Marien
Me asfixiaba, quería respirar y no podía, un murmullo ensordecedor en mis oídos no me dejaba concentrarme en nada, sentía que giraba mientras intentaba respirar, lo que fuera, pero lo necesitaba urgente.
Alguien tiró de mí, halándome con fuerza, el ruido en mis oídos se retiró de golpe y vinieron otros: alarmas de autos, gritos y hombres dando órdenes. Pude tragar toda una bocanada de aire al fin.
—¡Marien! —me llamó esa voz, haciéndome reaccionar.
Enfoqué mi vista en su rostro mientras me sacudía. Al fin pude ser consciente, habíamos caído al lago. Tosí un poco por la falta de aire y el agua que había tragado.
—Sirio —murmuré.
Me mostró su sonrisa de ensueño y me abrazó. ¿Qué había sucedido? No lo recordaba, estaba confundida. ¿Era este mi paraíso? ¿Con él? Si era así, estaba agradecida.
—Lo logramos —dijo, y juntó su frente a la mía mientras seguía sonriendo.
¿Qué?
Reaccioné al fin. ¿Lo habíamos logrado? Lo habíamos logrado, y estábamos vivos, juntos. Entonces creí recordar. Al parecer la explosión tenía un escaso conteo, unos cinco segundos extra, suficientes para que un veloz evolucionado me envolviera en sus brazos, corriera lejos, y se arrojara por la ventana. Un golpe de suerte que parecía haber estado predestinado.
Todo había terminado al fin. Reí y lo abracé fuerte, lanzándome a sus labios para darle un gran beso.
—¡Lo logramos! —exclamé feliz.
Soltó su bonita y varonil risa, avanzó un poco en el agua mientras me mantenía aferrada a él, besé su mejilla y cerré los ojos, respiraba aliviada y me tranquilizaba más con su aroma. Llegamos a la orilla y nos sentamos en ella.
—¡Hey! —gritó una voz familiar—. ¿Están bien?
Volteamos, era Max que venía nadando.
—Todo bien —contestó Sirio.
Max sonrió y dejó de avanzar, se hizo para atrás y quedó flotando boca arriba en el agua.
—Bueno, supongo que tenemos suerte de estar vivos —dijo—. Gracias por tirar de mí, pero ¿Saben? Dejaré de juntarme con ustedes, los persigue el drama. —Chapoteó—. Santo Dios...
Recordé las heridas de Sirio y enseguida me puse a horcajadas sobre él para examinarlo.
—Hey, tranquila —reclamó Max.
—Quiero ver sus heridas —respondí.
Mi chico me miraba con una ceja arqueada y una sonrisa.
—Ya deben haber cicatrizado un poco —murmuró con su seductora voz—. Pero si gustas examíname...
—Señal de salida —renegó Max y se fue nadando.
Reí entre dientes mientras lo observaba irse. Sirio tomó mi mentón con delicadeza, girando mi rostro para verlo a los ojos, esos ojos que ahora brillaban con picardía, acorde con su sonrisa, y me besó, haciendo que me perdiera en su boca.
Fuimos hacia el hospital, los evolucionados estaban retirándose en son de paz y muchos se estaban ofreciendo a ayudar a reparar los destrozos.
De camino nos encontramos a los chicos: Rosy, Marcos, John, Tania y algunos de los soldados de Max. Además, estaban Ácrux, los hermanos y otro H.E. que era mayor, con ojos de un raro color mostaza, al verme sonrió levemente. Estaban con algunas heridas, seguro habían peleado para proteger a mis amigos.
—¡Marien, Anthony, están bien! —exclamó Rosy, que venía corriendo.
Nos envolvió a ambos en su abrazo mientras lloraba y sonreía al mismo tiempo, sin duda estaba conmocionada. Los demás se acercaron también.
—Vaya, qué alivio —dijo Tania.
Max se acercó y le sobó la cabeza, despeinándola. Ácrux le dio un vistazo al H.E. y luego a mí, el hombre se acercó.
—Jovencita, es un gusto conocerla —saludó.
