía sorprendiendo su entrega hacia mí, capaz de morir protegiéndome sin siquiera pensarlo. Ya me había protegido con su propio cuerpo muchas veces, debí haberlo supuesto. Pero no podía comprenderle, mi vida sin él no sería la misma. ¿Acaso no tenía eso en cuenta?
—Tranquila, sabía que no iba a morir, esa caída no me mataría si sabía cómo caer. Había árboles, además. —Me alivié al saber que al menos había calculado sus acciones—. Más me preocupas tú, si él te alcanzaba yo no iba a tener ni un segundo más para salvarte. —Me apretó con fuerza de nuevo—. Además, ya sabes que quería romperle la cara desde hacía tiempo.
Me separé y suspiré. Tomé y besé su mano, y la acuné en mi mejilla, cerrando los ojos. Él juntó su frente a la mía.
—Debemos irnos, tortolitos —interrumpió Tania.
Miré a los demás y se estaban poniendo los cascos. Max me alcanzó uno y a Rosy también, nos los pusimos y nos guiaron a la salida mientras Ácrux, Centauri y su hermano hacían salir a los evolucionados hacia el bosque para que escaparan.
Había guardias tendidos en el suelo por doquier. Vi que habían volado la entrada. Las camionetas de seguridad estaban afuera, subí en el asiento trasero junto con Sirio y Rosy, Max subió al volante y Tania en el otro asiento delantero.
Los demás soldados se repartieron en las otras cuatro camionetas y en las tolvas de estas. Arrancó el motor y partimos, noté que estábamos en la parte oeste de la ciudad, podía ver la muralla. El edificio de seguridad estaba pegado a ella.
Me recosté en el hombro de Sirio y cerré los ojos, ya nos habíamos sacado los cascos y era de noche, así que no habría problemas. Pasé mi brazo por su pecho, él me rodeó por los hombros y me acomodé mejor a su lado, el alivio me recorría.
***
Max se detuvo fuera del hospital.
—Bien, ha sido un día largo —comentó agotado—. Pero conseguimos lo que queríamos.
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Ojos de gato Sirio
RomanceÉl es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a querer enseñarle. Un apuesto joven de ojos verdes es capturado y acusado de ser un muy peligroso Evolucionado. Pero él no recuerda y está dispues...