Marien
Fuimos a una de las instalaciones de los de seguridad, pero, por alguna razón, le negaron el pase a Max, alegando que estaban en entrenamiento privado. Nosotros lo esperábamos al frente mientras él volvía a intentar.
Buena parte de la edificación casi formaba parte de la alta muralla de la ciudad. Sirio estaba con los lentes, por si acaso alguien le prestara atención, miró hacia un costado del edificio, y juntó las cejas en un gesto de duda y confusión.
—¿Qué sucede? —pregunté preocupada.
—Detecto el olor de algunos H.E. —murmuró.
Max cruzó la calle, bastante molesto.
—Bueno, será otro día —gruñó, nos miró y se dio cuenta de que algo pasaba—. ¿Qué?
—Sirio dice que olfatea a más evolucionados —dijo Marcos.
Max nos miró confundido.
—Serán cadáveres de algún ataque —luego de encogerse de hombros.
—No —respondió Sirio—. Sé cómo huele un cadáver.
Avanzó cruzando la calle y lo seguimos. Nos metimos por un estrecho callejón, había una vieja puerta oxidada semiabierta. Antonio me detuvo.
—Quédate atrás —pidió casi susurrando.
Max se interpuso entre los dos.
—De preferencia más atrás —completó.
Fruncí el ceño.
Nos adentramos por la puerta. Sirio nos guiaba, parecían ambientes en abandono, con algunos muebles metálicos olvidados. La poca luz de la noche hacía que todo se viera digno de una película de terror. Una rata pasó corriendo, me sorprendió, pero no grité, ya esperaba encontrarme algo así.
Al avanzar comencé a captar leves sonidos, parecían gritos, como de hombres entrenando o peleando. Conforme avanzamos más pude distinguir otros ruidos: disparos, explosiones cortas, golpes fuertes, el roce de los zapatos sobre el piso. Hasta que otro nuevo sonido me hizo estremecer: gruñidos de evolucionados y gritos.
Pasamos a un ambiente amplio. Del otro lado de una vieja puerta se podían escuchar claramente esos ruidos, por ahora solo eran órdenes de alguna voz masculina.
—Si esto pasa, señores, quiero que intenten esto... El soldado Ryan les demostrará —exclamaba la voz.
Nos acercamos de prisa a la puerta, tenía una ventanilla oxidada. Sirio y Max la acapararon, Marcos y yo nos tuvimos que conformar con algunos agujeros en la puerta causados por el óxido.
Me horroricé. Un H.E. con una mascarilla metálica, como para evitar que mordiera, sin garras, lleno de cortes, sangrando y agotado, a la espera. Frente a él había un soldado de seguridad, más atrás se encontraba el que yo suponía era el principal. Y frente a esa especie de anfiteatro, unos cuantos hombres que parecían ser alguna especie de élite en cuanto a esta organización.
—Soldado —ordenó el que había estado hablando.
El soldado tomó un arma, nunca fui buena para las armas, solo observé que era de esas que tenían una hoja metálica a modo de puñal en el extremo, una muy antigua. Me angustié cuando alguien que no estaba en mi campo de visión obligase al evolucionado a avanzar, hincándole con algo en la espalda.
Se lanzó al "ataque". ¿Qué ataque? Si estaba completamente privado de sus armas naturales.
El soldado hizo un movimiento para esquivarlo, agachándose y girando, moviendo el arma consigo, esta pasó cortándole el abdomen al evolucionado, que gritó y cayó al suelo.
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Ojos de gato Sirio
RomanceÉl es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a querer enseñarle. Un apuesto joven de ojos verdes es capturado y acusado de ser un muy peligroso Evolucionado. Pero él no recuerda y está dispues...