—El gusto es mío —dije confundida—, pero ¿quién es usted?
Volvió a sonreír apenas.
—Empezaré diciendo que conocí a sus padres —me sorprendí—, ellos me salvaron la vida.
—Y... ¿Cómo? —murmuré estupefacta.
—Estaba cautivo en un laboratorio, ellos me estudiaron, pero se negaban a hacerme daño. Solían hablarme de usted y de que el gobierno la quería contratar para otra investigación. —Entristeció un poco—. También sospechaban que el gobierno los tenía en la mira por estar negándose a sus deseos, estaban preocupados por usted... El día del ataque enseguida nos percatamos de que esos evolucionados estaban siendo controlados, quise quedarme y protegerlos, pero insistieron en que solo los buscaban a ellos y eran demasiados, no querían que muriera yo también, así que me hicieron escapar. —Tomó un papel de su bolsillo—. Me dieron esto para usted...
Lo tomé sin poder creer lo que oía.
—Cuando logré volver a mi comunidad me encargué de esparcir el rumor de los experimentos y los H.E. que parecían ser controlados. Tenía que dar con usted de algún modo, algún día, hasta que me encontré con este joven. —Señaló a Ácrux—. Me contó lo que había vivido aquí y enseguida supe que había conocido a la hija del doctor Ramos.
Leí el texto del papel, escrito con mucha prisa.
«Querida hija, lamentamos dejarte solo esto de nosotros, pero de algún modo ya sabíamos que pasaría, estábamos por advertirte. Por favor, no contribuyas a que exterminen a los evolucionados, pueden ser buenos y tenemos las pruebas, conocemos a unos cuantos y puedo decir que son bastante honorables. Cuídate mucho y discúlpanos por abandonarte. Te amamos, siempre te amaremos, rogamos que llegues a leer esto y que el destino te proteja...»
Sentí el abrazo protector de Sirio y me refugié en su pecho.
—Estoy bien —le susurré mientras me reconfortaba con su aroma, aunque todavía estuviéramos empapados con el agua del rio. —Miré al señor—. Gracias...
—Fue un gusto, y mi nombre es Jaguar, para servirle —contestó.
Asentí sonriente, otro nombre raro, aunque muy acorde. Sirio me dio un beso en la frente bajo la mirada sorprendida de los evolucionados presentes y mi sonrisa se ensanchó.
Los acompañamos a la salida de la ciudad, por donde los invasores se estaban retirando en forma ordenada.
—Volveré en unos días —anunció Ácrux.
Le dedicó una leve sonrisa a Rosy y se fue junto con los demás. La prensa nos atajó a los pocos segundos, queriendo saber más sobre Sirio y los H.E. Le preguntaron cosas hasta que Max tomó uno de los micrófonos y habló:
—Señor presidente, como puede usted observar desde que empecé a divulgar información, me temo que ha ocurrido un pequeño malentendido todos estos años. De ahora en adelante este estado estará regido por nuevas reglas, humanos normales y humanos evolucionados podrán convivir en paz sin intervenir el uno con el otro.
Los de la prensa saltaron con muchas más preguntas mientras tomaban fotografías sin parar.
***
La toxina fue encontrada, encapsulada en el edificio luego de la explosión, y destruida. Se establecieron nuevas reglas, los humanos que desearan visitar evolucionados y viceversa, debían dar testimonio de a dónde se dirigían, cuánto tiempo sería y con quienes estarían.
Claro, eso casi no pasaba, aún había mucha diferencia en el tipo de cultura en ambas sociedades, los humanos con su libre albedrío y los H.E. con sus costumbres recatadas. Incluso así la paz llegó, el resto del mundo se unió a la causa, logrando llegar a los mismos acuerdos. La humanidad volvía a ser una sola.
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Ojos de gato Sirio
RomanceÉl es salvaje, pero no sabe ni lo que es un beso. Marien va a quedar fascinada por su naturaleza y va a querer enseñarle. Un apuesto joven de ojos verdes es capturado y acusado de ser un muy peligroso Evolucionado. Pero él no recuerda y está dispues...